Ni los personajes , el AU Cardverse o la imagen me pertenecen, lo único mio es esta loca idea que se cruzo por mi mente.
Era un hermoso día en el reino de espadas, estaba soleado, se escuchaba el trinar de las aves el viento movía las ramas y hojas de los árboles.
Pero... nuestros gobernantes no estaban afuera disfrutando el glorioso día, no, la reina, Arthur Kirkland, odiaba los días soleados, no le agradaba mucho el hecho de tener que transpirar... bueno, en realidad no era eso, si no, por palabras suyas: "Me gustan los días soleados, pero solo para admirarlos a través de mi ventana"... o algo así, el hecho es que se había decidido encerrar en su habitación, leyendo y practicando hechizos de magia.
Después de todo, estaba feliz, y más porque "su rey" no le podría molestar. Le había dado órdenes a Yao, su Jack, de no permitir que, su por desgracia ahora esposo, entrara en la habitación.
- ¡Yao! ¡Yao! ¡Yao! ¡Dame las llaves!- Rogaba en el piso el soberano de Espadas.
- No puedo hacer eso aru.
- ¡Te subo el salario!
- No me pagan para trabajar en el castillo aru.
- Pero yo puedo cambiar eso.
- Lo lamento, pero tengo ordenes aru.
《¡OH NO!》 Pensó el joven jack, había cavado su propia tumba. Si había algo más poderoso que las órdenes de la reina, eran las órdenes del rey. Y si defraudaba a la reina...
El jack trago en seco. Mientras observaba al rey. 《Que no lo haya escuchado》
- Yao
- Si?
- ¿Me puedes dar las llaves? - Pidió el Rey, con cara de perrito.
- No puedo aru.
- Bueno, pues... dame las llaves, es una orden. - hablo Esta vez el rey, parándose, dejando ver la diferencia de alturas entre él y su Jack.
- Tome aru.
El asiático extendió su brazo, colocando delicadamente un juego de llaves en las manos del rey.
- ¡Gracias Yao, te lo compensare luego!- Se despidió mientras corría por los pasillos del castillo.
Alfred iba camino a su alcoba, la cual compartía con su reina. Se había pasado casi todo día tratando de convencer al jack que le diera las llaves, pues el, quería salir a pasear, o ir a un día de campo, pero las tontas políticas del castillo, determinaban que el rey no podía salir del castillo sí, no iba acompañado de la reina, bueno, excepto en casos de guerra. Así, que buscaba convencer a Arthur de que salieran.
-¡Arthur!
Grito el Rey tan pronto como abrió las gigantes y blancas puertas con incrustaciones de zafiros y amatistas que formaban el escudo de su reino.
El grito del oji-azul, alerto a la reina. Seguramente, luego se las arreglaría con el chino, pero primero, debía deshacerse del idiota que se encontraba ahora frente suyo.
- Arthi ¡Vamos afuera! ¿Si?
- No, no quiero.
- ¡Por favor!- pidió el Rey, posando sus manos sobre los hombros del contrario.
Arthur no respondía, había desviado la mirada y girado su cabeza hacia la derecha, mientras ignoraba todas las tonterías que decía el dos centímetros más alto.
《 Agg... sería menos estresante estar en una habitación, rodeado de moscas, que seguir escuchando a este cabeza hueca... Un momento》
En los labios de Arthur se posó una casi inexistente sonrisa en su rostro, seguida de un gesto de incredulidad.
- Alfred, sabes... leí hace poco, que cuando a una persona se le paran o revolotean sobre su cabeza muchas moscas al mismo tiempo, es porque a esa persona le queda poco tiempo de vida.
- ¿Por qué dices eso ahora Arthi?
- E, en tu cabeza- contesto el más bajo, con una expresión de temor y señalando la cabeza del contrario.
-¡No puede ser!- La expresión anteriormente de alegría que traía Alfred en el rostro, fue evolucionando hasta convertirse en una que demostraba terror absoluto.
El rey de espadas, empezó a correr camino hasta la letrina de su alcoba, donde él sabía que tenían un espejo. Una vez adentro, y haber cerrado la puerta, pudo tranquilizarse, solo había sido una dulce broma de su amada reina.
《Vamos Al, todo está bien, solo fue una broma, y nadie va a morir》 Se seguía tranquilizando el monarca. Una vez que estuvo en "paz", se dirigió a la puerta del lugar, pero al intentar abrirla...
-¡Arthur!
-¿Qué ocurre?- Contesto la reina del otro lado.
- ¡No puedo salir!
- ¿Y eso qué?
- ¿Me ayudarías?
- No
- ¿Por qué Arti?, aquí huele horrible
- Te lo mereces
- Bueno, entonces...- el rey estaba tomando impulso para derribar la puerta.
- Si derribas la puerta, me asegurare que solo te den de comer scones hechos por mí.
El rey paro en seco y se asomó por la rendija de la puerta, no pudo ver nada que detuviera la puerta. Arthur lo había encerrado ahí con magia. Empezó a tocar y tocar - Pensaba encerrarte solo hasta la hora de la cena, pero parece ser que alguien quiere estar ahí dentro más tiempo.
- Voy a parar.
No quería hacer enojar más a su esposo, pues, si bien, no se conocían de años, el poco tiempo que han estado juntos, parece ser que le había demostrado a Alfred, que si se llegaba a molestar de verdad, podía ser más tiránico o diabólico que el Rey de Tréboles. Y Al, no tenía gana alguna de experimentar lo molesto que podía llegar a ser la reina.
Así paso el tiempo, Mientras la reina leía y recitaba hechizos de magia tranquilamente sentada en su grande y espaciosa cama, el rey permanecía sentado junto a la puerta abrazando sus rodillas, aspirando el horrible aroma que emanaba el lugar intentando pensar en otras cosas, y no en su miseria dentro de su propio castillo.
Lo que parecieron unos pocos minutos para Arthur, y una eternidad para Alfred, fue el tiempo que duro llegar a la hora de la cena.
Con un suave movimiento de manos, por parte de Arthur, la puerta del cuarto de la letrina se abrió, y un Alfred alegre salió corriendo disparado a abrazar a su esposo.
- Te recomiendo que tomes un baño.
- Lo hare después de comer.
Ambos salieron de la habitación y caminaron hasta el comedor, donde Yao les esperaba.
-¡Buenas noches majestades aru!
- ¡Buenas noches Yao!
Los reyes empezaron a almorzar y mientras lo hacían, su Jack les leía las actividades que tendrían que realizar el día siguiente. Una le llamo la atención a Arthur y lleno de alegría a Alfred.
"Mañana en la tarde irán a un festival en el pueblo, no es necesario que se queden hasta el final, pero deben de acudir al menos dos horas aru"
Luego de que Alfred repitiera cinco veces y casi se comiera su propio plato... quiero decir, terminaron de cenar, ambos se dirigieron a tomar un baño. Regresaron a su alcoba y se pusieron sus pijamas.
En poco tiempo quedaron dormidos, cada uno en su mitad de cama.
La mañana siguiente transcurrió con tranquilidad, desayunaron, leyeron algunas quejas del pueblo y en una reunión con otros funcionarios y campesinos llegaron a un acuerdo.
Si, una mañana ajetreada para algunos, pero actualmente normal para los jóvenes soberanos.
...
- Sabes Arthi, desearía que todos los días sean como ayer.
- Te gusto estar encerrado en el cuarto de la letrina, porque si gustas...
- ¡No es eso!, me refiero, el no tener tanto trabajo.
- Un gran poder conlleva una gran responsabilidad. O algo así nos dijo Yao
- Ja, era otra cosa, pero me gusto lo que dijiste, algún día lo usare.
- Como digas.
Concluyo la reina, una vez que los sirvientes lo terminaron de arreglar. Espero fuera de la habitación a que terminaran con el de gafas.
...
- ¡Debemos de irnos aru!
- ¡Ya vamos!
Grito el Rey mientras bajaba las escaleras del castillo junto a su reina.
Una vez arriba del carruaje, los reyes miraban el paisaje, Arthur el de la Izquierda y Alfred el de la derecha.
Los paisajes eran hermosos, un brillante césped verde y algunas cuantas Casas y amplios plantíos.
Tal vez los paisajes eran hermosos pero el camino que tendrían que recorrer era demasiado largo y a decir verdad, estar adentro de un carruaje el cual transita sobre caminos de tierra y piedras, no es para nada cómodo.
Aun así, los reyes no decían nada, antes eran simples ciudadanos, y sabían que era peor la fatiga en las piernas, el sudor y la mugre recubriendo todo su cuerpo, que un simple dolor en el trasero.
Llego un momento donde solo admirar la belleza natural no era suficiente.
Esperando entablar conversación y a la misma vez para resolver dudas, Alfred hablo.
-¿Y a qué tipo de festival vamos?
El Jack sentado frente suyo respondió, después de todo era su deber informar al Rey.
- Es un festival de la cosecha.
- ¿Y sabes si habrá algo que hacer ahí?
- Al ser los reyes, ustedes tienen un lugar privilegiado para observar todo lo que se llevara a cabo aru.
- No, eso no, me refiero a que si podremos participar en las actividades que realicen, es decir, que podamos ser parte del festival
- Pues, eso jamás se había visto, la mayoría de los reyes prefiere solo observar, pero estoy seguro que los pueblerinos estarían honrados de tener su presencia activa en las actividades.
-¡Que genial y sabes qué tipo de actividades habrá!
- Pues habrá un concurso de tiro con arco, un torneo de justas, un gran banquete entre otras cosas, no estoy seguro, pero, la reina te puede decir algo, pues el vivió en ese lugar, seguro fue a ese festival alguna vez aru.
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¡Hay Moscas En Mi Cabeza! ¿Arthur?
FanfictionUn hermoso día en el reino de Espadas. Y a pesar de ser tan hermoso, los reyes permanecían dentro del castillo. Arthur estaba hasta el limite, no podía seguir soportando la actitud de Alfred, y con una tonta invención que según él leyó de uno de s...