El Internado

Drei.

Héctor va saliendo del colegio por la puerta principal. Está un poco molesto por lo que ha sucedido, se le nota en la expresión. Se queda mirando a ambos lados de la calle, hasta que escucha un grito y enseguida un golpe.

Gira y se da cuenta de que es María que se ha caído.

—Oye, ¿tú de verdad quieres trabajar aquí? —le pregunta acercándose a ella.

—Estaba tomando el aire y me he caído —dice cuando ya está de pie, y sacudiéndose la ropa.

—Ya. Oye, tú te caes mucho, ¿no? —Frunce el ceño, con curiosidad.

María lo mira un poco enojada.

—Voy a seguir con lo mío. —Y le pasa al lado.

—Vale, vale —murmura él, girándose para verla. Ella se detiene.

—Por cierto, perdón por lo de antes y... —Suspira—. Por haberle vomitado encima.

—Estabas fumando, ¿no?

Ella mira hacia abajo, apenada.

—Sí.

—Venga, dame uno, que mañana lo vuelvo a dejar.

Ella con la misma expresión saca dos cigarros y Héctor un encendedor.

∞

El cuarto del profesor Alfonso es especial. Detrás del armario descubrió una puerta que lo lleva a un amplio desván.

Es aquí donde está ahora mismo recogiendo sus cosas. Mapas y libros. Los mete en la valija, apaga la luz y sale.

∞

—¿Qué te parece si tú y yo esta noche nos damos un baño de espuma relajante —le pregunta Elsa a Héctor mientras le masajea los hombros—, y nos bebemos la botella de Rioja del 85 que tenemos guardada desde Navidad? ¿Eh?

Le gira la silla para verlo de frente y Héctor le sonríe con expresión de cansancio. Ella se acerca para besarlo. El beso se está volviendo apasionante en la dirección, cuando alguien abre la puerta.

Elsa se gira rápidamente, enojada. Es María quien está entrando con una cubeta. Se queda quieta al lado de la puerta.

—¿A ti no te han enseñado a llamar a las puertas antes de entrar?

—Eh, perdón —dice ella y sale de la habitación, luego cierra la puerta.

Elsa está volviendo a acercarse a Héctor, pero se escucha el toquido en la puerta. Luego la abre María, con una sonrisa de superioridad.

Elsa mira a Héctor y luego a la uniformada.

—Pasa, pasa, ya nos vamos —le dice él, se pone de pie y se acerca a su novia para tomarle la mano. Y antes de salir, Héctor le sonríe cómplice a María, aunque levemente.

Ésta cierra la puerta y deja la cubeta en el suelo. Se acerca al escritorio y empieza a abrir los cajones cautelosamente, buscando algo.

Halla unas llaves tiradas en el suelo y las recoge, va a guardarlas en algún lado. Se apura, pues unos pasos comienzan a escucharse. Camina a paso acelerado y en el intento, se rasga el uniforme con la esquina del escritorio.

Justo la puerta se abre y Héctor se sorprende de verla así.

—No es que me moleste verte en bragas —dice—, pero comprenderás que me lo estoy empezando a tomar como algo personal.