Capítulo 129

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"Aunque no te vea directamente, sé que estás allí, cuidándome"


1 de noviembre, vestía un vestido negro corto y ajustado, zapatillas deportivas con plataforma azules oscuro y collar dorado con diseños tribales grande. Por fin mi altar del día de los muertos estaba completamente listo con sus 7 niveles

-Cassie: sólo siéntense- reclamé a mi familia

-Zack: bien- se sentó en el piso de mi sala de estar- Ahora, ¿Nos explicarás por qué todo esto?

-Sofía: sí, no tengo ningún problema se ve lindo. Pero no comprendo

-Cassie: abrí los ojos- tú- la señalé- no eres Mexicana- rió

-Sofía: estudié en Londres

-Cassie: asentí- comprendo- suspiré- bien. Esto que tienen frente a ustedes es el Altar del Día de los Muertos

-Abuela: ok

-Cassie: empezaré desde el principio

-Mamá: suena bien

-Cassie: el Día de los Muertos se celebra entre el 1 y el 2 de Noviembre, Para los antiguos mesoamericanos, la muerte no tenía las connotaciones morales de la religión católica, en la que las ideas de infierno y paraíso sirven para castigar o premiar. Por el contrario, ellos creían que los rumbos destinados a las almas de los muertos estaban determinados por el tipo de muerte que habían tenido, y no por su comportamiento en la vida.

-Zack: ¿Y eso...?

-Cassie: ¡No interrumpas!- grité levantando mi dedo en su dirección

-Zack: bien- levantó las manos

-Cassie: suspiré- La muerte entre los aztecas. Ellos creían que la vida ultraterrena del difunto podía tener tres destinos:

Tlalocan o paraíso de Tláloc, dios de la lluvia. A este sitio se dirigían aquellos que morían en circunstancias relacionadas con el agua. El Tlalocan era un lugar de reposo y de abundancia.- vi que me grababan por lo que continué desplazándome-Omeyocán, paraíso del sol, presidido por Huitzi- hice una mueca y leí la hoja- Huitzilopochtli, el dios de la guerra. A este lugar llegaban sólo los muertos en combate, los cautivos que se sacrificaban y las mujeres que morían en el parto. El Omeyocan era un lugar de gozo permanente, en el que se festejaba al sol y se le acompañaba con música, cantos y bailes. Los muertos que iban al Omeyocan, después de cuatro años, volvían al mundo, convertidos en aves de hermosas plumas multicolores.Mictlán, destinado a quienes morían de muerte natural. Este lugar era habitado por- leí el nombre en mis notas detenidamente- Mictlantecuhtli y Mictecacíhuatl, señor y señora de la muerte. Era un sitio muy oscuro, sin ventanas, del que ya no era posible salir.Chichihuacuauhco, lugar a donde iban los niños muertos antes de su consagración al agua donde se encontraba un árbol de cuyas ramas goteaba leche, para que se alimentaran. Los niños que llegaban aquí volverían a la tierra cuando se destruyese la raza que la habitaba. De esta forma, de la muerte renacería la vida.- comenté sonriendo-

El camino para llegar al Mictlán era muy tortuoso y difícil, pues para llegar a él las almas debían transitar por distintos lugares durante cuatro años. Luego de este tiempo, las almas llegaban al Chicunamictlán, lugar donde descansaban o desaparecían las almas de los muertos. Los entierros prehispánicos eran acompañados de ofrendas que contenían dos tipos de objetos: los que, en vida, habían sido utilizados por el muerto, y los que podría necesitar en su tránsito al inframundo.

Parte 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora