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Cuando MinHo abre la puerta de su departamento, ese miércoles a las cuatro de la mañana, lo que menos esperó fue encontrarse con la persona que más quería ver y que se le hacía más imposible en cada día que pasaba porque así era él y porque así lo quería él. TaeMin en París y él en Londres y el rubio le había dicho que no tenía interés en verlo y que no lo llamara tanto porque no le gustaba hablar por teléfono.

Solo que ahora lo tenía en frente y era miércoles y eran las cuatro de la mañana y MinHo no puede creerlo a pesar de que sí esté pasando y de que esa sonrisa que tiene en frente sí sea real y no imaginaria. TaeMin da un paso hacia él y MinHo no alcanza a afirmarse cuando sus labios buscan los suyos y chocan y exigen de la misma forma que hicieron hace tres meses por primera vez y durante toda una semana, haciéndole sentir que el tiempo no había pasado y que tres meses no eran nada si ahora estaban juntos.

MinHo se afirma de la puerta cuando logra hacerlo, moviéndose a un lado para dejarle pasar y para recibir esa maleta que TaeMin le obliga a arrastrar, mientras él se quitaba unos botines que parecían dolorosos de usar, junto a una chaqueta que era mucho más grande que su cuerpo y una boina negra que tenía atrapado su suave cabello rubio.

MinHo suspira cuando ve ese simple movimiento y TaeMin ríe porque lo oye.

(Y porque hace todo eso a propósito para causar lo que sí logra causar, y para sentirse deseado por la persona que sí quería que lo deseara).

El rubio mira a su alrededor rápidamente y camina hacia donde se encontraba el alto, pasándole las manos por la cintura y así conseguir ese abrazo que sí consigue porque MinHo es capaz de comprender sus peticiones sin siquiera haberlas revelado a viva voz. Hunde su nariz en su cuello y ríe cuando no huele el perfume que creía que olería.

"¿No me vas a preguntar cómo supe tu dirección si nunca me la dijiste?"

MinHo le mira de cerca y niega, sin siquiera mentir.

"¿Me lo dirás?"

"No", ríe. "Pero te sorprendí."

"Creí que no nos veríamos más. Eso fue lo que me dijiste la última vez."

"Pero me arrepentí y me dieron ganas de verte de nuevo."

Las manos de TaeMin siguen pegadas a la cintura del alto, acariciándole por sobre la tela, mientras MinHo le veía de cerca, con el ceño aún algo fruncido a causa del sueño que por culpa de él se había visto repentinamente interrumpido.

TaeMin se pone de puntitas para alcanzar sus labios y así susurrar sin ninguna pizca de vergüenza el porqué había viajado hasta allá.

"¿Me muestras tu cama? Tengo ganas de que hagamos el amor."

*

MinHo arrastra los pies cuando camina y rasca sus ojos cuando bosteza porque sentía que aún no había dormido lo suficiente y que siempre podía haber más descanso aunque ya no fuera tan necesario. Pasa una de sus manos por su abdomen desnudo y frunce el ceño cuando siente que el viento entraba casi de manera violenta por la ventana de la sala, mientras TaeMin estaba sentado en un sillón al lado de ésta, con un aspecto que parecía ni siquiera importarle. Sus piernas arriba del sillón, su mentón apoyado en sus rodillas desnudas y sus ojos fijos en ese aparato que sostenía frente a sus ojos y que no procuró esconder cuando le vio cerca, descubriéndole en algo en lo que cualquiera se hubiera puesto nervioso, excepto él, que ni siquiera parecía preocupado de haber sido descubierto. MinHo levanta una ceja y TaeMin sigue revisando el celular como si nada. Como si fuera suyo o como si él le hubiese dado el permiso necesario para que él pudiera hacer lo que ahora hacía.

· Ataraxia ·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora