Pide los deseos

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-Feliz cumpleaños hija

La madre sostenía un pequeño pastel de chocolate con 17 velas encendidas. Llevaba puesto solo un camisón y se la veía un poco despeinada.

-¿Que haces sosteniendo eso ma?- dijo Emma apurándose a agarrar con una mano la torta que sostenía y con la otra agarrarle la mano a su madre.- Sientate primero ¿si?

-¡Ay! Hija no me dejas hacer nada, que sea una anciana no significa que no pueda sostener una simple torta- dijo Sara, la madre, sentándose despacio mientras sostenía la mano de su hija.- Hasta la hice yo misma

-Si, me di cuenta por que tiene un cabello canoso aquí en el medio- dijo Emma sacando un cabello del centro del pastel y riéndose.

-Es mi regalo para ti- dijo Sara acompañando a su hija riéndose.

Emma dejo la torta en la mesa y se dispuso a buscar un cuchillo para cortarla.

-¡Hey! -interrumpio Sara- tienes que soplar las velas primero y los deseos

-Esta bien pero ¿podemos dejar los deseos para otro día? Estoy llegando tarde al colegio

La expresión de Emma cambio de estar sonriendo y alegre, a melancólica. La madre se dio cuenta ya que también cambió su tono de voz así que le pregunto:

-¿Ya no te gusta pedir deseos no?

Emma le estaba dando la espalda a su madre así que giro lentamente, se arremangó su camisa y la miro.

-Ya no creo en ellos- respondio.

Sara asintió tristemente y miro hacia el suelo. Hubo un silencio, pero no podría decir que fue incómodo, sino triste. En el cual las dos no sabían que decir porque estaban perdidas en sus recuerdos.
La primera en romper ese silencio fue Emma al ver como caía una lágrima lentamente por la mejilla de su madre.

-¡Hey anciana! Es mi cumpleaños ¿recuerdas? No un velorio.- dijo ella agachándose a la altura de Sara, mirándola fijamente y secándole la lágrima con la mano. Ella levanto la vista y lo miro con los ojos llorosos pero luego de un segundo suspiro y esbozo una leve sonrisa.

-Tienes razon tonta, además de tu cumpleaños es tu primer día de clases. Así que apurate y corta unos pedazos de ese pastel, se ve delicioso- dijo Sara, ahora sonriendo ampliamente.

-Callate, es mi cumpleaños. Si quiero puedo faltar al colegio. Sería mejor regalo que una cana -dijo Emma soplando rápidamente las velas, y disponiéndose a cortar un pedazo de pastel. Corto tres pedazos, le acercó uno a su madre en un plato mientras ella tomó uno con la mano y lo empezó a comer simplemente.

-Que cochina eres, ¿Que te cuesta agarrar un plato y comer bien?- acoto Sara. Le dio el primer mordisco al pastel y se dispuso a hablar con la boca llena- ¡Eres muy desubicada!

Emma río y escupió un poco de pastel. En ese momento de risa miro a su madre, así, con sus 86 años, feliz, riéndose con ella, y se dio cuenta cuánto la amaba. Cuanto la extrañaría...
Mejor no pensar en eso se dijo a si misma.

-Bueno, muy rico el pastel pero ya estoy llegando muy tarde. Asi que me voy- dijo ella, agarró su mochila y le dio un beso en la frente a su madre que recién iba por la mitad del pastel.

-Esta bien hija, nos vemos más tarde. Portate bien, cuidate y sobre todo...cuidalos- esto último lo dijo mirandola con una leve angustia. Emma odiaba que su madre le diga eso. Ya que su madre se lo decia desde que tenía memoria. Pero era ella, y las madres siempre te repiten las cosas por más que sepan que ya lo haces.

-Claro ma- dijo Emma suspirando.- luego nos vemos, te amo.

-Te amo hija

Y así Emma salió por la puerta mientras su madre la miraba con una mezcla de tristeza y orgullo.

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