Capitulo 2

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Tomé una rápida ducha y me cambié con lo primero que vi en el guarda ropa. Bajé rápidamente a la cocina pero paré en seco cuando me vi dentro, no pude evitar recordar lo que había pasado en aquel sueño, todo parecía tan... real. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, traté de disimular el miedo que sentía y me dirigí a mi madre que se veía, ya estaba por terminar el almuerzo.

-¿Quieres que te ayude? - pregunté al ver que tenía las manos llenas.

-Tranquila, yo me encargo de esto.

-¿Segura?

-Sí, tu esperame en la mesa cariño.

Asenti con la cabeza y me dirigí al comedor. Me senté en la mesa y esperé a que mi madre viniera para almorzar. Como aun tardaba saqué el móvil y me dirigí al chat del grupo.

-¿Alguien vivo? - pregunté.

-Pues creo que ya lo estoy - escribió Michael - ¿Qué le has dicho a tu madre? ¿Te ha dejado salir?

-Sí, pero...

- Ya sabía ¿no le has dicho toda la verdad?

- Eh ¿de qué hablan? - se unió a la conversación Samantha.

- Le preguntaba a Zoe si le habían dado permiso - se adelantó en escribir Michael.

-¿Y te ha dado permiso Zoe?

-Sí, todo en orden. Entonces los veré el fin de semana en casa de Yaiza ¿okey?

-Esta bien Zoe, espero no me falles ¿eh?

-Tranquila Sam, tampoco es que la tengamos que obligar - sentí un mal ambiente entre esos dos.

- No te preocupes Micke, no les fallaré. Bueno chicos que me voy a almorzar, los veo luego.

-Adiós Zoe - escribió Sam.

-Cuidate - escribió Michael.

Mi madre tardó unos cuantos minutos en aparecer por la cocina con dos platos de comida, me sonrió gentilmente y se volvió. Regresó con dos vasos hábilmente en una mano y con el yogurt con frutillas en el otro. El almuerzo transcurrió normal, ambas hablamos de cómo habíamos pasado el día.

Trataba de sonar lo más tranquila posible, me veía forzada a darle varias sonrisas repentinas cada vez que me veía los ojos, pero no podía evitarlo, sentía que algo no iba bien, como si algo se encontrara ahí, con nostrosas. Puede que esa sensación era consecuencia de otra, no podía evitar sentirme observada, cada ruido peculiar en la casa me ponía los pelos de punta.

- Hija ¿estas segura de que estás bien?

Tardé segundos en contestar, parecía que me en contraba ensimismada. No sé muy bien si fue por puro instinto o por el incómodo momento por el que estaba pasando, pero me veía obligada a no mirarla a los ojos, de hecho me quedé mirando el pequeño umbral que conectaba el comedor con la cocina. Era como si esperase que algo o alguien pasara por ahí.

Al principio creía ver que había pasado Foxy, nuestro mastín inglés. Pero entonces noté que era poco más grande que nuestro perro, achiné los ojos, intentando darle forma a eso que parecía mirarme desde la oscuridad de la cocina. Ahora que lo pienso ¿por qué se veía tan sombrío esa parte de la casa? Estaba consciente de que apenas eran las tres de la tarde y el sol aún golpeaba las calles con su fuerte luz. Inatamente me puse en pie y con pasos cautelosos me acerqué cada vez más a la cocina. Sin despegar de vista aquella figura sin forma, dirigí mi mano al interruptor, que se encontraba a un lado del umbral. No sin antes darme una última mirada furtiva a lo que me parecía se había acercado con más rapidez hacia donde me encontraba yo.

La Novia de Charlie CharlieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora