Emma cruza el pasillo corriendo hasta llegar a mi habitación y entrar chillando a más no poder.
— ¡Mira lo que encontré entre las bolsas de golosinas!
Entre sus manos agita con emoción un teléfono celular. La miro sin entender cuál es la emoción.— ¿Tu teléfono? —Respondo dudosa tratando de descifrar su felicidad.
— Es el teléfono de Ben... Benjamín Phillips —Corrige con una pequeña sonría cómplice.
— ¿Todo bien por aquí?
Papá se recuesta en el marco de la puerta pasando la vista de Emma a mí.— Si.
Respondemos ambas a la vez con una amplia sonrisa.— Me alegro —Sonríe—, voy con Samantha a comprar algunas cosas. Elizabeth estas a cargo.
Asiento. Apenas se retira de la puerta Emma la cierra con seguro y se lanza junto a mí en la cama.
— ¿Cual crees sea su contraseña? —Pregunta vagamente sin dejar de observar el aparato entre sus manos. Lo miro de reojo.
— No tiene —Contesto con simpleza recibiendo la mirada curiosa de Emma.
— ¿Como lo sabes?
— Intenta y veras.
Entrecierra los ojos regresando la vista al teléfono, lleva el pulgar al centro de la pantalla y lo desliza hacia abajo. La imagen del candado desaparece dando paso a la imagen principal que consiste en los ocho hermanos Phillips en una playa sonriendo con felicidad. Los ojos de Emma se iluminan y vuelve a chillar.
— ¡Eres un genio, Iza!
Sonrió alagada en un encogimiento de hombros. Continuo en lo mio sin tomar mucha atención a Emma, escucho un suspiro triste.
— Es el teléfono de Samuel —Se lamenta en voz alta. Volteo a verle.
— ¿Samuel? ¿Quién es Samuel?
— El gemelo mayor de los Phillips —Responde con una leve mueca.
— ¿Como lo sabes?
Indagó tratando de mostrar mi mayor interés en el tema. Ciertamente recuerdo poco a esos niños, son demasiados como para recordarlos a todos.— Porque hay una conversación con Abigail y todos saben que Samuel y ella salen —Suspira—. Una total pérdida de tiempo.
Acaricio su cabellera con ternura.
— Entonces hay que devolver el teléfono.
Me levanto tomando el teléfono entre las manos de Emma. Lo guardo en mi bolsillo y me encamino a la puerta.
— ¿No vienes? —Niega ocultando el rostro en una almohada—. Tal vez Benjamín este allí...
Quita la almohada de su rostro y me ve con los ojos entrecerrados. Me señala acusadora pero termina por levantarse y salir de casa junto a mí. En el camino vamos saludando a todos los vecinos, al ser una comunidad realmente pequeña todos se conocen, o la mayoría.
Lo hermoso de aquel lugar es el paisaje, hay mucho espacio para admirar el cielo y sus colores. Por el contrario donde mamá hay mas edificios que cualquier otra cosa. Aquí hay árboles, la gente respeta el ecosistema y lo cuidan.
— A Benjamín lo adoptaron hace tres años y todas, sin exagerar, están detrás de él. O bueno la mayoría —Se encoge entre hombros.
— Me imagino.
Desde lejos la casa Phillips es lo primero que uno tiende a ver, afuera hay dos pequeños persiguiendo entre si y una pequeña rubia sentada en el césped tal vez escribiendo. Dos chicos lanzándose un balón de fútbol americano, uno de ellos pelirrojo el cual reconocí como Damian y al pequeño pelinegro de lentes como Rafael, los había visto antes.
— Ella es la chica del supermercado...
Escuche susurrar a uno de los pequeños que se habían detenido a vernos, la pequeña rubia ni reparo en nosotras por el contrario de Damián y Rafael que detuvieron el balón para vernos.— Emma —Saluda Damián con una ligera sonrisa—, ¿Qué haces aquí?
— Yo... Bueno...
— Vinimos a entregar este teléfono —Saco del bolsillo el teléfono y se lo muestro—. Es de Samuel.
— Yo soy Samuel —Aclara—, ¿Donde lo encontraron?
Toma entre sus manos el teléfono revisándolo con la mirada.
— En el supermercado, lo metieron en una de nuestras bolsas por equivocación —Contesta rápido Emma sin dejar de mirar al pelirrojo.
— ¡Damián! —Grita de pronto haciéndonos sobresaltar. Sonríe en modo de disculpa.
— ¿¡Qué!?
La puerta principal se abre dejando a la vista a otro pelirrojo solo que este sin camisa, sudoroso y con las mejillas rojas. Detrás de él otro muchacho le sigue, de contextura gruesa y cuerpo bien definido.
— Encontré tu teléfono... —Nos mira de reojo antes de agregar—, ellas lo encontraron.
Damián me ve pero sigue hasta Emma y su mirada queda allí, sonríe ladino.
— Pequeña —Saluda a Emma y esta solo se sonroja bajando la mirada.
— Bueno... —Me aclaro la garganta—, eso era todo.
Tomo a Emma del antebrazo y emprendo mi caminata de regreso a casa, justo frente a la casa Phillips se estaciona un auto del cual bajan el señora y la señora Phillips junto a una chica, la misma del supermercado que ahora reconozco como Lilith.
— ¡Emma! —Exclama la señora Phillips con entusiasmo sin notar mi presencia.
Abraza con efusividad a Emma siendo correspondida con cierta incomodidad, al momento de soltarla repara en mi, en cierto punto todos reparan en mi.
— ¿Elizabeth? —Entrecierra los ojos al verme. Asiento—. ¡Cariño mira! Es Elizabeth. Cuanto has crecido niña.
Sus brazos rodean mi cuerpo y lo aprietan con felicidad sincera. El señor Phillips da dos leves palmadas en mi espalda para luego hacer lo mismo con Emma.
— Ayer no te reconocí —Confianza Lilith sosteniendo con fuerza un par de bolsas—, ¿Te acuerdas de mí?
Asiento.
— ¿Cómo está tu mamá? —Pregunta curiosa la señora Phillips.
— Bien. Me voy a quedar con papá estas vacaciones —Comento con confianza, lista para entablar una conversación con aquella señora.
Margareth Phillips es una señora muy alegre, con bastante energía a pesar de su edad. Es muy difícil no tomarle cariño a esa mujer como también hacerle breve, suele hablar mucho de cualquier tema. Tiene una facilidad para sacar conversación impresionante.
— ¡Qué maravilla! Tal vez Lilith pase a visitarte alguna vez, como cuando eran pequeñas.
Sonrió amplio. Emma sujeta mi antebrazo.
— Debemos irnos. Hasta luego —Se despide por ambas jalándome lejos de la casa Phillips.
— ¿Que sucede? —Pregunto al notar su mirada confusa a la nada y su ceño fruncido.
— Damián tiene mensaje de Abigail, ¿Entiendes que sucede aquí? —Me mira con ojos grandes—. Ella engaña a Samuel con su hermano gemelo.
— O está saliendo con Damián y tú estas confundida —Me encojo entre hombros.
Entro a la casa escuchando a Emma negar mil y una vez lo dicho por mí.
— ¡Eso es! —Chilla señalándome—. Ellos la engañan a ella, tal vez ella cree que está saliendo con Samuel pero sale con los dos.
La miro en silencio antes de reír.
— Tienes una gran imaginación Emma.
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Elizabeth ©
Teen Fiction¿Vida tranquila? ¿Aquello se come? Ser hija única de padres divorciados conlleva vivir en diferentes sitios por cortas temporadas. © Derechos de autor reservados.