Una vez cuando apenas tenia cinco años, estaba jugando con mi hermano mellizo en la casa de mis abuelos. El timbre sonaba con fuerza y repetidamente, nuestra querida abuela Yvonne no tubo más remedio que gritar para que pararan. No era más ni menos que la insoportable y malhumorada, Minna. No tengo buenos recuerdos de esa mujer desagradecida; le cortó el pelo a mi muñeca Olinda porque consideraba que era fea, le pinchó la rueda de la bicicleta de mi hermano porque decía que así ya no le destrozaría las plantas del jardín, le rompió las macetas de mi abuela porque eran más bonitas que las suyas, arruinó la barbacoa del domingo del abuelo tirando le arena de su gato apestoso. Estaba plantada en la puerta con un cesto repleto de dulces alemanes en su mano derecha, con el horrible sombrero la confundí con una bruja. El zarrapastroso de su gato entró en la casa sin que ellas se dieran cuenta, subió por las escaleras y se dirigió a la tercera planta. Caminando en puntillas susurramos la palabra gato, de repente vimos al abuelo y nos escondimos, él miró ambos lados para saber si alguien se acercaba y al intuir que nadie lo hacia, entró rápidamente en el despacho dando un portazo. La puerta era enorme, dorada con decorados plateados de dragones que tenían los ojos de varios colores: verde, azul, amarillo y rojo. Teníamos miedo a que nos encontraran por allí, esa parte de la casa estaba prohibida para nosotros, ya que según ellos, eramos lo suficientemente pequeños y ajetreados como para romper algo. No me lo pensé ni dos veces y abandoné el escondite; me planté delante de la robusta puerta y esta se abrió de lado a lado, sin tener que tocarla. En ese momento estaba desconcertada, Jhon me pedía que volviera, pero adentro de mi había algo, un sentimiento que no conseguí comprender... que me obligaba seguir.
Al dar unos pasos me sorprendí muchísimo; el techo, el suelo, las paredes estaban alborotadas de libros en sus respectivas estanterías. No entendía como no se caían y los que tenia debajo de mis pies, reflejaban mi cuerpo de tal modo que lo hacen los cristales. Miré por todas partes pero no había rastro del abuelo. ¿Si acababa de entrar, dónde se había metido? Alzando la vista puede ver gárgolas, dejaban caer un liquido verdoso brillante de sus bocas que no dejaba indicio de salpicaduras en los libros del suelo. Arrodillada, puse la mano en el cristal que me separaba de esas maravillas con hojas de imprenta, y de repente, traspasó el vidrio haciendo que pudiera coger un libro cubierto de terciopelo rojo deteriorado. Cuando lo abrí, me decepcioné, todas las páginas eran blancas, no ponía absolutamente nada. Me levanté, sentí curiosidad y fui hacia el gran escritorio que estaba en medio de la amplia sala, estaba decorado de la misma manera que la puerta, dejé el libro encima de unos folios blancos que había sobre la mesa. Al lado de la enorme ventana había un espejo que quizá medía dos metros, en el marco tenía figura de aves de todos los tamaños y colores. Una cabeza de búho me miraba con una mirada perturbadora, de vez en cuando me guiñaba un ojo.
Cuando me giré, vi a mi hermano aterrorizado y en cambio yo estaba de lo más tranquilizada. Cerca de la puerta encontré dos estatuas bastante monas; eran dos dragones idénticos entre si y también al pequeño animal que tengo en mi alfombra haciendo un esfuerzo con mantenerse con vida. En la punta de la cola tiene una especie de bola que se parece a una antorcha pero en lugar de contener fuego, lleva aire. Lo cojo y lo dejo con delicadeza en la bañera. Se ha ensuciado tanto que apenas le puedo quitar las manchas sin dañar aún más las heridas. Su barriga grisácea me hace entender que antes era blanca. Le paso con cuidado la esponja y de repente, un símbolo gana visibilidad: es una estrella de doce puntas negra dentro de un doble circulo.
Transcurre media hora, puedo escuchar a los vecinos gritar satisfactoriamente; la nube negra a desaparecido dejando así un cielo despejado. La criatura que tengo en mi regazo ha recuperado la consciencia, lo primero que llego a verle son sus intensos ojos amarillos. Sin prestarme atención; se levanta, estira y contrae sus delicadas alas que se parecen a las que tienen los murciélagos. Su mirada me ha llegado al fondo del alma, hay algo en el que me conmueve pero no se que es.
- ¿Por qué me miras así?- pregunta en tono insolente mientras mueve la cabeza hacia atrás. Se presenta en mi casa de una manera inesperada, por poco me provoca un infarto y me habla así. Espera. ¡ Habla! ¿ Cómo puede ser que un animal hable?
-Nunca he visto a un dragón tan de cerca y sobre todo a uno que articule frase completas. Si te viera mi hermano alucinaría.- No me había fijado en su cola; la bola que contiene la ráfaga de aire ha ganado fuerza. Seguramente se habrá recuperado. Al acabar se enfurece.
- ¡Un dragón! ¿A quien llamas tu dragón?- decide darse un vistazo, observa su cuerpo; patas, alas, cola- Bueno, quizá en algo tienes razón. En realidad yo no soy de la especie de animal que estas viendo delante de ti
- ¿Lo dices por el signo que tienes en tu barriga?
- Mmm.... sí. - admite.- Es un encantamiento, me lo hizo una bruja malvada del reino enemigo.- da un grito de rabia- Disfrutan haciéndonos daño, para ellos vernos sufrir es lo más divertido del mundo. Son despreciables, déspotas y crueles, por eso nos llevamos tan mal. Nuestros valores y estilos de vida son muy contradictorios; los de mi reino somos bondadosos y pacíficos. El mayor de sus sueños es convertirnos en sus esclavos a como se lugar, pero como ven que no pueden , buscarán la manera más canalla para hacerlo.- agita las alas y se lanza hasta aterrizar en el escritorio de madera, se asoma a la voluminosa ventana, ve a la multitud afuera y regresa a donde estaba antes. - Tendré dificultad para salir de esta casa, tengo que encontrar a esos chicos antes que los seven demos lo hagan, eso será el peor de los desastres. Ellos pueden sentir el aura de las personas. Te aseguro que nadie en su sano juicio se atrevería a ir a la corte del infierno presidida por esos bárbaros. Los protegidos no deben estar lejos porque el portal me ha traído aquí.
- ¿ A quién buscas? Puedo ayudarte - le pregunto.
- ¿ Ayudarme, tú?... Si eres una humana, vosotros sois los responsables de la gran mayoría de los acontecimientos que han surgido en la historia de mi mundo.- responde mirándome con resentimiento, salta encima de mi dejándome en el suelo . Clava sus ojos en los míos y de repente ese rostro desaparece, asombrado, intenta pronunciar unas palabras que no se distinguen.- Tus ojos... seria imposible olvidar esa mirada, és la misma que poseía mi maestro hasta que esos desgraciados le robaron la luz de sus ...- intenta no llorar- ¿A caso tu no serás nieta del gran Patrick Schütz?
De repente antes que pudiera decir nada, los vecinos vuelven a gritar, esta vez tiene razones de sobras: esta lloviendo sin ninguna nube en el cielo. El que és y a la vez no es un dragón se asoma otra vez a la ventana; al ver unos cuervos con la punta de las alas de un rojo vivo, se queda boquiabierto.-¡Mierda! Esos cuervos los he visto en Alakatar. Chica, busca a tu hermano, corréis peligro.
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Alakatar - La nueva guardiana
FantasiaUn suceso imprevisto obliga a dos mellizos a emprender un viaje a tierras desconocidas para poner a salvo sus vidas. Allí harán grandes amigos y a la vez temibles enemigos. Se enfrentarán a inmensos retos que determinarán sus valentías y lealtades...