Levanta la cabeza cuando un flash enceguecedor choca contra su rostro y arruga la nariz porque la luz le deja con dificultades para ver y pestañear con normalidad, antes de que un nuevo flash consiga el mismo efecto y probablemente, siga consiguiéndolo porque las fotos nunca paraban y los fotógrafos nunca se quedaban en paz. Porque era él o alguien que pasaba, o alguien que recién le veía y le fotografiaba sin siquiera pedirle su autorización, sino que solo llamándole por su nombre y consiguiendo engañarle como todos, porque apenas levantaba la cabeza se daba cuenta de su error y de que diez fotógrafos nuevamente estaban frente a él, sin poder creer que una persona como él estuviera ahí. Porque él tampoco lo creía, a decir verdad, y tampoco quería. Estaba por obligación. Obligación a la que no pudo decir que no.
Un flash nuevamente consigue enceguecerle, provocando que apriete sus ojos sin dejar de mirar en la dirección en la que supuestamente estaba su celular, sintiendo como los murmullos y llamadas de nombre de alguien famoso se iban acercando a tal nivel, que los flashes nuevamente aparecen frente a él; solo que esta vez no son directamente para su persona, ni para su vecina de asiento que parece demasiado entretenida dándole su mejor ángulo a cada cámara que veía, sino que son para un chico rubio y delgado que se acerca a paso firme y se detiene frente a su cuerpo, colocando su mano en su cintura y posando un par de veces sin ninguna pizca de vergüenza, viéndose absolutamente experto en algo que él ni siquiera podía llegar a ser –en ese tema- (y que tampoco tenía mucha intención de querer alcanzar).
MinHo afloja un poco las cejas al verle tan cerca y sigue sus movimientos con sus ojos, cuando ve que toma la bolsa que estaba repartida en todos los asientos, pero que por lo visto, ahora ocupaba su lugar. Las fotos siguen y siguen con mayor desesperación y MinHo no tiene otra opción que mirar hacia en frente porque parece que el hecho de que él estuviera al lado de ese chico que parecía ser popular, era un acontecimiento que probablemente al día siguiente, se encargaría de ocupar muchas portadas de revistas. Revistas de las cuales él ni siquiera era capaz de pronunciar su nombre porque su sentido de moda se limitaba a usar solo ropa deportiva o sin mayor diseño, a diferencia del chico de su lado que demostraba claramente lo contrario con solo mirarle dos segundos. Y como si no fuera suficiente, pasado unos minutos, cuando la furia de los fotógrafos desapareció, su afirmación aumentó aún más porque al verle quitarse su enorme abrigo negro, dejándolo sobre sus piernas, le dejó ver una delicada camisa de encaje negro que se ajustaba perfectamente a su fino cuerpo como también lo hacían esos pantalones de cuero que parecían haber nacido pegado a sus piernas. MinHo mira las suyas, notando como ni siquiera había sido capaz de ponerse un pantalón limpio ni unas zapatillas demasiado decentes, al lado de esos botines que estaban a su izquierda y que se acomodaban uno sobre el otro, reflejándole un brillo de los flashes, solo de lo pulcro y limpios que se encontraban.
MinHo le mira, ya sin vergüenza, porque le llama la atención lo prolijo del chico, pero éste, al notar su vista pegada en su rostro, solo se voltea en dirección opuesta y le deja ver su pálido cuello, dejándole clara su nula gana de conversar.
Sus nulas ganas de explicarle quién era y su nula intención de querer saber porqué también era famoso.
MinHo suspira y pasado un rato, él también lo hace. Su cuerpo se desinfla y están tan cerca que MinHo es capaz de sentir su aburrimiento.
Al menos le entendía. Él tampoco servía demasiado para los desfiles de moda.
**
MinHo no conoce París. Hace dos días está en la ciudad y le queda una semana por delante y tampoco sabe muy bien si tiene ganas de conocerla porque los idiomas no son lo suyo y porque si apenas podía defenderse con su vago inglés, mucho menos lo haría con el francés, del cual apenas era capaz de pronunciar bonjour. Pero a pesar de eso, sí tiene algo claro y es que en ese local que está a una cuadra de su hotel y que está abierto a las dos de la madrugada, y que es capaz de aceptar su maldito horario de hambre a causa del maldito jetlag, tiene las mejores hamburguesas y la mejor cerveza que puede encontrar en un barrio pequeño como es en el que está él, algo aislado del caos que quiere evitar y de los fans que le puedan seguir solo para obtener una foto con él o un autógrafo en algo que pudiera rayarles.
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· Ataraxia ·
Fanfiction"Estado de ánimo que se caracteriza por la tranquilidad y la total ausencia de deseos o temores". 3shot 2min. MinHo es futbolista y TaeMin modelo.