II

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Nunca olvidaría lo que pasó esa noche, una escena más difícil de olvidar en su memoria. Raramente ese señor le parecía interesante, si no lo hubiera visto él seguro era un cadáver más entre muchos. Después de lo ocurrido no volvió a ver a Harry, bueno sí, pero a una distancia alejada, donde el castaño pensaba que lo había olvidado.

Era el invierno de 1941 a 1942, un invierno muy crudo en el gueto. Las familias que no conseguían trabajo no tenían recursos tampoco, quería decir que se encontraban débiles y frágiles, algunos llegando a la desnutrición. El gueto se infectó de enfermedades, había más muertes.

Encontraba bichos por todas partes, incluyendo la comida que tenían que tragar si o sí, si deseaban sobrevivir. Su hermana menor estaba llena de piojos, no dejaba de arrascarse todo el cuerpo sentía náuseas al verla de esa manera.

Se desató una epidemia en el gueto. La mortalidad por tifus era de cinco mil personas al mes.

El tema principal de conversación, tanto entre los ricos como entre los pobres, era el tifus; los pobres se preguntaban cuándo morirían por su causa, mientras que los ricos se preguntaban cómo conseguirían la vacuna de algún doctor.

¿Su hermana Felicite iba a morir?

No lo sabía, aunque por como venían las cosas quizás todos terminarían muertos antes de quedar en libertad.

Las vacunas llegaron, tuvieron que trabajar más duro y Louis vendió su único libro para pagársela a su querida hermana, la única que realmente necesitaba una dosis. Los demás de la familia no tenían posibilidad de adquirir para todos.

Algunos se lograron salvar de la infección gracias a ese doctor con nombre raro, pero aún mantenía Louis que más adelante de todas maneras iban a morir, tarde o temprano.

Louis se incrementó en el trabajo de su padre, se encargaba de ser "enfermero" para ayudarle en el hospital al viejo anciano, no era por tirar malas ondas pero el ojiazul le preocupaba la salud del mayor de su familia, se veía más débil y se cansaba rápidamente. No estaban comiendo adecuadamente pero ahora él trabajando podía tener un poco más de dinero en su bolsillo.

Se encaminaba con su padre por las rotas veredas del gueto, habían cadáveres en cualquier parte de la calle, era algo tan aterrador. Ni siquiera les tomaba la molestia de enterrarar los muertos, habían sufrido carencia de alimento o por enfermedades, como la gripe.

Era otro día más de vida, si a eso le podía llamar vida. La rutina diaria del hospital a su casa, es que hasta ese hospital era una verdadera mierda. No curaban nada, no tenían ni un medicamento, sólo le daban la mala noticia de la enfermedad al paciente, aún así recibía algo de dinero y le bastaba. Llevaba sus ojos alerta por los muertos en el suelo para no pisarlos, sus olores podridos le avisaban que estaba cerca de uno.

Hoy su padre se retiró más temprano del trabajo, debido que sentía mareos y se encontraba pálido como un papel. La noche era tan oscura y él sólo pensaba en una vida fuera del lugar, ¿él podría tener una familia? ¿una casa propia? ¿viajar por el mundo y leer miles de libros? Cómo extrañaba tener uno entre sus delicadas pero ahora rasposas manos, lo llevaban a otro planeta haciéndolo olvidar de la triste realidad, entraba en eso y era una sensación plancentera.

De sus labios salía una linda canción que escuchaba en la radio de los ricos, uno de esos días pudo escuchar como algunos no tenían problema de estar allí, no tenían todas sus comodidades como lo tenían antes pero al menos no estaban muertos. No podía evitar esconder su estúpida curiosidad desviando su mirada a los muertos viendo como algunos comenzaban a descomponerse, asqueado empezó a cantar más rápido y agitado, lleno de miedo y lágrimas acumulándose en sus ojos, como si fueran gotitas de mar saliendo del intenso azul y se desgataban en cristalinas.

Razón para sobrevivir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora