Capítulo 5: ¿por qué?

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Abro los ojos despacio, sin muchas ganas de terminar con mi maravilloso sueño de helados de nata y menta. Me relamo los labios de nuevo.

Al principio, mi visión es distorsionada y vidriosa. Pero mis sentidos se van despertando. El olfato. Un olor a champú fresco y colonia me inunda. El gusto. Aun con un rastro de menta de mi sueño. El oído. Escucho una respiración ajena a la mía pero acompasada con ella. El tacto. Siento un brazo haciendo de almohada para mi, un pecho que sube y baja cálido bajo la palma de mi mano, unas piernas enrolladas con las mías, un aliento chocando contra mi pelo y una mano arropando mi vientre.

Y, por último, la vista. Distingo entre los nuevos y vírgenes rayos del sol la mandíbula perfecta de un chico. Sonrío. Mi chico.

Está dormido, profundamente dormido y perfecto. La boca entreabierta. Deseo saborearla. Relamo mis labios y los acerco a los suyos, dejando un pequeño beso tímido en ellos. Con cuidado, me levanto de la cama y me dirijo al baño. Dentro de dos días haré un mes de embarazada y... me siento igual que cuando no sabía que lo estaba. Cero vómitos, cero mareos, cero malestares. Sólo el aturdimiento del estrés post-traumático, de los sueños y recuerdos relacionados con Leo.

Bajo a la cocina y no veo a nadie. Será demasiado temprano. Pero, al mirar al reloj, frunzo el ceño. A las nueve suele estar levantado al menos mi padre.

Camino al salónconfusa, pero freno tan pronto como escucho voces, voces masculinas yfamiliares.

- Ella no está en la situación más fácil ahora – ese es mi padre.

- Pero, papá... - Christopher.

Mi corazón se acelera y la respiración me falta. Mi hermano... ha vuelto.

Sacudo la cabeza. Tengo que concentrarme en lo que dice.

- ¡Es tu hermana, maldita sea! - grita en un susurro mi padre – No viniste cuando desapareció, te quedaste en Italia sin saber que ella estaba mas cerca de ti que de nosotros – su furia es inminente, y me sorprende, porque mi padre no suele enfadarse nunca - ¡Dos semanas! La drogaron, la maltrataron, la... la violaron. Ni siquiera es capaz de volver a hablar de nada con nadie. ¡No me vengas con que no es un buen chico porque Nícolas ha estado haciendo más por ella que tú, más que nadie!

El silencio aguarda la conversación hasta que Christopher vuelve a romperlo.

- El bebé no es suyo, ¿por qué razón debería quedarse con Jo? - me tenso ante la idea de que cerecita acaba de entrar en la charla. Automáticamente, llevo una mano a mi vientre

– Ese crío le destrozará la vida a Johana. Yo puedo seguir estudiando y mantener a Aria y a mi hijo, pero ellos ni siquiera tienen una base de estudios.

- ¿Qué estás sugiriendo, Christopher Leiva? - cuestiona lentamente mi padre, con enfado. Mi pulso se acelera y me apego más a la puerta.

- El bebé no fue buscado, ni querido. Podrían esperar un tiempo, forjar un futuro y tener un hijo que fuera de ambos, sin tantas dudas – suspira – no tiene por qué nacer.

Mis vellos se erizan, la respiración ha desaparecido totalmente. De repente, creo sentir todas las sensaciones que inundaron a Jessie cuando yo sugerí lo mismo. Ahora me duele, es como si mi propio hermano me hubiera dado una puñalada en el tórax. No me ve capaz de mantener a mi cerecita.

Empujo la puerta sin aviso alguno y allano la habitación en la que sólo están mi padre y él. Sin miramiento, y antes de que alguien me frene, camino hasta estar en frente del que creía mi hermano.

Apostamos por ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora