En Ravenclaw también se enamoran

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A los once años, Tatsumi Souichi, recibió una extraña carta que lo invitaba a estudiar en un colegio de nombre sumamente extraño «Hogwarts». Era un niño escéptico y no dudo en romper la carta. Sucedió una, dos, tres y hasta la cuarta ocasión decidió abrir esa molesta correspondencia. No podía imaginar qué era tan importante para mandarle cartas con insistencia, instantáneamente después de romperlas aparecían más. «Parece brujería» pensó.

― Nos complace invitarlo al colegio "Hogwarts" de magia y hechicería.

No tenía explicación lógica, él, que era tan metódico y buscaba una explicación científica para el origen de cualquier hecho, estaba viviendo una mentira o cruel broma. La carta hablaba, flotaba, se movía. Rompió varias invitaciones más argumentando una locura pasajera; cansancio, sueño; siempre tenía una excusa para no aceptar la realidad. No se sentía alguien especial, al menos no de la forma descrita por la carta, sin embargo, estaba consciente que tenía un ingenio mayor al resto de sus compañeros.

Su proceso de aceptación no sólo fue difícil sino largo. Después de que un mago tocó a su puerta y fue víctima de un hechizo que lo suspendió en el aire no fue capaz de continuar con su negativa. Tuvo que explicar a su padre algo que ni él mismo entendía, además de parecerle insoportable la idea de separarse de sus hermanos. Soujin, como tutor, tuvo que hacerse responsable y dejar atrás la tristeza por la muerte de su esposa para darle a su hijo la educación que necesitaba.

― Serás el primer mago de los Tatsumi, Sou-kun. ― Dijo con entusiasmo.

Podía mentirle al mundo entero, incluso tragarse sus propias mentiras, pero muy en el fondo lo emocionaba la idea de un nuevo mundo por descubrir; estaba dotado de una curiosidad excepcional, quizá, una herencia paterna.

Siguiendo las indicaciones del sobre, fue a un templo cercano, donde se encontraba una bruja que lo ayudaría a trasladarse junto a su padre al mismísimo Callejón Diagon; lugar al que iría sólo a partir de su siguiente año. Pero ¿por qué demonios tenía que ir a una escuela inglesa si era japonés? Se desenvolvía correctamente en el idioma inglés pero las costumbres y, en resumen las personas que lo hablaban, le parecían una molestia. Ir hasta Londres para asistir a clase le parecía ridículo ¿qué no había una escuela en su país? Dejó sus cuestionamientos al atravesar la plataforma nueve y tres cuartos.

Desde su primer año, cuando fue ubicado en Ravenclaw, demostró ser el estudiante más brillante. Parecía que no había hechizo que pudiera dominar o poción que pudiera fabricar. Era el número uno sabelotodo. Durante su estadía en el castillo era un chico solitario. Varios estudiantes pensaban que era raro y creían que su habilidad se debía a su nacionalidad. No obstante, los de la casa de Slytherin pensaban que los profesores tenían una preferencia por el chico; obviamente no podía importarle menos y aprovechaba cualquier ocasión para cerrarles la boca.

― Tatsumi, ¡eres un idiota! ¿Qué rayos le pusiste a nuestra comida?

― No sé de qué hablan pero veo que encontraron mi frasco con Poción Multijugos. No pueden culparme por tener cerebros diminutos ¿Quién la tomaría con esencia de lagarto? ¿Es que no leyeron la etiqueta? Creo que la escritura japonesa es un tanto complicada para idiotas como ustedes.

A Souichi lo irritaba la ignorancia y presunción de los hijos de magos sangre-pura, era ridículo que habiendo crecido rodeados de magia fueran unos ineptos. Se suponía que ellos debían enseñarle a él y no al revés. Por fin entendió que los chicos tontos estarían a donde quiera que fuera y no por ser una escuela mágica sería la excepción. Sus prejuicios lo llevaron a subestimar algunos maestros y prefería nutrirse de la biblioteca.

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⏰ Última actualización: Jul 17, 2016 ⏰

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