Rita

76 9 3
                                    

Rita llega a su minúsculo apartamento del centro. No es gran cosa, pero hace las funciones de aportarle un lugar donde vivir, una cocina donde cocinar y una cama donde poder descansar.

Desde que se mudó del pueblo en busca de la oportunidad que sacara de pobres a ella y a su familia, todo ha ido de mal en peor. Aunque no debería quejarse porque al menos tiene trabajo. Su licenciatura en filología hispano francesa le ha valido lo mismo para encontrar un buen curro que lo que le habría valido a Da Vinci tener un iPad en los tiempos en que la gente se alumbraba con candelas de aceite.

Rita piensa que en parte, su aspecto le ha valido más de un puesto de trabajo. Al quincuagésimo intento de colocarse en una empresa haciendo "lo que sea", su querida amiga de la infancia Aurora, le dijo que para la siguiente, probara a ponerse tacones, un escote y algo de maquillaje. Desde luego que Aurora tenía razón, porque la siguiente vez que acudió a otra empresa más a entrevistarse con el chupatintas de turno, se encontró con un contrato, de mierda, de sustitución, trabajando 12 horas y cobrando 4, pero contrato al fin y al cabo.

Desde entonces ha conseguido "prosperar" , en parte gracias a los consejos de su amiga, en parte a los tíos y en parte a sus tetas. Actualmente trabaja en una editorial de cierto prestigio por un sueldo miserable y con un jefe, Don Ángel,que más que miserable llega al estatus de viejo verde cabrón y malnacido.

Hoy no es feliz. El día ha sido largo. Un sinfín de documentos en la mesa a los que algunos llaman "libros", una eternidad de llamadas telefónicas y una pantalla aburrida y llena de letras, párrafos y marcas.
Alguien debería plantearse que para ser escritor, no es suficiente con escribir o con tener una idea. Su trabajo como correctora ortotipográfica no le proporciona ningún placer, de hecho considera que 95 de cada 100 trabajos que corrige parecen sacados de la mano de niños de preescolar.

-Algún día seré editora jefa - sueña Rita mientras piensa en su trabajo asqueroso, en un absurdo y miserable mundo de mierda.

Hace ya dos semanas que lo dejó con el capullo de su novio. Ya le había advertido Aurora que cuando un tío se pasa más tiempo mirándose al espejo que una misma, estás ante un onanista y egocentrista en potencia. Al final resultó que el muy cabrón se estaba follando a su vecina del quinto. Curiosa situación, todo un cliché digno de una película porno de bajo presupuesto. La del quinto nada menos. Aunque la tía no era nada especial, debía chuparla bastante bien,  a juzgar por cómo gemía el gilipollas de su novio en el vídeo ese que la muy puta le había mandado aquel día.

Lo recordará durante mucho tiempo porque aquel era el día en que su amiga Aurora se había casado. Por supuesto, estaban invitados a la comida pero él ya no fue, claro.

- ¿Acaso yo no la chupo bien? - se preguntó, entre pensamientos tórridos mientras recordaba el dichoso vídeo. - ¿Por qué él nunca me pidió grabarnos un vídeo así? Me habría puesto muy cachonda.

El caso es que en ese filme propio de Torbe ella era la puñetera cornuda en lugar de la protagonista.

- ¡Cabrón! - dice para sus adentros.

Si a todo esto le sumamos que está con la regla, hoy su día es, en definitiva, una basura para olvidar, lo que complica todavía más su existencia.

- ¿Porqué alguien tuvo que inventar eso de que las mujeres tengamos que sangrar como cerdas todos los meses para demostrar que somos capaces de crear vida? - piensa Rita mientras se sienta en el baño a relajarse mientras ojea una revista donde todas las tías que aparecen parecen sacadas de una revista. - ¿A quién le interesan los hijos si no puedo permitirme ni siquiera tener un novio normal o un jefe que no se pase el tiempo mirándome las tetas? - se pregunta, quemada con el mundo. - Al menos mis tetas parece que me sirven también para encontrar trabajo.

Mientras ojea la revista, descubre un artículo en el que, la inspirada articulista, cuenta los beneficios del ligue en las redes sociales.

- Al final me voy a buscar compañía en un sitio de esos. - Piensa mientras imagina cómo debe ser derretirse por alguien a quien ni siquiera conoces en persona. - Aunque para un desahogo puntual, tampoco me parece mala idea.

Tiene la suerte de tener compañeros de curro que no son especialmente gilipollas. Tomás, es un tipo genial y no es el típico pulpo, se puede hablar con él. Javier en cambio le parece peligroso. Sí, está bueno, sí, es simpático, pero es peligroso y no está su corazón como para que le anden dando de ostias todos los días. Según le han contado compañeras, debe ser una especie de trofeo de caza de todas las zorras del edificio y colindantes. Para sus adentros, reconoce que el tío tiene un buen revolcón y, si no fuese porque acaba de romper con el imbécil de Paco, tal vez se lo pensaría. Pero no, no es definitivamente el tipo de hombre al que agarrarse cuando ella, lo que quiere, es un poco de compañía, unas risas entre copas y un abrazo después de una noche loca. Además, no es que sea una estrecha, pero tampoco le gusta ser la guarra que se abre de patas con el primer guaperas que aparece.

Así, poco a poco se va haciendo un perfil imaginario del tipo ideal que podría encontrar en uno de esos chats de Internet.

- Atractivo pero no guapo - discurre. - Más alto que yo con tacones, que eso ya tiene que ser cerca del 1'85. Gracioso no, pero simpático. Ocurrente. Divertido. Caballero pero con un toque picante, que no me gustan demasiado encorsetados. Que viva solo, por supuesto. Que no tenga novia... ¡Ah y que le encante follar, que no quiero ya que me hagan el amor!, ¡Un macho pero delicado¡, ¡No, más bien rudo pero controlado!... ¡Uf! Yo creo que no se ni lo que quiero.

Rita se ríe mientras dibuja en su mente el perfil y le va dando forma. Al mismo tiempo, una lágrima recorre su mejilla. No es que sea bipolar. Es mujer y está dolida.

LumpenManDonde viven las historias. Descúbrelo ahora