Octubre, 1917
Cerca de FranciaTe ves hermosa.
Imagino que tal vez lleves tu cabello en un moño suelto, como cuando estás en casa, leyendo una de esas poesías que nunca logré comprender.
Lamento no poder decírtelo de frente.
Lamento no poder decirte lo preciosa que te ves. No, no. No te ves preciosa. Eres preciosa. Eres, y seguirás siendo la mujer más hermosa en esta tierra.
Tan inocente, tan pura, tan mía.
Mía.
Probablemente me odies ahora mismo.
Odies al inevitable destino.
Odies a la interminable violencia de este mundo.
Odies que me hayan obligado a luchar por algo que no provoqué.
Pero, ¿qué se le puede hacer?
Y ahora mismo, yo solo odio el hecho de no poder decirte al oído lo mucho que te amo.
Porque lo hago.
Soy un hombre que pronuncia pocas palabras, pero que vive de las interminables letras en su mente. Y no tuve el valor suficiente para decírtelo las veces que debí haberlo hecho.
Pero ya es muy tarde para estar arrepentido.
No puedo darte la paz, aunque te mereces un mundo en el que alguien pueda amarte con cada fibra y latido de su corazón, hasta que tus ojos se abandonen a la oscuridad, un mundo dónde no tengas que sufrir ninguna pérdida.
Pero vivimos en esta mísera de mundo.
No puedo darte eso. Pero es mi mayor deseo alguna vez poder hacerlo.
Tal vez pueda.
Tal vez, al estar aquí, pueda ayudar en darte un mundo mejor.
Y no sólo para ti, a pesar de ser la más importante.
Mi madre también podría cultivar sus zanahorias en su huerto, sin la necesidad de estar al acecho sobre a qué hora tendrá que regresar a casa por riesgo a ser bombardeada.
Y yo también podría amarte hasta quedarme sin oxígeno.
Nos robaron el tiempo. Nos están robando.
Mis ojos presencian atrocidades con cada día que pasa. Cosas inimaginables, que nadie debería tener la obligación de observar.
No tiene caso entrar en detalles. Te amo lo suficiente para no dártelos. Me gustaría que, al menos uno quedase intacto de los estragos que esta guerra está haciéndole al mundo. Incluso si mi intento es en vano.
En realidad, no sé ni cómo comenzó este conflicto.
Nos obligan a luchar en su nombre, a pesar de que no podemos saber que hicimos para merecerlo.
Según dicen todos, nosotros no hemos hecho nada. A nadie le queda un gramo de patriotismo. A nadie le importa si Alemania tiene Alsacia, Bélgica o Francia. Lo único que quiere todo el mundo es acabar con esto de una vez e irse a casa.
¿Entonces, por qué debemos seguir aquí?
Esta de más decir que es injusto.
Pero así es como son las cosas.
Ahora mismo ni siquiera sé con exactitud qué hora es. O que día.
Me gusta imaginarte sentada en tu habitación, apreciando el mismo cielo estrellado que tengo sobre mis ojos.
Porque eso hago yo. Me gusta sentirte cerca. No sé cuándo podré volver a sostenerte entre mis brazos, para hacerte suspirar hasta perder la cordura.
Aunque pronto volveré a casa. Entre murmullos se rumorea que todo acabará en poco tiempo.
Incluso si lo que se vive aquí es inolvidable.
Y creo que es tiempo para realmente admitir que todo este tiempo no he pensado ni un segundo en luchar por mi país.
Yo lucho por ti, día a día.
Lucho porque puedas despertar, y ver las maravillas que tiene el mundo para darnos, y no las atrocidades que se esconden debajo de la mano del hombre.
Recuerda que cuando tengas miedo, sólo cierra los ojos, y sonríe. Sé lo mucho que odias las tormentas.
Siempre estaré contigo.
T. B.
•••
Thomas J. Becker.
MUERTO EN COMBATE.
![](https://img.wattpad.com/cover/78942673-288-k8397.jpg)
ESTÁS LEYENDO
De balas y corazones rotos
Romance«Recibimos balas y flores en un mismo corazón.» De un soldado al que el tiempo se le fue arrebatado, y se encontró abandonado con sus letras bajo una noche estrellada. **Carta escrita para el desafío "Cartas de amor en la Primera Guerra."** Género:...