La hija de Kira (Death note)

Capitulo 16

Lawliet
El simple sonido del teléfono me despertó como una cubeta de agua helada, después se acababa, pero unos segundos después el jodido aparatillo volvía a insistir.
-Tsk- susurré tomando aquel dispositivo y con sólo ver aquella pantallita con luz segadora me desesperé y contesté
{...}
-¿que quieres? son las 5:00 a.m- conteste fastidiado
-Señor Lawliet, le informamos que su padre ha......-
Con tal de escuchar aquella oración, mi sangre se heló y un escalofrío me cubrió el cuerpo; ¿L estas muerto?, como es eso si quiera posible, mi padre n-no podría....
-E-Entiendo- mi voz se quebraba cual cristales cayendo.
Unos años atrás, en la hera de Kira, la hera del terror, mi padre se tomo por muerto a manos de Kira... Pero sólo encubrió su muerte para tener tiempo con su familia, o con mi nacimiento.
Años después se descubrió que en verdad no había muerto, que había engañado a las páginas de la Death Note.
Pero hoy es... Hoy y L ha muerto.
-¿Señor..... Sigue ahí?- dice la voz en el teléfono
-S-Si- tartamudeo
-Le pedimos amablemente que venga a Wammy's house para leer el testamento de su padre mañana temprano, lamentamos su pérdida....-
{...}

y el ensordecedor sonido de la línea del teléfono me acompaña...
Minutos después se despertó Amai a mi lado, me preguntó por lo que había ocurrido, me abrazó y lloré en sus brazos como un niño pequeño.
-Me arrepiento de no haber convivido más con el viejo...- murmure, ella acariciaba mi cabello sin decir una palabra pues no podía comprender mi dolor.
...

El día siguiente el mismo cielo estaba enojado.... Las nubes derramaban sus lágrimas sobre nosotros para expresar su dolor.
El viaje en jet fue eterno, y todo lo pase mirando la ventana e imaginando recuerdos del pasado, o más bien fantasmas que parecían el humo de los cigarrillos en la mañana.
Al bajar del avión sentí una brisa cubrirme y tratar de jalarme, hasta llevarme con ella. Hasta el momento en el que Amai me tuvo que tomar por un brazo para no caerme; me miró a los ojos y trató de sonreír para alegrarme, acomodó mi corbata y entramos a la casa que alguna vez fue nuestro hogar.
Kira arrasó con los recuerdos que le daban vida.