Dinero, hombre maleducado que llama putas a las personas y casas destruidas.

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—Sophie, eso se considera robo.

Nick miró fulminante a Sophie, que miraba sus uñas.

—No es robo si nadie se dio cuenta—Sophie le respondió restándole importancia.

Nick se paró de la silla de plástico que estaba al lado de la cama destrozada de Sophie, y se puso al lado del pedazo de lámina que simulaba la puerta.

—Sí, se considera robo de todas maneras.

Cynthia entró junto con el hombre panzón, gritando:

—¡Sophie! ¡Esta lencería me queda de maravilla! ¡Gracias, amor!

La cara de la rubia fue épica, y la de Nick, ni se diga.

Cynthia y el hombre panzón vestían un brassiere decorado de Victoria's Secret y una tanga roja de la misma marca.

Sophie gritó y comenzó a llorar, y Nick no dijo nada.

—¡Lo sé, Sophie! ¡Nos queda divino!—El hombre panzón sacudió su mano, e hizo poses.

El llanto de Sophie se volvió más fuerte.

—De seguro están en sus días, ¡vámonos, Charlie!—Cynthia jaló al hombre panzón, de nombre Charlie, y salieron del lugar.

Nick hizo cara de ofendido, y Sophie siguió chillando.

—¡Mi lencería! 




—¿Y tú quién eres?—Sophie estaba en la entrada de la choza, mirando a un hombre que vestía de negro.

—¿Está Charlie en casa, putita?

Sophie lo miró ofendida.

—¡No soy una puta! ¿Por qué todo el mundo piensa lo mismo?

Hizo un puchero, y respondió a la pregunta:

—Sí. ¿Quién pregunta, payaso?

El hombre la miró.

—Tú dile qué venga, putita.

Sophie lo volvió a mirar ofendida, y salió del lugar, en busca de Charlie.

—¡Hombre panzón! ¡Hombre panzón! ¡Charlie!

Charlie salió de ni idea con una botella de cerveza en una mano, y murmuró:

—¿Qué quieres, puta?

Sophie rodó los ojos indignada y abrió la boca.

—Te busca un extraño muy mal educado, ¡me llama puta!

Charlie pasó junto a ella, ignorándola.

Se detuvo al llegar a la puerta, y se talló las manos nervioso.

—Marcus, yo..

El tal Marcus lo miró burlonamente.

—Me debes dinero.

El hombre entró en la propiedad, y observó todo a su alrededor.

—Bien.

Sonrió, y repentinamente tomó un pedazo de lámina que sostenía una parte de la cocina, y la aventó al otro extremo del lugar.

—¿Qué está mal contigo?

El hombre siguió tirando cosas ante los gritos de Sophie y Charlie.

Fue lo suficiente para alertar a Nick y a Cynthia, que vinieron corriendo rápidamente.

–¡Para! ¡Enserio!

Los gritos de todos se hicieron presentes en el lugar.

Otros hombres entraron en la casa, y destrozaron más cosas, ayudando al tal Marcus.

Cynthia estaba llorando.

Nick estaba espantado.

Charlie estaba tirado en el suelo.

Sophie, ella sólo veía sorprendida todo lo que las personas hacían por dinero.

—¿No pueden ir a un banco y ya?—Sophie gritó desesperada.

Marcus, que estaba aventando una silla de plástico afuera de la propiedad, y paró para observar a la rubia de voz chillona.

—Mira, putita.

Sophie hizo una mueca.

—El dinero  no es fácil de conseguir, ¿comprendes? No crece de los árboles. Y necesito el dinero, ¿entiendes eso, verdad?

Con cada palabra se acercaba más a la rubia, que retrocedía asustada.

Sophie asintió y chocó con uno de los pocos pedazos de lámina qué no habían sido destrozados.

Marcus sonrió complacido, y chifló con sus dos dedos en la boca.

Todos salieron corriendo del lugar.

Y Sophie vio todo a su alrededor.

Todo estaba destruido.

¿Y todo eso fue por dinero?

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