1. PARA PEDIR EL AMOR DE JESUCRISTO
"No espere alcanzar misericordia de Dios quien ofenda a su Madre bendita".
Para alcanzar de tu misericordia, una verdadera devoción hacia tu Santísima Madre y difundir esta devoción por toda la tierra, concédeme amarte ardientemente y acepta para ello la súplica inflamada que te dirijo con San Agustín y tus verdaderos amigos:
"Tú eres, Oh Cristo, mi Padre Santo, mi Dios Misericordioso, mi Rey Poderoso, mi Buen Pastor, mi Único Maestro, mi Mejor Ayuda, mi Amado Hermosísimo, mi Pan Vivo, mi Sacerdote por la Eternidad, mi Guía hacia la Patria, mi Luz Verdadera, mi Dulzura Santa,
mi Camino Recto, mi Sabiduría Preclara, mi Humilde Simplicidad, mi Concordia Pacífica, mi Protección Total, mi Rica Heredad, mi Salvación Eterna...¡Cristo Jesús, Señor amabilísimo! ¿Por qué habré deseado durante la vida algo fuera de ti, mi Jesús y mi Dios? ¿Dónde me hallaba cuando no pensaba en ti?
Anhelos todos de mi corazón, inflámense y desbórdense desde ahora hacia el Señor Jesús; corran, que mucho se han retrasado, apresúrense hacia la meta, busquen a quien buscan.
¡Oh Jesús! ¡Anatema quien no te ame! ¡Rebose de amargura quien no te quiera!
¡Dulce Jesús, que todo buen corazón dispuesto a la alabanza, te ame, se deleite en ti, se admire ante ti! ¡Dios de mi corazón! ¡Herencia mía, Cristo Jesús! ¡Desfallezca el latir de mi corazón! Vive, Señor, en mí; enciéndase en mi pecho la viva llama de tu amor, acrézcase en incendio; arda siempre en el altar de mi corazón, queme en mis entrañas, incendie lo íntimo de mi alma, y que en el día de mi muerte comparezca yo del todo perfecto en tu presencia. Amén".
2. CONSAGRACIÓN DE SÍ MISMO A JESUCRISTO LA SABIDURÍA ENCARNADA POR MEDIO DE MARÍA¡Oh Jesús! Sabiduría eterna y encarnada, te adoro en la gloria del Padre, durante la eternidad, y en el seno virginal de María, en el tiempo de tu Encarnación.
Te agradezco que hayas venido al mundo -hombre entre los hombres y servidor del Padre- para librarme de la esclavitud del pecado.
Te alabo y glorifico porque has vivido en obediencia amorosa a María, para hacerme fiel discípulo tuyo.
Desgraciadamente, no he guardado las promesas y compromisos de mi bautismo, no soy digno de llamarme hijo de Dios.
Por ello, acudo a la misericordiosa intercesión de tu Madre, esperando obtener por su ayuda, el perdón de mis pecados y una continua unión contigo, Sabiduría encarnada.
Te saludo, pues, Oh María Inmaculada, templo viviente de Dios: en ti ha puesto su morada la Sabiduría eterna, para recibir la adoración de los ángeles y de los hombres. Te saludo, oh Reina del cielo y de la tierra; a ti están sometidas todas las criaturas. Te saludo, refugio seguro de los pecadores, todos experimentan tu gran misericordia.
Acepta los anhelos que tengo de la Divina Sabiduría y mi consagración total.
Consciente de mi vocación cristiana, renuevo hoy, en tus manos, mis compromisos bautismales.Renuncio a Satanás, a sus seducciones y a sus obras y me consagro a Jesucristo para llevar mi cruz con Él, en la fidelidad de cada día a la voluntad del Padre.
En presencia de toda la Iglesia, te reconozco ahora por mi Madre y Soberana. Te ofrezco y consagro mi persona, mi vida y el valor de mis buenas acciones pasadas, presentes y futuras. Dispón de mí y de cuanto me pertenece para la mayor gloria de Dios en el tiempo y la eternidad.
Madre del Señor, acepta mi oblación y preséntala a tu Hijo; si Él me redimió con tu colaboración, debe también ahora recibir de tu mano el don total de mí mismo. Que yo viva plenamente esta consagración para prolongar en mí la amorosa obediencia de tu Hijo y dar respuesta vital a la misión que Dios te ha confiado en la historia de la salvación.