Japón- Esteban

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Esteban

Estoy en Tokio, prácticamente en la capital (Shinjuku). Aquí es donde se encuentran los superiores. Hace bastante tiempo que no venía a Japón y la verdad es que este país me encantaba. Si pudiera me quedaría a vivir aquí, pero no soy yo el que decide donde o en que sitio debo quedarme, es una lástima que los superiores me hayan destinado otro país para vigilar, aunque claro está que donde estaba tampoco es que me desagradara del todo, solo es que preferiría vivir aquí. ¡Amo Japón!

De tanto estar en maravillado viendo de nuevo la ciudad, donde hace solo tan solo unos 30 minutos había llegado, no me percaté de que había chocado con una chica. Aquella estaba tendida en el suelo, llevaba una bolsa en su mano de la cual su contenido estaba expandido por todo el lugar. Lo recogí todo rápidamente y la ayude a levantar.

-Deberías de poner más cuidado y no tropezar con la gente- le dije mientras la miraba. Ella levanto una ceja y me miro con desagrado.

-Y tu deberías de tener más reflejos- me seguía mirando con odio, no la culpo era solo un simple vampiro, supongo que tenía rencor con los vigilantes de aquí.

-Y quien te asegura que no me he chocado contigo apropósito- le dije mientras imitaba su levantar de cejas y le sonreía con malicia. Ella resoplo con fastidio y empezó a caminar, sin dirigirme de nuevo la palabra.

Empecé a caminar con ella con cierta distancia, podía leer en su mente lo fastidiada que estaba, no dejaba de maldecirme, su mente escupía veneno. Ya se había dado cuenta de que la seguía, desvió su camino por un callejón, yo decidí seguirla, no sé porque pero me agrada ponerla de malhumor. Era una japonesa demasiado guapa, tenía cierta fascinación por ellas. Ella vio que aunque se hubiera desviado yo aún la seguía, vi en su mente lo que planeaba hacer así que la deje. Me acorralo contra la pared puso sus manos sobre mi cuello he hiso presión, era fuerte pero no más que yo.

-Que eres un vigilante de esos sádicos- me gruñía mientras me hablaba- que pretendes matarme y hacerme sufrir sin compasión.

-No y no- me reía mientras hablaba aquella chica escupía veneno- no creas que te estoy siguiendo es solo que a donde voy también se llega por aquí, no te creas tan importante- le dije mientras la empujaba con brusquedad pero al mismo tiempo con cuidado- tampoco te creas tan guapa, no eres mi tipo la verdad- me aleje de ella y seguí caminan, aquella chica le había dolido lo que le había dicho, pues era muy vanidosa y se consideraba muy guapa, claro que a mí también me parecía guapa, pero no se lo iba a decir, me resultaba agradable fastidiarla.

Seguí caminando hasta llegar a un gran almacén, ahora era la chica la que me seguía, bueno no me seguía, ella también iba al mismo sitio que yo. Entre a él gran almacén, fui directo a una puerta la cual solo podía entrar el personal autorizado. Entre y me dirigí a otra puerta que había en ese mismo lugar, la cual solo podía ser abierta por un vampiro, pues a un humano le resultaría demasiado difícil aunque levantara pesas no podría abrirla.

Empecé a bajar las escaleras, el lugar era muy angosto y oscuro, pero eso no me incomodaba podía ver a la perfección, me detuve en otra puerta pero más grande, golpee 3 veces y conté hasta 5, luego hice lo mismo pero esta vez golpee 6 veces y espere 9 segundos para luego dar el último golpe. Las puertas se abrieron yo le indique a la chica que pasara ella primero, la cual paso no sin antes rodar los ojos en señal de fastidio, en su mente decía lo guapo que era y lo desagradable que resultaba a la vez.

Entre aquel sitio, seguí caminando un poco más hasta llegar a un ascensor, presione el botón y las puertas se abrieron, marque unos dígitos, y el ascensor empezó a bajar. Los superiores vivían escondidos en las profundidades de Tokio.

El ascensor se detuvo se abrieron las puertas y una luz blanca invadió todo el ascensor era fastidiosa, pero poco a poco se fue apagando, ya estaba adentro. Me dirigí a la oficina en la cual había una secretaria, se llamaba María era humano muy hermosa, a pesar de que aparentaba tener unos 25 años, no los tenía, era la secretaria de más confianza de los superiores la cual tenía prácticamente los mismos años que ellos, no era vampiro, pero podía vivir igual al beber la sangre de ellos, era un tesoro muy valioso de los superiores.

-Hola María

-Hola joven Esteban- aquella chica o bueno señora, a pesar de aun estar tan joven era un poco malgeniada, no era muy formal, tomo el teléfono marco un numero- Ya está aquí Esteban- empezó a asentir con la cabeza y colgó y luego se dirigió de nuevo a mí- Ya puede pasar.

-Gracias María.

Camine por aquel pasillo un poco largo para mi gusto, al llegar cruce unas puertas enormes.

Al entrar lo primero que vi fue a Yumei; él era uno de los que protegían a los superiores, aquel vampiro tenía el poder de bloquear cualquier poder tanto como mental como físico, hacia una barrera imposible de atravesar para cualquiera, nadie podía acercarse a los superiores, jamás había intentado hacerlo, pero me preguntaba si al ser Sangre Pura tal vez podría, pero creo que no porque mis poderes mentales también estaban bloqueados. Lo mire y levante mi cabeza en forma de saludo a lo cual el también contesto. Al lado izquierdo estaba Rya, ella era de pelo negro liso, media 1.65 un poco pequeña, pero muy linda, tenía un rostro angelical y unos ojos verdes, ella producía ceguera a los demás, les impedía ver, así protegía la identidad de los superiores. Habían tomado aquellas medidas desde que paso lo de mi padre, yo jamás había visto sus rostros, incluso no sabía sus nombres.

-Hola Esteban- hablo uno de ellos, su voz era gruesa y seca- que te trae por aquí- les comente sobre el incidente que había tenido mi hermano, les explique cada detalle, ellos empezaron hablar entre ellos, en pequeños susurros que me eran imposible oír, esa barrera era un estorbo para mí, me sentía frustrado al no enterarme de nada.

-Por ese motivo he venido aquí para pedirles el favor de que me permitan estar por un tiempo en Manhattan hasta que las cosas se calmen- les dije un poco en tono suplicante.

-Claro mi querido Esteban- esta vez hablo otro sujeto, su vos era más bien como un susurro- le diremos a Klever que se encargue de tu ciudad mientras las cosas se calman.

-Gracias

-Si no hay nada más que agregar- hubo un momento de silencio y luego dijo- puedes retirarte, dale saludos a tu hermano de nuestra parte.

-Claro- me despedí de ellos, haciendo una especie de reverencia, me aleje de aquel lugar lo más rápido posible. Aquel lugar me resultaba un poco deprimente. Empecé a escribir un mensaje para Adam.

Adam me concedieron el permiso, mi vuelo sale mañana a las dos, cualquier cosa que pase avísame, yo mientras disfrutare de las vistas de Tokio.

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