Algo aún desconocido

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—Deberías decirle que te gusta —me seguía diciendo Astrid. Desde que lo vi el semestre pasado me había fascinado. Era sencillamente un deleite para mi pupila el verlo cada tarde después de clases. De acuerdo, en ese momento yo tenía novio y se suponía que no debía ver a otro chicos con ojos de amor, pero siempre había dicho que el hecho de estar a dieta no significaba que no pudieras ver el menú. Además está en la naturaleza humana el sentir atracción por otras personas, y si a eso le sumamos el hecho de que no estaba enamorada de nadie en absoluto, era perfectamente justificable que este chico me pusiera como tonta (según yo)—. No sé por qué no se lo dices, si se ve que te encanta, y más que tu novio.
—Podrías callarte, no es para tanto —.okay, posiblemente sí causaba algo en mí: desde que lo vi aquél día en clase de francés me había quedado como una tonta, mis hombros se relajaron, mi corazón comenzó a latir muy rápido y mi estómago estaba repleto de esa sensación de mariposas que era tan fuerte que hasta fue ligeramente doloroso. Tenía mi estatura y era delgado, tez blanca, cabello negro, ojos cafés mas oscuros que los míos, boca pequeña con labios delgados, manos gruesas, y vestía el pantalón azul marino del uniforme y un suéter blanco. La verdad es que tenía aún rostro de niño (no digo que yo no lo tuviera posiblemente), pero tenía ese atractivo interesante y carismático—. Además le gustas tú —.Ah claro que eso era evidente, la miraba como yo lo miraba a él. Hasta risa da, pero así era.
—Ay, eso no importa, a mí no me gusta. Dile que te gusta y deja al rarito de tu novio, él es un lindo chico y seguro que si le dices se interesa por ti.
—Jaja, buen chiste. Sabes que soy incapaz de hacerle algo así a un chico. No podría dejar a Santiago por Guillermo.
Guillermo se sentaba atrás de Astrid, ella detrás de mí y yo justo hasta delante de la fila. Así que tenía cero comunicación con él hasta que un día Astrid preguntó qué música tenía en mi celular, a lo que yo respondí:
—Está repleto de Green Day, Linkin Park y canciones pop en inglés que pueda cantar.
—¿Te gusta Linkin Park? —fue lo que escuché que vino a espaldas de Astrid. Era él, me había hablado a mí directamente.
—Es una de mis bandas favoritas —dije— ¿te gusta?
—Por supuesto, ¡también es una de mis bandas favoritas! —era sencillamente lindo hablar con él así. Inmediatamente comenzamos a conversar con Astrid en medio, quien después de un rato se fue con un chico que iba en el salón de Guillermo (o Memo, como había comenzado a llamarlo), alguien a quien yo sabía también le gustaba, un chico con chinos de mi estatura llamado Luis. Era asombroso, platicamos por el resto de la clase y yo le ayudaba a resolver los ejercicios y a practicar la pronunciación, pues resultaba que yo era muy buena en esto de los idiomas, se me daba bien. De pronto ya sólo estábamos esperando a que nos calificaran nuestros ejercicios y hacíamos cola sentados pues se tardaban un poco en los ejercicios de pronunciación.
—Astrid dame de esas papas que tienes ahí, ¿pican mucho?— pregunté.
—No, para nada, ¿quieres Memito? —le ofreció la bolsa de papas fritas.
—No, gracias —contestó él con una sonrisa muy linda.
Al momento de introducir la papa a mi boca ya olía el picante, pero en cuanto comencé a saborearla mi boca fue ardiendo poco a poco, pero si Astrid había dicho que no picaban, era mucho para mi lengua, no soportaba más, debía beber algo ya a como diera lugar.
—¡Astrid pica mucho! ¡Dame mi agua! ¡Astrid! —yo decía en voz alta casi gritando y ella sólo reía, Memo fue quien me dio mi botella y en el momento en que la incliné para dar un sorbo a la pequeña boquilla Astrid estrujó la botella haciendo que saliera un fuerte chorro directo hacia mi garganta, provocando que comenzara a ahogarme. Ella comenzó a reír fuertemente mientras yo no paraba de toser, me salían lágrimas y me ponía roja tanto de la pena como del esfuerzo por respirar. Memo puso cara de preocupación, pero rápidamente su rostro cambió a carcajadas en cuanto vio a Astrid reír. Claro, era de pensarse que una chica como Astrid odiara dejar de ser el centro de atención por más de media hora, aunque no pensé que fuera a llegar tan lejos.
—Lo siento, lo siento —decía ella ente risas— tenía que hacerlo, me la debías.
—¿Yo? ¡Si yo no te hice nada! Según tú, ¿qué te hice? —respondía mientras recobraba la respiración después de toser.
—No recuerdo, pero algo habrás hecho.
Claro que sí, esa era Astrid en todo su esplendor, no podía ser mejor. Aún no me había acostumbrado del todo a esta chica y sus reacciones impulsivas.
Al final fui a casa y lo primero que hice fue encender mi computador y aceptar la solicitud de amistad en Facebook del chico que tanto había visto en clase de francés. Acto seguido, tomé mi celular y cambié el nombre de contacto de "Astrid" a "Rubia Asesina"; después de todo, le quedaba bien el nombre.

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⏰ Última actualización: Jan 20, 2019 ⏰

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