11. Los juegos del zorro

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Al salir de la habitación lo primero que hacemos es buscar a Finn; si a nosotras que dormimos con un bate en la mano, nos hicieron una broma; a Finn que duerme con el dedo en la boca no me sorprendería que esté lastimado

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Al salir de la habitación lo primero que hacemos es buscar a Finn; si a nosotras que dormimos con un bate en la mano, nos hicieron una broma; a Finn que duerme con el dedo en la boca no me sorprendería que esté lastimado.

─Creo que ya lo vi ─dice Brooke.

Sigo su mirada y veo a Finn; él camina desganado rascándose el brazo.

─¿Qué te paso? ─le pregunta ella.

─Cuando desperté había una rata mordiéndome el brazo... ─responde y luego nos mira─, ¿creen que sea grave?

Sin decir nada le tomo el brazo y levanto la manga de su camiseta. Hay mordiscos por todos lados y parte de su brazo está generando ronchas.

Me pregunto de donde demonios sacaron todos esos animales.

─Creo que será mejor que busquemos a alguien que pueda desinfectar esta cosa... ─digo.

─Esa cosa es mi brazo ─se queja él.

─No te preocupes, esos idiotas van a pagar por meterse con nosotros ─le digo.

Seguimos sin conocer el lugar y estamos más perdidos que un moco en una oreja así que nos acercamos al simio, lo único que conocemos aquí.

─¿Donde podemos encontrar una enfermería?

─¿A quién lastimaron ahora? ─pregunta.

─¿Es normal que lastimen gente aquí? ─pregunta Finn.

El simio se ríe.

─Que sería de un internado vacacional sin un lastimado, ¿eh?

Los tres tragamos saliva y el simio nos empuja hasta la enfermería; creo que por el bien de la humanidad ha llegado el momento de preguntarle su nombre.

─¿Cuál es su nombre? ─pregunto.

─Me dicen Chimpi, no tengo idea de por qué... ─responde serio.

Lo miro y finjo una sonrisa.

─Vaya... pero qué sorpresa, yo tampoco me imagino por qué... ─le digo sarcástica.

La enfermera le desinfecta el brazo a Finn mientras éste maldice de manera salvaje.

"─¡Santa vaca!

─¡Su pinche abuela, su tía y su madre!".

Brooke y yo suspiramos.

─Creo que lo ha tomado bastante bien, ¿no crees? ─le digo.

─¿Te refieres a que no se puso a lloriquear? Pues sí.

Al final la enfermera le coloca en la frente una pegatina de una carita feliz por buen comportamiento.

─¿Y no me da un dulce? ─pregunta Finn apuntando el tarro de dulces que está en el escritorio de atrás.

Ella le gira los ojos y le da uno.

Jessie ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora