VIII

648 49 11
                                    

Lunes otra vez.

Puede ser uno de los mejores días, como el peor también. Estaba cansado, tenía sueño y además el sudor se escurría por mi cuerpo como si estuviera escapando de algo.

El entrenador Jones no tuvo piedad con nosotros y nos obligó a entrenar tan duro como todos los lunes. Desde que el campeonato fijó fecha de inició, su afán creció hasta tal punto en que solo nos deja descansar un día. Todo miserable.

Estaba agotado, como mencioné anteriormente. La resaca en mi cuerpo duró mucho más de lo esperado, a pesar de que al llegar a casa mi madre me preparó un reconfortante  jugo de naranjas y no me cortó los testículos como en algún momento lo creí.

Mis piernas a cada paso que daba parecía que aumentaban su peso. Solo quería sentarme y descansar, dormir si fuera posible, pero estaba más claro que el agua que no lo sería.

Caminé hasta los camarines, solo y fatigado. Me senté en una de las bancas apoyándome en los casilleros a mis espaldas. Cerré los ojos con alivio, solo quería dormir, descansar, no pedía nada más, aunque fueron unos segundos.

Los segundos más eternos de mi vida, por cierto. Desperté exaltado por el timbre de inició de clase. Miré a todos lados, me encontraba solo con frío y un poco desorientado. Me había quedado dormido. Vaya manera de comenzar la semana.

Agarré la toalla y corrí hasta los cubículos bajo la regadera. Fue la ducha más corta de mi existencia, no peiné mi cabello, ni siquiera me fije si la ropa estaba al revés. Cuando ya estuve listo, solo corrí como un endemoniado hasta el aula.

Como todos los lunes, la hermosa cabellera castaña de la señorita Allison Reed, me miraba con odio a través de sus lentes. A veces pienso que si no fuera por la miopía sería realmente sexy.

Me dejó pasar con bastante fastidio, mientras que todos dentro del salón murmuraban algunas idioteces de mal gusto. Me senté al lado de Louis dejando mis cosas sobre la mesa a la vez que ponía toda mi atención a la clase.

-Pedazo de idiota - murmuró Louis por lo bajo - Ayer te fuiste sin decir ninguna palabra.

-Ya era tarde - respondí de la misma manera.

-Puede ser, pero de todas formas Leila entró diciendo algo y como mejor amigo me tendrás que ser totalmente sincero. ¿Es verdad que te has besado con Elena?

Abrí la boca y mis ojos como platos, giré mi cabeza lentamente y me dispuse a contestar.

-Fue algo pequeño - dije torpemente.

El castaño asintió y comenzó a reír, obviamente por mi notable e irrefutable nerviosismo. Ahora Leila sabía, y supo de la peor forma.

Tendré que juntar todas mis fuerzas y ser el hombre ejemplar que mi padre me enseñó a ser, enfrentarla de frente y decirle lo que realmente estaba ocurriendo. No pensé que todo terminaría tan rápido, pero aquella morena de largas piernas, comenzaba a colarse en cada célula de mi cuerpo.

La clase pasó mucho más rápido de lo esperado, y junto a un suspiro, salí arrastrando mis pies con desgano por los pasillos. Era ahora o nunca.

Me dirigí hasta el casillero de la rubia, la cual se encontraba para mi suerte sacando algunos libros, concentrada por completo en sus cachibaches. Cuando cerró la puerta de golpe, se percató de mi presencia, y como acto reflejo caminó en dirección contrario.

La seguí unos cuantos pasos, y cuando pensé que no me hablaría se dio la vuelta y acusándome con su dedo índice comenzó su largo mensaje.

-¿Me creías estúpida? ¿Qué te hace pensar que puedes estar con ella y conmigo a la vez? Niall, pensé que eras totalmente distinto - se cruzó de brazos, se veía dolida, y un sentimiento de culpa comenzó a oprimir en mi garganta.

Elena •n.h• TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora