Capítulo 1

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Movía su rojiza cola con furia mientras clavaba sus uñas en la tierra. Quería saltar y atacar al indefenso gato desorientado.

—¿Pequeña Serpiente? —el pequeño gato maullaba asustado, con sus ojos ligeramente azulados temblando por el miedo—, ¡Ya sal! No es divertido.

Los bigotes de la hembra se movieron por la risa. Le divertía molestar a su hermano, el cual era el más delgado de la camada. Se preparó para saltar, moviendo ligeramente el trasero y dilatando sus pupilas. Finalmente dio el salto, cayendo encima del gato.

Pequeño Ardiente, retorciéndose, escapó del débil agarre de su hermana, y se colocó en posición de pelea. Le dió un bufido y saltó hacia ella, la cual pateó con fuerza su estómago y logró soltarse de él.

No se habían percatado de que una pequeña gata parda se había aproximado a ellos. La nariz de Pequeña Serpiente detectó su peculiar olor y detuvo la pequeña pelea que estaba teniendo con el gato rojizo.

—Pequeña Parda —Pequeña Serpiente se levantó del suelo, sacudiendo su pelaje mandando partículas de tierra a todos lados. Lamió su pata y miró nuevamente a la otra gata—, ¿Qué quieres?

Pequeña Parda vaciló, y miró sus zarpas tímidamente.

—Oh... me preguntaba si podría jugar con ustedes —maulló débilmente, mirando los ojos verdes de la gata de pelaje moteado.

—¿Nosotros? ¿Jugar contigo? —soltó un ronroneo risueño—. Vete.

Pequeña Salvaje, otra cachorra del Clan estaba mirando todo, y con cortos pasos se acercó a sus compañeras.

—Vamos, Pequeña Serpiente... No seas así con Pequeña Parda —dijo mirando de reojo a la gata parda, la cual se encontraba mirando sus patas.

—Me iré —espetó la gata dirigiéndose a la maternidad, iría con su madre.

Pero su acción fue interrumpida por la entrada al campamento de una gata color miel de gélidos ojos azules. Pequeña Serpiente podía sentir su miedo. La gata traía con ella una cachorra gris claro, que estaba inconsciente. Esto fue capaz de erizar todo el cuerpo de los cachorros que estaban expectando la situación.

La gata de ojos azules ignoró a los gatos que miraban la escena que acababa de hacer y se dirigió sin miedo a la guarida de la curandera.

—¿Qué fue eso... ? —maulló Pequeño Colmillo, el otro hermano de la gata rojiza.

Los tres hermanos se miraron entre sí con los ojos dilatados y su pelo erizado. Se sentía su miedo de lejos. Pero la curiosidad de Pequeña Serpiente era mucho más grande. Era verdad que quería estar entre el suave pelaje de Flor de Hielo, pero sus ganas de saber qué sucedía sobrepasaba la protección de su madre. ¡Pronto sería una aprendiza! Y tenía que ser valiente si quería convertirse en guerrera.

En silencio se encaminó a la guarida de la curandera, siguiendo los rastros de la gata melada, la cual era la lugarteniente de su clan.

La cachorra se escondió detrás de un par de helechos que cubrían bastante su olor. Se quedó ahí paralizada, agudizando su oído para escuchar mejor la conversación de la curandera y la lugarteniente.

—¿Qué le pasó? —preguntó con voz firme la gata de tonos amarillos.

—Podría mejorar —la gata gris oscuro vaciló, para luego continuar hablando—, parecen heridas de un gato, además de que huele al Clan de la Sombra.

Los Gatos Guerreros | Quiet Apprentice |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora