1.Otra integrante en la familia

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El señor y la señora Dursley charlaban en la cocina sobre asuntos políticos mientras que un chico de cinco años delgaducho y bajito era golpeado con un muñeco por otro muchacho más ancho.

Los señores Dursley ya se habían acostumbrado a la presencia del "intruso" de su sobrino,Harry. No les resultaba para nada agraciado el tener que aguantar semejante carga pero no hacían nada al respecto gracias a la paga que se les proporcionaba por cuidarlo. Aunque eso no llega a decir que no se quejaran y le hicieran la vida imposible al pobre chico. Además, en el fondo el señor Dursley agradecía a su renacuajo sobrino por mantener entretenido a su hijo Dudley para que no diera la lata.

La mujer empezaba a notar la ausencia de dinero que provocaba los tantos caprichos de Dudley y no tardó en mencionarselo a su marido después de terminar su larga charla sobre política.

-¿Y qué podemos hacer Petunia? La paga que nos dan por el chico no nos da para más -bufó el señor Dursley.

-Al parecer no... Pero si dispusieramos del dinero de tu trabajo nos llegaría de sobra.

- Lo sé, pero ¿con qué dinero compramos los regalos de Dudley si no es con el mio? Pronto cumplirá los seis años.

- Nuestro Dudly-suspiró la señora Dursley- , nuestro pichoncito se hace mayor...

-Tío Vernon , tía Petunia -apareció por la puerta el pequeño con gafas casi recién compradas.

-¿Qué quieres? -respondió de mala gana la señora Dursley cansada de advertirle que no le gusta que ÉL le pregunte nada-.Vuelve a tu alacena.

-Pero...hay un gato muy raro en el portal.

-Es verdad -esta vez,carcajeándose , apareció el otro pequeño y gordito Dudley-. Ese gato se parece a Harry con las gafas.

-¡Los dos a dormir que es tarde!-ordenó el hombre molesto por las intervenciones entre él y su amada tele.

Lo que no sabían los señores Dursley era que la historia se repetía para ellos , aunque esta vez iba a ser algo diferente.

Durante la noche, en la calle de Privet Drive, el mismo gato de la última vez , que muy bien había descrito Dudley, esperaba sentado en el porche de los Dursley. A lo lejos se pudo observar un destello brillante flotando por el cielo el cual ,poco a poco, se acercaba más dejando al descubierto un fuerte estruendo parecido a un motor viejo. Con la próximidad de aquella moto voladora, los faroles de la calle se fueron apagando. La moto,o más bien el sidecar, aterrizó del cielo causando gran alboroto que nadie pareció oir.

De ella se bajó un anciano de pelo y barbas plateadas y largas. Vestía una túnica púrpura. Albus Dumbledore. Se acercó al gato mientras otro hombre que pareciera un gigante se removia en la moto buscando algo.

-Buenas noches profesora McGonagall. Cómo la última vez supongo.

Tras estas palabras de aquel viejo hacia el gato, este último se convirtió en una mujer de avanzada edad , vestida en túnica verde y con aspecto serio.

-Buenas noches Albus-el anciano no llegó a pronunciar palabra cuando la mujer se le adelantó-. Aun no me creo los hechos. Lo va a volver a hacer. Como si el pobre chico no tuviera suficiente con aguantar esta familia de locos , ahora vas a meter a otra integrante. Claro, eso si no la echan a la calle. Porque esta chica no es ningún familiar para ellos y lo sabes Albus. Además, esta chica ya no es un bebé, ya tiene su edad. No llego a entender el por qué de traerla a este lugar -dijo atropelladamente.

-Cálmese Minerva. Sabe usted bien que su padre no está...capacitado.

-Por supuesto que lo sé.

-Y sabe que sus abuelos no aceptaran ningún discipulo de ese hombre. Apartando a los demás familiares que ambos sabemos por el camino que la encaminarán... La verdad,dejando atrás a su apellido, creo que esta es la familia perfecta para ella. Junto a Harry.

Antes de que la profesora pudiera replicar se escucharon unos pesados pasos indicando que el gran hombre de la moto se acercaba. A parte de la gran casaca que vestía, en sus brazos traía a una pequeña niña de tan sólo cinco años que con su dedo agarraba la barba del hombre mientras dormía. Ninguno de los tres pudo evitar mirarla tiernamente.

-Pero Albus-volvió al ataque la profesora-, ¿y si... su "anomalía" causa efecto antes de poder entrar en la escuela?

-En ese caso profesora-la miró a los ojos-, tendremos un problema.

-Otra despedida más y no sé si podré aguantar -sollozó el hombre que traía a la chica.

-Tranquilo Hagrid, ya falta menos.

Hagrid dejó a la niña en el porche de la casa dándole un beso en la frente. Dumbledore se acercó para dejar una carta sobre ella y McGonagall se limitó a tocar suavemente su cabeza para después desaparecer.

-Buena suerte, Lissie -susurró Hagrid y Dumbledore rió.

-Hasta pronto , Liss Black-dijo esta vez Dumbledore y despareció olvidándose de las farolas.
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"Vernon" "Vernon" escuchaba el señor Dursley sin tener la menor intención de levantarse.

-¡Vernoooon! -sintió un leve golpe en la cara, de su mujer, y no tuvo de otra que responder.

-Son las seis de la mañana...-gruñó-.¿Qué diablos quieres Petunia?

La señora Dursley , sin decir una sola palabra, cogió a su marido del brazo y lo dirigió hacia la puerta principal. Él ,somnoliento y sin saber nada, abrió la puerta encontrándose a una pequeña niña delgaducha. Mientras la chica se frotaba los ojos dando a entender que se acababa de despertar, el señor Dursley repitió la acción de abrir la puerta para ver si eso era un sueño. Pero nada más lejos de la realidad, la chica seguía ahí. Su mirada fue a parar a la carta que había tirada en el suelo. Hizo a la niña pasar al salón sin despegar la vista de la carta y, mientras la mujer intentaba que la pequeña no tocara nada, el hombre leyó la carta.

-¿Es lo que me temo cariño? ¿De nuevo lo mismo?-preguntó la señora Dursley.

-Si no hay otro remedio-afirmó él-. Doble paga -soltó después de haber pensado en todas las opciones negativas y afirmativas que podían tener el quedarse con la chica.

A partir de ese día , la chica se convirtió en la nueva "sobrina" para el mundo exterior en la casa de los Dursley. La trataban igual que a Harry, aunque dado que no era de su sangre, puede que un poco peor.
La metieron en la alacena de el chico como si fuera su nueva habitación. Liss intentó no contradecir a los señores de la casa pero su parte de rebeldía infantil siempre afloraba. Aquel día fue uno más en la lista de los días inolvidables para los señores Dursley "Otra carga más" "Otra paga más"

 Aquel día fue uno más en la lista de los días inolvidables para los señores Dursley "Otra carga más" "Otra paga más"

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