Siete

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Otra vez, al atardecer, Leonor se percata de los mismo: correr y trepar, con urgencia.

Le queda claro que huye.
¿De que huye?
No trae nada en sus brazos. La mochila en la espalda, solo eso.

Corre desbocada y aprovecha él desboque para trepar al árbol.
Leonor no deja de practicar yoga.
Continua mientras nota que la chica se pierde por él rabillo de su ojo para mimetizarse con él follaje. Como la otra vez.

Cuando extiende los brazos y curva su torso hacia arriba, abre los ojos y la ve en una rama a media altura, parada, pegada al tronco del árbol. Abrazada son que le importe lo rasposo de la corteza.
Se afloja en él piso. Ha perdido la concentración.
Tendrá que volver a empezar pero la corrida en la plaza ha alborotado a los pajaritos, él aire. Todo lo que respira está, ahora, perturbado por esa chica. Se lleva la mano al corazón. El de ella debe estar aun mas acelerado.
La ve sentarse sobre la rama, una pierna a cada lado, él vientre abrazando él tronco. Descansa. Siente que la quietud va llegando a la plaza, al árbol, a lo que se agita allí arriba.
La quietud del árbol, piensa, esa quietud. Y retoma su práctica. Vrksasana, susurra para si Leonor, mientras abre los ojos y busca un punto fijo.

La Chica Pajaro (Paula Bombara)[PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora