[Absynthe] 1500
Entré al laboratorio de alquimia llevando conmigo unos vasos de vertido que Eweleïn y yo habíamos tomado prestados después del incidente con las hadas. Siguiéndome el paso alegremente, Aqua (mi familiar) llevaba una bolsa llena de ingredientes que hasta horas antes se hallaban dispersos entre las cómodas en mi habitación.Sin sorpresa alguna, mi corko y yo descubrimos que el lugar estaba prácticamente vacío, salvo por alguien de cabello azul y de orejas puntiagudas. El alquimista e se encontraba absorto en una hoja que asumí debía ser el inventario del mes, algo de lo que me había estado encargando el último trimestre.
Aqua continuó su camino, me distraje y faltó poco para que tropezara con ella. El sonido del fino cristal estrellarse contra el piso hizo que el elfo instintivamente se girara en nuestra dirección. Por mi parte me arrodillé al lado de mi familiar para asegurarme de que estuviera sana y salva.
— Rompí una probeta — Me apresuré a comentar en tono conciliador. Con el tiempo había aprendido que el romper algún vial con una sustancia podía desencadenar que toda la guardia tuviera que pasar el día fuera.
— Estoy ocupado — Se encogió de hombros y miró con fastidio, dejándome en claro que si mi intención era pedirle cualquier favor, no estaría dispuesto en colaborar en absoluto. ¡Como si yo fuera a necesitar algo de él!
— ¡Qué casualidad!— Repliqué utilizando el mismo tono desagradable. Lidiar con el insufrible carácter de Ezarel era una habilidad que había conseguido dominar después de pasar varios meses en su guardia.Me alegraba de no tener que seguir poniéndola en práctica.
Entrecerré los ojos tomando los segundos necesarios para calmarme. Una larga inhalación seguida de una parsimoniosa exhalación me devolvieron el balance para responderle de buena manera. Ningún sentido tenía el seguir llevándole la contraria hasta el final, ¿cierto?
— Yo también, sólo vine a dejar unas cosas. — Tomé una escobilla cercana y recogí cada fragmento de cristal disperso en el suelo.
— ¿Tú ocupada? En hacer estupideces y tratando de salvar al mundo encontrando los familiares de Mery, claro; Cómo pude olvidarlo.— Arrastró las palabras con desdén y se cruzó de brazos, dejando el registro sobre la mesa.Después de tirar los residuos, Aqua y yo nos acercamos a la mesa, en donde coloqué la balanza, los ingredientes y recipientes para rellenarlos con los resultados de la reciente exploración.
— ¿Y ya lo pensaste bien? Has saltado sin considerarlo siquiera. — Inquirió sentándose del lado opuesto de la mesa.
— ¿Pensar qué cosa? — Separé la vista de una botella que estaba llenando con miel de fuego fresca.
— Regresar con los humanos. — Ezarel ocupó el tono sarcástico del que parecía haber cedido últimamente al considerar que yo no era "tan inútil." Sus manos rápidamente sostuvieron las mías, evitando que derramara algo.
— Desde que llegué ha sido mi única meta. — Me encogí de hombros y tomé otro recipiente.Frunció el ceño, luciendo visiblemente inconforme con mi respuesta. Se inclinó frente a mí para examinar mi rostro y podía jurar que en cualquier momento empezaría a cuestionar mi inteligencia y lanzaría un discurso sobre lo estúpida que yo podía ser. Decidí ignorarlo y concentrarme en la cantidad exacta en esa ocasión.
— Supuse que a estas alturas habías olvidado ese capricho. — Una de sus largas manos me arrebató uno de los frascos que acababa de llenar y lo colocó en el estante correspondiente.
— Dudo que el querer ir a mi casa lo puedas considerar un capricho. — Sonreí debilmente.
— Ahora vives aquí, eres parte de MI guardia, tienes a esta bola de escamas que cuidar, el oráculo está recobrando fuerzas, Mery seguirá extraviando a sus familiares y yo no tengo intención de perder mi tiempo buscándolos...— Poco a poco la modulación de su voz iba cambiando, se apresuraba en encontrar motivos y, parecía que estaba un poco desesperado. Abrí los ojos, sorprendida por su actitud; él lo notó y regresó a su tono apático. —Y aparentemente, la guardia de la luz no te considera totalmente inútil. Al menos hace bien que le des calabazas a Nevra, eso hace que se centre un poco.Inconscientemente sonreí, sintiéndome conmovida. Desde la propuesta de Miiko, Ezarel era el único que no había dicho nada para hacerme desistir. Era lindo que se preocupara por el resto de los chicos... aún en esa forma peculiar.
— Ezarel, entiendo que quieras ayudar a los demás y convencerme porque creen que el oráculo tiene aún más información respecto a mí, pero si esas son tus razones...— Dejé escapar un suspiro y pensé en mi familia, la vida que aún me esperaba con los humanos.
— ¿Mis razones? ¿Te parece que a mí me interese seguir escuchando que "Su majestad" encontró otro cristal?— Espetó de mala gana y me dio un golpecito en las manos haciéndome soltar el material que ocupaba. — Por favor, deja esas estúpidas ideas de solidaridad.Retrocedí desconcertada, dejando todo en sus manos. En muchas ocasiones lo había malinterpretado; pero en esa ocasión, era él el que estaba siendo incoherente e incluso hiriente. Decía que me quedara y al mismo tiempo, le molestaba que estuviera allí.
— ¿Y no eras tú el que tanto quería que volviera a mi mundo? —Mi comprensión hacia él estaba desestabilizándose y yo no estaba de humor para seguir aguantando "las buenas intenciones" del elfo si su plan era seguir llamándome estúpida.
— He tenido suficiente con escuchar tus rabietas todos estos meses, como para que ahora las hagas gritando. Abstente de hacerlo en mi laboratorio. — Respondió con apatía, un tono completamente inapropiado para acompañar lo que decía.Y eso me hizo enfadar más.
— ¿Tu laboratorio? — Pregunté sintiéndome ofendida por la territorialidad que había retomado en esos, los últimos minutos que me quedaban en aquel lugar.
— Sí. — Farfulló de forma cortante acaparando los ingredientes y excluyéndome, de nueva cuenta. Tal como el primer día, tal como si nada hubiera cambiado.
— ¡ALÉGRATE PORQUE CUANDO ME VAYA YA NO VAS A TENER QUE SOPORTAR MIS RABIETAS! — Grité arrojándole a la mesa una pequeña bolsa de dulces que estaba reservando para dejárselo como regalo de despedida.Di media vuelta dispuesta a abandonar cuanto antes el laboratorio, el jefe me siguió con largas zancadas y cerró la puerta justo antes de que mi familiar y yo saliéramos de allí. Ezarel sujetó mi antebrazo con fuerza, impidiendo la salida dramática que hubiera deseado hacer. El recuerdo del día en el que nos conocimos me atacó tomándome desprevenida. A pesar de que habíamos empezado así, jamás llegué a considerar que terminaríamos igual: él mirándome con aprehensión y yo queriendo escapar de él.
— ¿Por qué no dejas de una vez de sacar conclusiones apresuradas? — Preguntó entrecerrando los ojos con desdén.
— ¿Por qué no dejas de... — Cuando estaba lista para refutarle, él tiró de mi brazo, atrayéndome hacia él.Y no pude decir nada más, porque unos segundos después mi boca había sido silenciada por la suya. Sus labios se movieron sobre los míos marcando diferentes fases, impacientes, ansiosos, suaves, dulces, húmedos, tiernos. Los labios de Ezarel se adueñaron de los míos y los guiaron a su antojo, marcando el ritmo de un beso tan lento que contrastaba de forma casi obscena con el palpitar apresurado de mi corazón.
—No quiero que te vayas. — Susurró separando el roce entre sus labios y los míos.
— ¿Qué? — Parpadeé intentando alejarme del estupor en el que me había envuelto los pasados segundos. Su frente estaba apoyada contra la mía y su aliento dulzón acariciaba mi rostro, atrayéndome, hipnotizándome para obtener de nuevo esa sensación.
—Esa es mi única razón para buscar convencerte. No me interesa si haces las mejores pociones de la guardia... sin contar las mías, claro. — Un segundo su mirada rompió contacto con la mía y aprovechó para apoyar las manos contra la puerta, aprisionándome en sus brazos.— Tampoco importa si dejas de darme tu ración de miel.
—Ezarel...— Jamás lo había visto con una expresión tan sincera y libre de esa encantadora malicia que lo caracterizaba. —No sé qué decir.
— Para variar. — Murmuró antes de dedicarme una sonrisa torcida.Aún sin una respuesta apropiada, desvié la mirada rogando por que eso fuera suficiente para no hacerme consciente del sonrojo que inundaba mi rostro. No me era posible conciliar que una boca tan grosera como la suya fuera capaz de besar con tanta dulzura.
— Además...— Las yemas de sus dedos descendieron hasta mi cintura, acariciando estratégicamente en el área en la que la blusa dejaba de cubrirme. Rodeó delicadamente la piel hasta encontrarse con el pomo de la puerta y la abrió.—Tú no te podías ir hasta que yo no te hubiera besado. — Sonrió socarronamente, burlándose de mí. Y salió del laboratorio, sin suprimir ni un ápice esa estúpida expresión de niño mimado que había logrado salirse con la suya.
¿Sabía que había logrado salirse con la suya?
Aqua, que había estado observando la escena, repentinamente se desentendió de mi mirada desconcertada e hizo un movimiento gracioso pretendiendo ignorarme del todo y empezó a corretear en círculos, persiguiendo su cola para mordisquearla como cuando era un bebé.
ESTÁS LEYENDO
Razones
FanficLa guardia de Eel finalmente ha encontrado una manera para regresar a Gardienne a su mundo, todos han expresado su opinión... excepto el jefe de la guardia de la chica.