Capítulo I

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Cogí la hoja de la cuchilla de afeitar y cerré los ojos; esperaba que calleran lágrimas de ellos, pero lo único que empapó mi rostro fue una gota de sudor, estaba nerviosa y quizá por ello no podía llorar ni sentir, dirigí la hoja hacia mi muñeca y la apreté insegura contra mi fina piel.

No sé cuanto tiempo estube inmóvil, sin poder moverme, sin ser capaz de hacer un simple movimiento, sin tener valor para acabar rápidamente con mi vida. ¿No podía o no quería?

Esta vez si que empecé a llorar, lloraba de rabia por no poder manejar mis emociones y por dejar que ellas tomaran el control de mi mente; lloraba porque aunque no quería seguir viviendo, había una pequeña parte de mí que si quería, y esa pequeña parte estaba apoderándose de mí.
Esta soy yo, incapaz de llorar por miedo a la muerte pero débil a la hora de tomar decisiones.

-<<¿Dónde estaŕa esta niña? Estoy harta de llegar a casa y verlo todo desordenado?>>- Oí a mi madre en cuanto llegó a casa cargada con la compra.
-¡Daniela ven ahora mismo a ayudarme!-Su voz se incrustó bruscamente en mi cabeza haciéndome abandonar mis pensamientos y obligándome a volver a la realidad. Abrí los ojos.
Pude ver la peor imagen de mí reflejada en el espejo del baño: Mis grandes ojos llorosos parecían gritar auxilio, tenía el pelo sucio, llevaba varios días sin ducharme y dos grandes ojeras enmarcaban mi rostro, pero lo que más me impactó fue la hoja de la cuchilla aún clavada en mi muñeca. No era capaz de apartarla, pero tampoco de cortarme.

Un segundo grito de mi madre hizo que por fin despertara del todo de mi letargo y me gurdara la cuchilla de nuevo en el bolsillo.

-¿Qué coño estabas haciendo? Ya casi he guardado toda la comida sin que me ayudases.- Dijo mi madre en cuanto llegué a la cocina.-Joder, tienes una pinta que da asco.
-¿Guardo el pan en el armario o lo dejo fuera?- Pregunté ignorando sus ataques.
-Haz lo que te de la gana.
Mi madre salió de la cocina desabrochándose el sujetador.
-<<A ver cuando se larga esta niña de casa, ya es bastante mayor como para que siga aquí jodiéndome>>
Mi madre no dijo esto en ningún momento, de hecho, nunca lo llegó a decir, pero no ha hecho falta porque puedo leer el pensamiento.

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