El Fin del Inicio

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A llegar a donde se encontraba o a donde yo creía se encontraba Raküz solo pude encontrar un enorme charco de sangre, solo eso, Raküs habia desaparecido como si fuera un gas.

Al dejar a Brux dentro de un armario para evitar el posible peligro de que fuera encontrado y para aligerar mi viaje, me acerqué a la escena de la desaparición y me puse a analisarla con un ojo mas analítico como si fuera un estilo de forense.

Descubrí que el charco presentaba irregularidades en su forma de un lado y luego aparecían puntos rojos repetidamente como si fueran las migas dejadas por Hansel para encontrar el camino.

-Que demonios!?

Pensé

-Oh no! Sangró tanto que se desintegró!

Me alertó una parte de mi estupido subconsciente

-Eso no pasa así idiota!

Respondió otra voz. Realmente fue una situación extraña. Usualmente solo hay una voz interna que nos habla.

Me vi tan sumido en mis divagaciones que cuando recuperé la tan anelada cordura fue por que golpeé mi cabeza contra una puerta.

-¿Que fue eso!?

Escuché del otro lado con un tono nervioso.

-Silencio,silencio!

-Apaguen la luz!

Pude afirmar con toda seguridad de que eran tres personas y que esos no eran los mismos que hirieron a Raküz, por sus voces y por el simple hecho de que la puerta no estaba llena de agujeros de disparo todabía. Pero esto no representaba ninguna seguridad real, no almenos en mi situación actual.

Mi cerebro comenzó a planear una manera de entrar en esa habitación sin matarme a mi o a Raküz si es que el estaba realmente dentro. Pero, nada. No tenía cuerdas para hacer rapel, ni tampoco idea alguna de como hacer rapel. Tampoco poseía granadas aturdidoras como el SWAT.
Entonces pensé.

-Al diablo

Pateé la puerta e ingresé en la habitación rápido como un rayo, solo para encontrar cuatro figuras, una acostada y las otras tres petrificadas de miedo. Al mirar mas detenidamente descubrí que conocía a esas tres figuras. Eran Lukaz, Antonovia y karina! Mis amigos, pero, ¿Quien era la cuarta figura tendida en el piso? Mi corazón dejó de latir por un segundo. Un miedo espectral corrió por mi cuerpo casi como un frio por mi espalda. Algo como la diarrea.

Tuve un temor genuino de mirar. Pero tomé todo el coraje que pude y observé a aquella persona que yacía en el suelo.

Cuando logré ver que era finalmente Raküz un alivio me conquistó en forma de suspiro, casi como cuando orinas despues de un viaje largo.
Aunque el estaba estable, pude ver que su tiempo se agotaba, casi como un reloj de arena.

-¿Como lo lograste?

Me preguntó una voz aguda, al ver sobre mi espalda vi que era Antonovia. Ella era baja aunque su personalidad lo compensaba.

-¿Que?

-Encontrarnos

-Seguí un rastro de sangre como los indios apaches.

Una pregunta no me dejaba pensar en paz ¿Por qué yo fui el único en quedarme en el salón?
Siguiendo esta incognita y sin dudarlo le pregunté.

-Anto...

-¿Que?

-Al momento de caer las bombas, ¿A donde fueron y por que me dejaron? Demandé.

Pude ver sus ojo abiertos, sin notarlo mi pulso había aumentado y ahora estaba sosteniendo el rifle en posición casi horizontal y con mi mano firme.
Esta situación causó tanto miedo en mi que de inmediato solté el rifle como si este estubiera caliente.
Anto respondió con voz temblorosa denotando nerviosismo.

-Es qu..que...

-¿Qué!?

-Pensamos que estabas muerto

-¿Por que pensarian eso?

-Ll...lo qu..que pasa es que n...no respirabas

-Muerto?

-Si, muerto

Ahora oficialmente era un cadaver.

-Que genial

Exclamé

-Ahora soy un zombie!

Las caras de todos quedaron mirandome como si de un monstruo se tratara.

-¿Que?

En ese momento Lukaz se puso de pie y exclamó

-Raküz nos dijo que lo salvaste

En ese momento el recuerdo de la mirada del hombre muerto por mi accion directa lleno mis pensamientos a tal forma que perdí la idea de todo tiempo o todo dialogo con mis amigo.

-Ey!

-Lukaz! Dejalo!

-Por que!?

-Raküz ya te lo dijo!

Sus voces se transformaron en apenas susurros tapados por mis ruidosos pensamientos.
Mientras discutian me puse de pie, aún sin escucharlos.

Pude ver de reojo que Karina me miraba como si fuera una obra de arte. Se puso de pie y me dijo.

-Tienes sangre

Mi primera reacción fue pensar en mi cara y el resultado de la pelea anterior con Brux. Pero Karina interrumpió.

-No en tu cara, en tu nuca.

Al tocarme pude percatar la realidad de los hechos. Un fragmento de metralla se había incrustado en mi cuerpo al momento de las explosiones.

Mi cuerpo se apagó como si yo fuera un tipo de robot mis ojos comenzaron a apagarse.

-Este es mi momento de emprender mi último viaje

Pensé. Antes de que una total y aterradora oscuridad cubriera mi cara como una nube negra y siniestra, sintoma de males por venir.

Violencia ModeradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora