Un nuevo amigo

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Como era de esperarse, las personas que rodeaban al niño eran indiferentes a él sólo por el hecho que Blurol no seguía el estereotipo de un niño de 10 años. No tenía familiares, lo abandonaron por la misma razón...

Cada tanto algún niño se le acercaba, pero terminaba en lo mismo, se alejaba. Nunca pudo compartir sus pensamientos, o incluso caminar con alguien. Pobre niño, ¿no? Bueno, a él ya no le importaba, ya estaba acostumbrado a estar solo. 

Siempre salía a caminar, lo que más le daba curiosidad eran los árboles, siempre en el mismo lugar, solitarios, tranquilos. Muchas cosas podrán haber visto ya que nadie desconfía de ellos, muchas veces se han apoyado sobre ellos y han cantado, hablado, pensado y muchas otras cosas. Siempre iba a visitar a un gran roble albar (especie de roble) que se encontraba en una plaza, se sentaba a su lado, cerraba los ojos y escuchaba cómo las hojas iban rompiéndose con cada paso que alguna persona daba. 

Hoy no fue distinto, caminó 2 kilómetros centrándose en sus pensamientos infantiles. Chocó con algunas personas, éstas lo maldecían, pero él seguía caminando sin preocuparse. Estaba nublado ese día, pero a él no le importaba, su árbol podía protegerlo. Al llegar, no había nadie, ya que parecía que iba a llover. Se sentó sobre el árbol, cerró los ojos y se durmió.

- ¡Niño, ven para aquí! - una voz femenina interrumpió su sueño - ¡Te vas a mojar!

El niño, un poco despistado, se dirigió hacia esa voz. Ésta le dirigió a una antigua y cálida casa llena de alfombras y muebles antaños. Pero no encontró a nadie.

Decidió recorrer la casa, sus pasos hacían que la madera crujiera, toda la casa se encontraba iluminada y en perfecto estado. Habían sótanos y escaleras de madera para subir o bajar. De repente escuchó un portazo y muchos pasos dirigiéndose a él. 

- Ha llegado la hora de tu muerte - una voz ronca que sobresaltó al niño y empezó a correr del miedo - ¡No corras!, te tenemos rodeado - Blurol, con lágrimas en los ojos trató de escapar de las manos de alguien que lo superaba en tamaño y en fuerza, no pudo - Te dije que no corrieras, ahora sufrirás las consecuencias.

Algunos comenzaron a gritar y a reírse, otros comenzaron a pegarle. Blurol, ya desganado y lastimado, observaba la ronda que habían formado sus agresores. Estaban distraídos molestando a una hormiga, 8 hombres aprovechándose estúpidamente de una hormiga. Pero esa hormiga era una oportunidad de escapar, se levantó como pudo y abrió una puerta silenciosamente. Se encontraba en el tercer piso, bajó el primer escalón y se cayó, uno de los hombres lo escuchó y abrió la puerta, el niño comenzó a correr hacia otra escalera. Mientras lo hacía, observó una bellota que pertenecía a su árbol favorito, pero no la pudo agarrar ya que trataba de escapar del hombre. Blurol sintió un ruido, miró hacia atrás, era el hombre, se encontraba en el piso, se había resbalado con la bellota.

El niño salió del lugar llorando, lastimado, furioso y entristecido. Pensando en por qué no se quedó en su árbol. Volvió a su querido roble, pero su impulso de furia hizo que el niño le pegara una patada al árbol. El viento sopló fuerte y tiró una rama, cayó sobre su cabeza haciendo que cayera inconsciente. 

Al despertar, tenía una bellota en el pecho. Y, aunque no lo creas, eso le cambió la vida. La bellota brillaba y emitía una extraña melodía. 

- ¿Qué anda pasando? - dijo en voz baja.

- Oh, yo te he salvado, querido niño - una voz femenina contestó a su pregunta.

Blurol no supo qué decir, la bellota hablaba, tal vez se habría pegado muy fuerte. Pero... esa voz es muy similar a la que le había llamado anteriormente.

- ¡Quisiste matarme! - dijo furioso.

- No, quería que me encontraras.

- Qué linda manera de atraer gente.

- Era mi única opción, pero pude salvarte, ya no estás lastimado, ¿no te diste cuenta?

- Oh, ¡es verdad! Está bien, no voy a enojarme con una bellota.

- No soy una simple bellota, querido Blurol, eres una persona especial. Tomé ésta forma ya que es el fruto de tu árbol preferido. Yo soy un fruto de tu poder.

- ¿Entonces yo te he creado?

- No, me crearon para protegerte.

- ¿O sea que eres mi amiga?

- Si así prefieres llamarme, sí. Pero soy un Sureg, una raza de guardianes.

- ¿Hay más como tú?

- Claro, pero pocos como tú. Ahora acompáñame,

- ¿Hacia dónde?

- Ya lo sabrás.


Blurol, el niño perdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora