Infancia

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I


Era una tarde tranquila, yo jugaba en el pasto con mi mejor amigo Melay. Sentía muy bonito jugar a la pelota con él, ya que últimamente no lo veía mucho, sus papas eran muy estrictos con él porque decían que la educación era más importante y que el jugar con carritos y muñecos no era nada productivo, así que lo encerraban en su cuarto a estudiar matemáticas e historia. 
 ¡Lo sé! ¡Qué asco!  Mi caso era que el Nintendo no funcionaba y no tenía nada que pudiera reducir mi aburrimiento en la casa, por eso cuando mi amigo podía escaparse un ratito para jugar conmigo lo disfrutaba bastante.

El abría su ventana y bajaba con mucho cuidado la escalera que estaba por fuera, venia corriendo hacia mi casa y tiraba una piedra a mi ventana, me asomaba y salía de inmediato buscando como loco juguetes para jugar con él. Siempre éramos muy cuidadosos con el tiempo. Podíamos pasarnos de más y eso provocaría que sus papas se dieran cuenta de que no estaba en su cuarto estudiando esas porquerías, pero bueno, la vida es un riesgo no? Esa era nuestra frase antes de hacer una tontería. "La vida es un riesgo". Cuando tocábamos puertas ajenas y corríamos "La vida es un riesgo", cuando saltábamos grandes coladeras en la calle "La vida es un riesgo", Antes de comer cochinillas... "La vida es un riesgo', cuando uno tenía miedo de algo el otro lo animaba y éramos como uña y mugre inseparables.
Pero eso no duro mucho...

- ¡Vamos, lánzala Seth!
- Claro!! - dije con entusiasmo.


Apenas lance la pelota cuando de pronto logre ver dos figuras que venían a gran velocidad,
¡Eran los padres de Melay! no puedo creerlo, ¿cómo se dieron cuenta? apenas teníamos 10 minutos de jugar.
Inmediatamente señale con mi dedo a sus padres y mi rostro lleno de miedo contagio el suyo.
Melay al verlos tuvo tanto miedo que parecía como si hubiera visto en la vida real a un zombi caminando, pude ver el horror en su cara, sin embargo, al llegar sus padres solo cargaron a mi amigo sin decir nada, en los rostros de sus padres se lograba ver cierto miedo. 


Era bastante extraño ya que sus padres siempre eran groseros y muy prepotentes pero esta vez se veía un miedo nunca antes visto...

Logrando ver a mi amigo de lejos solo levante mi pulgar y el en la espalda de su padre hizo el mismo gesto.
¿Lo volvería a ver? ¿Porque tenía este extraño sentimiento de que algo estaba mal?
No lograba comprender que es lo que pasaba, así que me fui a casa, tome mi pelota para contarle a mi madre lo sucedido.

Solo vivía con mi madre, mi padre nos dejó para irse a la guerra, era militar, un día llego un soldado para decirnos que había fallecido así que mi madre sufrió mucho, ella lo amaba con todo su corazón y los siguientes días fueron demasiado difíciles. 


Mi madre era muy linda, su voz era dulce como la miel y sus brazos que siempre me abrazaban eran delgados, de esos que transmiten amor cálido y suave que te curan de cualquier problema. Tenía su cabello hasta la cintura, color café, sus ojos cafés claros eran brillantes como las estrellas, unas mejillas muy finas y unos labios muy suavecitos y delgaditos.

Mi padre por su parte era alto, y amable con la gente, no recuerdo muchas cosas sobre el pero él fue un gran hombre y murió con honor en la guerra.

Al entrar en la casa la vi en la cocina lavando trastes.

- Hola mi amor, ¿qué tienes? - dijo con cierta curiosidad, me conocía muy bien así que sabía cuándo algo me preocupaba.
- Mama - dije con cierto miedo - Estaba jugando con Melay y sus padres llegaron casi corriendo, se llevaron a mi amigo sin decir nada, parecían asustados.
- Que extraño - dijo con una expresión preocupada - probablemente tengan un problema muy grave.
- ¡Pero mama! Siento que ya no volveré a ver a mi amigo, es el único amigo que tengo y no me gustaría que le pasara algo.
- Tranquilo mi niño, todo estará bien - me coloco una mano en el hombro y se inclinó para darme un beso en la frente. Por alguna razón sus palabras podían darme tranquilidad y esperanza de volver a ver a mi amigo.

La Venganza De SethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora