XXXII

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Me subí en la parte trasera del auto, mientras que Elena lo hacía adelante, junto a Liam.

Mi novia al verme me abrazó inmediatamente y no pude evitar sentirme incómodo, porque Elena me miraba a través del espejo, con su rostro de póquer, totalmente inexpresiva, pero en el fondo sabía que algo pasaba con ella.

Me removí nervioso y le sonreí de la forma más dulce posible. Besé su frente y miré por la ventana.

El auto se puso en marcha y comenzaron a hablar de algún tema que a decir verdad no entendía.

De a poco empecé a entender lo que acababa de hacer. Había engañado a Emma con su amiga, y ahora nos encontrábamos juntos en el mismo auto, respirando el mismo aire, sintiendo nuestros cuerpos cuando yo me había dejado llevar por el de otra mujer.

¿A dónde fue ese Niall fiel?

No lo sé, pero lo quería de vuelta. No podía dejar de pensar en Elena, pese a que Emma estaba a mi lado acariciando mi brazo de la forma más insunuantes.

No quería que me tocara. Quería quitarle su mano de mi cuerpo. Me sentía incómodo, un maldito, un desgraciado.

Conversaban animadamente y eso de cierta forma me hacía sentir extraño, impotente. Yo también quería actuar de la misma manera, como si nada hubiera pasado, pero solo podía recordar la candente piel de la morena, su dulce aroma, mis piernas enredadas en las suyas y nuestras respiraciones agitadas, sincronizadas.

Tomé una gran bocanada de aire y me concentré en la plática, evadiendo cualquier recuerdo.

-¡Liam! - chilló Elena - Te has pasado.

Rió. Rieron y los seguí.

No entendía de que hablaban y no me importaba. Quería alejarme de Emma, de sus cariños, bajarme del auto e irme lejos de todos, de Elena.

¿Cómo lo hacía? Me estaba exasperando.

Intenté reírme, estar junto a ellos en su conversación pero no podía. Cada palabra o cada gesto me traía a la memoria lo sucedido hace solo unos minutos y no sabía si arrepentirme u olvidarlo.

Nunca antes había hecho esto, y jamás pensé que sería capaz de hacerlo.

Volví mi mirada a la de mi novia, la que me recibió con amor y dulcura. Sus ojos azules me recordaban al mar y me invitaban a adentrarme y perderme en ellos.

Eso fue lo que me cautivo de ella desde el primer momento y ahora parecía no surgir ningún efecto. Nada, absolutamente nada.

-¿Ocurre algo? - preguntó seria. Ya no sonreía.

-Nada - dije, pero eso pareció no complacerla.

Tomó mis manos entre las suyas y solo quería retirarlas.

Volví mi miradas hacia esa unión y vi el anillo, brillante en su dedo.

Vergüenza fue lo que sentí.

¿Cómo había sido capaz?

A veces dicen que la única forma de librarse de la tentación es caer en ella.

Pero, ¿Elena era mi tentación?

-Cariño, puedes decirme lo que sea, sabes que estoy aquí para ti. Pase lo que pase.

Idiota, idiota. Harás sufrir a tu mujer, a tu futura esposa.

-Yo...

-¿Sucede algo? - la voz de Elena desde adelante rompió la tensión del momento.

Elena •n.h• TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora