Mi vida es una mierda. Una inmensa y completa mierda.
Árboles, montañas, árboles y allí otra montaña. Sí, iba por la carretera, de camino a mi seguro infierno. Antes de estar viviendo todo esto desearía estar tres metros bajo tierra y que todo el mundo me quiera de un momento a otro, y me regale hasta flores, cosa que nunca nadie hizo. Pero aquí estoy, y me toca vivir esto.
—Ya estamos por llegar —anunció mi padre, quien conducía el auto.
No respondí, simplemente seguí viendo el paisaje a través de la ventana, habían pájaros... tan solo desearía ser libre como ellos.
Minutos después el auto aparcó en frente de una mansión, no era una mansión, era como un hotel de tres plantas, diga como lo diga, la realidad de que es un estúpido internado, no la quita nadie.
—Vamos Jodie, baja de una vez. —Sin darme cuenta, mi padre ya me estaba esperando fuera del auto, tomé mi bolso y bajé en silencio.
Comenzamos a caminar por un camino blanco, rodeado de césped bien cuidado y algunos árboles por el resto del terreno. Entramos por una gran puerta de madera, había un pasillo largo y demasiadas puertas, creo que me perderé.
—Buenos días, en qué puedo ayudarlos? —una señora con cabello rubio y de 5 décadas aproximadamente nos habló.
—Buenos días señora, quisiera hablar con el director de la institución —respondió él.
—Directora, con ella habla —nos sonrió—, pasen. —Nos abrió una puerta que supongo era de su oficina, nos ofreció asiento delante del escritorio y lo tomamos, yo solo observaba cada detalle, sin pronunciar palabra alguna— Muy bien, aquí me tiene. —Parecía una señora amable.
Mi padre estuvo cambiando palabras con ella como treinta minutos, firmando papeles, y haciendo acuerdos, quedaré encerrada aquí.
—Muy bien, bienvenida Jodie. —Maggy se dirigió a mí por primera vez en esta larga conversación, sí, así se llama. Solo me quedé observándola.
—Ella...no habla —comentó mi padre.
—Problemas? —algo sorprendida inmediatamente contestó.
—Psicológicos —añadió él.
—Psicológicos? Eso tiene que ir en su historial para la consulta con el psicólogo de cada semana —anunció mientras tomaba una de las hojas nuevamente. Mierda, lo que me faltaba, tener que soportar los malditos consejos de un psicólogo metiéndose en mi cabeza—. Cuénteme, qué sucedió?
—Verá, mi esposa e hijo hace un par de meses... —hizo una pausa cuando notó que su voz se quebraba—, hace un par de meses tuvieron un accidente automovilístico —algo más fuerte pronunció.
—Oh, quiere un vaso de agua señor?
—No, no, muchas gracias... fallecieron instantáneamente. —Tragó una bola de dolor que se había formado en su garganta— Desde allí ella no ha pronunciado palabra alguna, siempre está neutra.
—Oh...lo siento mucho. —Nos miró con compasión.
—Gracias —contestó él y se formó un silencio algo incómodo.
Observé por un momento las paredes color beige de la habitación, las grandes cortinas que llegaban hasta el piso, de color bordó, los cuadros extraños que se encontraban colgados con un cuidadoso espacio entre ellos, el lugar se notaba algo antiguo, pero muy bien cuidado.
—Bien, le asignaré la habitación 210, parcialmente es una de las pocas que se encuentran solas, creo que sería una buena noticia para ti, no Jodie? —se dirigió hacia mí. Asentí lentamente acompañando el gesto con una mueca de poca importancia, pero la verdad es que era la mejor noticia que había recibido desde que llegamos aquí—. Bien —prosiguió al no obtener respuesta—, el primer domingo de cada mes estará recibiendo una llamada para informarle sus progresos y/o sus contras. También, únicamente ese día, usted puede visitarla.
Luego de una despedida algo amorosa de parte de mi padre, me trajo la maleta del auto, y finalmente esa señora me guió hasta mi nueva habitación para dejarme sola allí.
Era bonita, obvio estaba vacía, sin vida, pero me gustaba. Era espaciosa, tenía una cama, un clóset, un escritorio debajo de la ventana, por la que en este momento estaba entrando el sol ya en su puesta, y al costado una puerta, que supuse era el baño.
Dejé mi maleta al pie de la cama y me tiré en ella. Nueva vida.
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Háblame
Romance¿Cómo te sentirías si pierdes a tus seres queridos más cercanos? Te lo haré más claro, ¿cómo te sentirías si pierdes a tu madre y tu pequeño hermano de un segundo a otro? Puedo asegurarte que no imaginas el vacío que un ser humano puede llegar a sen...