Corría y corría, al parecer eso hacia desde que desperté esta mañana en el patio de mi vecina arrugada y maloliente, la Señora Robinson. Aun no recuerdo que pepinos sucedió la noche de ayer y amanecí en ese lugar. ¿Como? Unas malditas hormigas me comían la piel, jodidas. Además de las desgraciadas esas, también había otra desgraciada molestando mi plácido sueño de belleza, la anciana. Llevaba consigo un bate de béisbol y en su peluda cara un casco de hockey. ¿Wtf? ¿Que le pasa a esta vieja? Loca!. -pensé.
Caí en cuenta que venía hacia mí, mostrando su dentadura postiza observándome con malicia. Rápidamente como acto reflejo lancé lo primero que tenia a la mano, lastimosamente no era nada suave, un enorme, enorme, ENORME, gato. Así es, era un puto gato lo que había aventado al rostro de esta mujer. Diría pobre mujer, pero no se como se las arregló para esquivarlo y lanzarme un grito de guerra, como si esto fuese Troya.
Y sí, salí huyendo como alma que lleva el diablo, claro, no faltaba unas cuantas resbaladas de culo y un estúpido canino persiguiendome, mientras la Señora Robinson me lanzaba su bate como si fuese un Frisbee; yo le hacia un "Fuck You" con mi dedo largo y hermoso del medio. Jodete vieja amargada.
Ay no, otro año con mi vida patas arriba.
Lo suponía desde que llegó Alec y Michael a ella.