Capítulo 2
"Volando en picado"
De pie, delante de todo el mundo. Marie no podía dar crédito a lo que estaba sucediendo en aquel instante. Al lado suya, el extraño chico que le había ayudado en uno de los momentos más difíciles de su vida. Un chico que trasmitía tranquilidad y serenidad, como si hubiera echo esto todos los días de su vida. A diferencia de él, Marie estaba como la escoba maldita de una bruja. Su mirada no paraba de temblar. Sus manos sudaban a chorros. Y sus labios no soplaban ni la más mínima palabra.
Por su mente pasaban miles y miles de ideas, no sabía que iba a suceder, ni lo que se le podía ocurrir a ese extraño, que estaba agarrando su mano delante de toda la plaza.
- ¡¡Pshhh!! – dijo el chico mirando al frente - ¿Quieres ver algo mágico?
Marie le miro fijamente. No sabía que responder. Su mente estaba completamente aturruyada entre tantos sucesos. Pero sabía que tenía que elegir algo rápido, o jamas saldría de allí.
- Muestrame...como salir de aquí -respondió Marie temblando -¡¡Sacame de aquí, por favor!! -Gritaba Marie, mientras se le caían las lagrimas de los ojos. Los nervios podían con ella. Si no fuera porque Pier la estaba sujetando, ella seguro que se derrumbaría al instante.
- Entonces entender tú respuesta como un sí.- Pier agarró con mucha fuerza la mano de Marie. Soltó un leve susurro y mirando al cielo, grito con todas sus fuerzas:
-¡¡Urbain, haz tu magia!! -Desde el fondo de la plaza de Pelecya, un extraño rayo broto de la nada. Se disparo directamente hacía el cielo, y allí exploto como si de fuegos artificiales se tratase. La chispas que formaron la explosión, fueron cayendo poco a poco en el lugar donde Marie y Pier estaban. El lugar se torno de cientos de hermosos colores. La gente se quedo maravillada ante la preciosa escena que se mostraba ante sus ojos. Pero cuando las pequeñas chispitas de colores se disiparon , Pier y Marie ya habían desaparecido. Igual que las monedas de oro desaparecen de las manos del mendigo.
La gente se quedo asombrada. Los niños sonreían y saltaban de alegría. Para muchos era la primera vez que veían magia. Y la belleza del momento hacía que los corazones latiesen a mil por hora. Mientras tanto otros corazones volaban por las nubes. Latiendo rápido y sin control. Marie estaba en lo alto de los cielos agarrada con fuerza al pecho de Pier.
- ¡¡Estamos volando, Pier , estamos volando!!
- Te corrijo, estamos soñando -Marie se quedo en blanco. No sabía a que venía la expresión que acababa de soltar Pier – Estamos soñando, porque se que esto para ti es un sueño. Si fuera real seguro que no lo disfrutabas igual.
- ¿Entonces esto es un sueño?- Preguntó Marie confundida.
- Que va, esto es real como la vida misma. Además preparate, tengo que llamar a Los Vientos para que nos bajen de aquí.
-¿Como vas a llamar a los vientos? Seguro que esto es un truco.
- Pues ahora veras. ¡Oh vientos que cruzáis los océanos, venid a donde nosotros estamos!. Llevadnos a un lugar donde las flores rocen el cielo.
De pronto un fuerte viento empezó a zarandear a Pier y a Marie. La fuerza era sobrenatural. Marie jamas había sentido la fuerza del viento así. Ante ellos un enorme rostro tallado con nubes y hojas secas de los árboles. Un rostro con apariencia anciana y deteriorada. Algo a lo que Marie no podía encontrar una explicación.
-¿Quién a osado llamar a Los Vientos?
- Perdonad su ventosidad- Dijo Pier- Pero es que hemos sido victimas de un hechizo y no somos capaz de volver a tierra. Si usted tuviera la amabilidad de bajarnos, se lo tendría enormemente agradecido.
- Espera un momento- replico aquel extraño rostro -¿No hace poco que te e rescatado a ti por lo mismo? Cuantas veces piensas caer victima de el mismo hechizo.
- Lo siento de veras. Pero ya sabe usted que hay magos que no perdonan.
-Bueno, pues que sea la última vez- Marie estaba atónita ante la conversación entre Pier y el extraño rostro.
Antes de que Marie se lo agradeciera, cayeron en picado hacía el suelo. Marie gritaba como una niña pequeña. Mientras que Pier evitaba mirar abajo.
Después de un largo descenso consiguieron poner los pies en el suelo. Cayeron justamente en un parque lleno de flores. El aroma que trasmitían, la belleza del entorno, hacían que Marie estuviera feliz.
- Gracias por todo- Dijo Marie mirando hacía Pier, que estaba tumbado en el campo de flores.
-No tienes que dármelas. Lo hice porque me gusto tú baile nada más.
-Ya, claro...- Respondió Marie cabizbaja.
-Bueno, señorita, espero que le vaya bien. Venga a vernos algún día a nuestro circo, solemos pasarnos por Pelecya de vez en cuando.
-Por supuesto que iré.
Marie se despidió de Pier con algo de nostalgia. Mientas se dirigía a casa, pensaba en todo lo que le había sucedido. No paraba de darle vueltas una y otra vez a lo que acababa de presenciar. La magia de la cual ella pensaba que solo era para hacer el mal. También servía para hacer cosas increíbles y hermosas. La magia existía. Y sabía que si ella era real, su sueño también podría serlo.
Pero la realidad le iba a dar un jarrazo de agua fría en cuanto entro por la puerta de su lujosa mansión.
El señor Lucien la esperaba impaciente dentro de la mansión. Su rostro furioso miro con ira los nublados ojos de la pobre Marie.
- ¿Qué te crees que estas haciendo Marie? - Pregunto furioso el señor Lucien.
- No se de que me hablas papá.
- No te hagas la estúpida, todo el mundo te a visto. ¿Cómo te as atrevido a hacerme esto?
-Padre no es lo que parece vera...
-Se acabó Marie...tú tiempo se a terminado. Te deje que lo meditaras. Dijiste que elegirías a alguien con quien casarte. Te deje mientras tanto que trabajaras con la señora Lachenal. Pero tú no me as dado ninguna respuesta. Y para el colmo, me traicionas bailando delante de todo el mundo, aun sabiendo que para los nobles está prohibido.
-Papá por favor dejame explicarte...
-Lo siento Marie, se acabaron las explicaciones. Pasado mañana te casaras con Richard Bonnevie, su familia ya lo tiene claro.
-¿Has estado planeando esto a mis espaldas? Entonces no me ibas a dejar elegir a mi ¿Verdad?
- ¡¡Callate Marie!!Me obedecerás quieras o no.
Marie no pudo aguantar las lagrimas y se fue corriendo a su habitación. La pesadilla de la que tanto había intentado huir, se estaba haciendo realidad. Ya no le quedaba escapatoria. Tendría que casarse con un hombre que no quería y tendría que dejar su sueño de bailar.
La angustia ahogaba a Marie. Quería encontrar una vía de escape y largarse de ese lugar. Entonces se acordó de lo sucedido con Pier. La increíble aventura que había vivido en un momento. La sensación de ser libre. Poder ser feliz haciendo disfrutar a la gente, la magia....Todo lo que ella había imaginado se había hecho realidad Pero ahora tendría que olvidarlo todo. Volver a su vida de noble aburrida y ademas casarse con un noble que no la quería.
“No quiero” pensó Marie. “No quiero abandonar todo con lo que sueño. Jamas me quitaran mi sueños”
A Marie se le pasó por la cabeza que lo mejor que podía hacer es fugarse de su casa, y dejar a tras todo lo que la hacía infeliz.