2. Una gran imaginación.

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Emma cruza el pasillo corriendo hasta llegar a mi habitación y entrar chillando a más no poder.

— ¡Mira lo que encontré entre las bolsas de golosinas!
Entre sus manos agita con emoción un teléfono celular. La miro sin entender cuál es la emoción.

— ¿Tu teléfono? —Respondo dudosa tratando de descifrar su felicidad.

— Es el teléfono de Ben... Benjamín Phillips —Corrige con una pequeña sonría cómplice.

— ¿Todo bien por aquí?
Papá se recuesta en el marco de la puerta pasando la vista de Emma a mí.

— Si.
Respondemos ambas a la vez con una amplia sonrisa.

— Me alegro —Sonríe—, voy con Samantha a comprar algunas cosas. Elizabeth estas a cargo.

Asiento. Apenas se retira de la puerta Emma la cierra con seguro y se lanza junto a mí en la cama.

— ¿Cual crees sea su contraseña? —Pregunta vagamente sin dejar de observar el aparato entre sus manos. Lo miro de reojo.

— No tiene —Contesto con simpleza recibiendo la mirada curiosa de Emma.

— ¿Como lo sabes?

— Intenta y veras.

Entrecierra los ojos regresando la vista al teléfono, lleva el pulgar al centro de la pantalla y lo desliza hacia abajo. La imagen del candado desaparece dando paso a la imagen principal que consiste en los ocho hermanos Phillips en una playa sonriendo con felicidad. Los ojos de Emma se iluminan y vuelve a chillar.

— ¡Eres un genio, Iza!

Sonrió alagada en un encogimiento de hombros. Continuo en lo mio sin tomar mucha atención a Emma, escucho un suspiro triste.

— Es el teléfono de Samuel —Se lamenta en voz alta. Volteo a verle.

— ¿Samuel? ¿Quién es Samuel?

— El gemelo mayor de los Phillips —Responde con una leve mueca.

— ¿Como lo sabes?
Indagó tratando de mostrar mi mayor interés en el tema. Ciertamente recuerdo poco a esos niños, son demasiados como para recordarlos a todos.

— Porque hay una conversación con Abigail y todos saben que Samuel y ella salen —Suspira—. Una total pérdida de tiempo.

Acaricio su cabellera con ternura.

— Entonces hay que devolver el teléfono.

Me levanto tomando el teléfono entre las manos de Emma. Lo guardo en mi bolsillo y me encamino a la puerta.

— ¿No vienes? —Niega ocultando el rostro en una almohada—. Tal vez Benjamín este allí...

Quita la almohada de su rostro y me ve con los ojos entrecerrados. Me señala acusadora pero termina por levantarse y salir de casa junto a mí. En el camino vamos saludando a todos los vecinos, al ser una comunidad realmente pequeña todos se conocen, o la mayoría.

Lo hermoso de aquel lugar es el paisaje, hay mucho espacio para admirar el cielo y sus colores. Por el contrario donde mamá hay mas edificios que cualquier otra cosa. Aquí hay árboles, la gente respeta el ecosistema y lo cuidan.

— A Benjamín lo adoptaron hace tres años y todas, sin exagerar, están detrás de él. O bueno la mayoría —Se encoge entre hombros.

— Me imagino.

Desde lejos la casa Phillips es lo primero que uno tiende a ver, afuera hay dos pequeños persiguiendo entre si y una pequeña rubia sentada en el césped tal vez escribiendo. Dos chicos lanzándose un balón de fútbol americano, uno de ellos pelirrojo el cual reconocí como Damian y al pequeño pelinegro de lentes como Rafael, los había visto antes.

— Ella es la chica del supermercado...
Escuche susurrar a uno de los pequeños que se habían detenido a vernos, la pequeña rubia ni reparo en nosotras por el contrario de Damián y Rafael que detuvieron el balón para vernos.

— Emma —Saluda Damián con una ligera sonrisa—, ¿Qué haces aquí?

— Yo... Bueno...

— Vinimos a entregar este teléfono —Saco del bolsillo el teléfono y se lo muestro—. Es de Samuel.

— Yo soy Samuel —Aclara—, ¿Donde lo encontraron?

Toma entre sus manos el teléfono revisándolo con la mirada.

— En el supermercado, lo metieron en una de nuestras bolsas por equivocación —Contesta rápido Emma sin dejar de mirar al pelirrojo.

— ¡Damián! —Grita de pronto haciéndonos sobresaltar. Sonríe en modo de disculpa.

— ¿¡Qué!?

La puerta principal se abre dejando a la vista a otro pelirrojo solo que este sin camisa, sudoroso y con las mejillas rojas. Detrás de él otro muchacho le sigue, de contextura gruesa y cuerpo bien definido.

— Encontré tu teléfono... —Nos mira de reojo antes de agregar—, ellas lo encontraron.

Damián me ve pero sigue hasta Emma y su mirada queda allí, sonríe ladino.

— Pequeña —Saluda a Emma y esta solo se sonroja bajando la mirada.

— Bueno... —Me aclaro la garganta—, eso era todo.

Tomo a Emma del antebrazo y emprendo mi caminata de regreso a casa, justo frente a la casa Phillips se estaciona un auto del cual bajan el señora y la señora Phillips junto a una chica, la misma del supermercado que ahora reconozco como Lilith.

— ¡Emma! —Exclama la señora Phillips con entusiasmo sin notar mi presencia.

Abraza con efusividad a Emma siendo correspondida con cierta incomodidad, al momento de soltarla repara en mi, en cierto punto todos reparan en mi.

— ¿Elizabeth? —Entrecierra los ojos al verme. Asiento—. ¡Cariño mira! Es Elizabeth. Cuanto has crecido niña.

Sus brazos rodean mi cuerpo y lo aprietan con felicidad sincera. El señor Phillips da dos leves palmadas en mi espalda para luego hacer lo mismo con Emma.

— Ayer no te reconocí —Confianza Lilith sosteniendo con fuerza un par de bolsas—, ¿Te acuerdas de mí?

Asiento.

— ¿Cómo está tu mamá? —Pregunta curiosa la señora Phillips.

— Bien. Me voy a quedar con papá estas vacaciones —Comento con confianza, lista para entablar una conversación con aquella señora.

Margareth Phillips es una señora muy alegre, con bastante energía a pesar de su edad. Es muy difícil no tomarle cariño a esa mujer como también hacerle breve, suele hablar mucho de cualquier tema. Tiene una facilidad para sacar conversación impresionante.

— ¡Qué maravilla! Tal vez Lilith pase a visitarte alguna vez, como cuando eran pequeñas.

Sonrió amplio. Emma sujeta mi antebrazo.

— Debemos irnos. Hasta luego —Se despide por ambas jalándome lejos de la casa Phillips.

— ¿Que sucede? —Pregunto al notar su mirada confusa a la nada y su ceño fruncido.

— Damián tiene mensaje de Abigail, ¿Entiendes que sucede aquí? —Me mira con ojos grandes—. Ella engaña a Samuel con su hermano gemelo.

— O está saliendo con Damián y tú estas confundida —Me encojo entre hombros.

Entro a la casa escuchando a Emma negar mil y una vez lo dicho por mí.

— ¡Eso es! —Chilla señalándome—. Ellos la engañan a ella, tal vez ella cree que está saliendo con Samuel pero sale con los dos.

La miro en silencio antes de reír.

— Tienes una gran imaginación Emma.

Elizabeth ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora