-Sim, suelta.-Grité riendo.
-Dame una sola razon para hacerlo.-Dijo él mientras con una mano sujetaba mis brazos y con la otra me hacia cosquillas por todo mi cuerpo.
-Noah, basta.-Escuché a Anthony tras un carraspeo que había ignorado.
Simón se levantó rápidamente como una niño que habia hecho algo malo. Me miró y borrando su sonrisa volvió al interior de la casa.
-Amor, solo nos divertíamos.-Le dije poniéndome de pie frente a él.
Bueno, creo que antes de continuar deberia contar mi historia desde el principio...
Mi nombre es Noah, tengo 23 años y soy la única hija de uno de los magnates de la droga mas conocidos. Mi vida siempre ha sido fácil mientras estuviera con mi padre. Él siempre habia fingido que no era mi padre ante los ojos de la gente ya que, no era precisamente pobre, y temía que me hicieran daño. Nadie se atrevía a preguntarle por el simple motivo de que nadie le hablaba directamente si no tenian la confianza suficiente con él. Y por supuesto, el unico que tenía la confianza suficiente era Anthony, mi prometido.
Desde que comencé a "ser una mujer" mi vida se habia planeado para que llegase a estar prometida con Anthony. Él no era malo conmigo, pero al resto no lo soportaba, y era recíproco con el resto de la humanidad, excepto con mi padre, se atrevía a ser malo con él.
Papá era el típico que te mataba sin que te dieras cuenta, podia estar sonriéndote y al mismo tiempo clavando un puñal en tu pecho, literal. Nadie entraba en la casa mientras yo estuviese sola, excepto Anthony claro, y los chicos.
"Los chicos" estaba compuesto por Pablito, un chico alto y tranquilo, un osito; Villa, ese era su apellido porque su nombre era igual al de su padre y a él nunca le gustó su padre, este era más serio que Pablo, pero aún asi era un amor de chico; y por ultimo Sim, como yo le llamaba, o Simón, como todo el mundo le conocía, este era el chico más desinquieto y payaso de todo el planeta Tierra, por otro lado era muy inteligente, a sus 25 ya habia terminado una carrera e iba por la segunda, al igual que Pablito y Villa.
Sim, Pablito y Villa eran mis amigos de toda la vida, eran hijos de otros capos amigos de mi padre. Todos teníamos las mismas edades, Pablo y yo 23 pero Villa y Simón 25. Había crecido con ellos, y a pesar de tener casi mi edad, los sentía como mis hermanos mayores. Sim vivía cerca de mí, ya que su padre era un capo que trabajaba bastante con mi padre y habian decidido vivir cerca por ese motivo. Pablito y Villa vivían un poco más lejos pero tan sólo algunas calles. Ellos dos estudiaban la misma carrera ahora y vivían en un piso situado en el centro de la ciudad.
Solían pasar las tardes en mi casa, sobre todo ahora en verano. A papá no le importaba ya que así no estaba sola, pero a Anthony no le hacía ninguna gracia.
Anthony era un gorila de Bronx Neoyorquino de dos metros de alto. Él me quería, o eso entendía yo. A los chicos no les gustaba nada, pero a mi poco a poco me iba ganando, y si la decisión de papá era que me casase con él, eso era lo que iba a pasar, sin más.
-Tony, no seas bobo.-Le dije en tono cariñoso haciendo que dejase de mirar a Sim mientras este se marchaba.
-Basta.-Dijo apartándome de él suavemente.-Tu padre quiere saber si tienes tu traje listo para su boda.
Su boda... Odiaba de manera infinita a su prometida, era la mujer más desagradable que jamás habia conocido. Yo nunca conocí a mi mamá, pero por lo que me cuenta papá, estaba muy enamorado de ella, y como suele decirme la abuela "era tan bella como tu, cielo". Cuenta mi abuela que sus ojos eran del mismo color esmeralda que los míos, y su cabello ondulado y largo del color de la noche mas oscura. Sin embargo, esta sanguijuela chupasangre reunía en sus pechos y cara toda la silicona del planeta. Era caprichosa, infantil, manipuladora y falsa, tan falsa como sus pechos. Pero tenía que hacerlo por papá, tenía que ir a esa maldita boda por papá.
-Sí, creo que al final me pondre el mono negro y lo adornaré con accesorios en plata.-Le dije mientras volvíamos dentro de la casa.
-Ese no me gusta.-Me dijo serio acompañándome a la sala donde estaban los chicos.
-Pues no me mires entonces, pero es el que he decidido ponerme.-Le dije provocando una sonrisita maliciosa en los chicos cuando me senté al lado de Villa quien jugueteaba con su guitarra.
-No te pases, Noah.-Dijo mirando el móvil.-Tengo que irme.-Dijo acercándose a darme un beso.
Besó mi mejilla rechanzando mis labios.
-Imbécil.- Exclamó Sim tirando un cojín a la puerta cuando se fue.
-Sim.-Dijo en tono de advertencia Pablito.- No es asunto tuyo.- Continuó.
-Si le hace daño a Noah también deberia de ser asunto tuyo.-Protestó.
-Callate y ve a tu casa a maquillarte para mañana.-Dijo Villa en tono burlón.
-No, si pensaba prepararme contigo princesa.-Dijo devolviéndole la broma.
Durante unos segundos me mantuve fuera de la conversación, como en otro planeta. La reacción de Anthony me habia dejado fuera de juego. No entendí porqué se comportó asi conmigo si siempre me metía con él y este me las devolvía.
-Pitufa.-Me llamó Pablo atrayéndome al planeta tierra.-¿Todo bien por ahí?- Preguntó mientras Sim y Villa se habían ido a la cocina a preparar algo de comer.
-Sí, solo pensaba en Anthony... No sé que le pasó conmigo hoy.- Dije mientras Pablo se sentaba a mi lado.
-Bueno, quizás estuviera estresado con todo el lío de mañana y estar nosotros aquí no le hiciera mucha gracia, sabes como se pone.-Dijo Pablo tratando de buscar una explicación que me reconfortase.
-Puede ser.-Acepté con una leve sonrisa.
-No te preocupes.-Dijo mientras me abrazaba pasando su brazo por encima dejando que me recostase en su pecho.
La tarde continuó tranquila. Nada fuera de lo normal. Los chicos se quedaron hasta tarde y poco a poco se fueron yendo hasta que Sim fue el último en quedarse.
-Me gusta ese.-Comentó mientras me probaba la ropa de la boda y él me miraba desde mi cama jugando con Lucho, mi gatito gris.
-No sé, quizás sea poco para la boda. Pero no tengo ganas de llamar la atención.-Dije soltando el nudo de mi mono negro.
-¿Por qué no te pones el vestido que el señor Marquez te compró?-Sugirió señalando la funda que papá había dejado en mi cuarto y que ni siquiera había abierto.
-No se ni de qué color es.-Dije poniéndome la bata para abrir la cremallera de la funda de ropa en la que se encontraba un elegante vestido negro de encaje y manga larga, con un forro bajo el encaje en color negro exceptuando las mangas y el escote.-Es bonito para haberlo elegido papá.-Dije sacándolo para probármelo.
-Ese.-Dijo Sim cuando me lo puse con los zapatos.-No busques más pitufa, ese.
-De acuerdo.-Sonreí para luego quitármelo.-Sim bájame la cremallera por favor.
Sus manos tocaron mi espalda haciendo que una extraña sensación de escalofrío recorriera mi piel haciendo que esta se erisace. Su respiración chocó contra mi cuello como si una ligera mariposa alzara el vuelo sobre este. Sus dedos bajaron la cremallera como si trataden de recorrer cada lunar de mi espalda. Despacio, notaba como su respiración se acercaba a mi oreja.
-Perdón.-Dijo cuando la bajó saliendo rápidamente de mi habitación.
Ni siquiera fui tras él, ni le llamé. Sus dedos habían causado en mi la misma sensación que un somnífero, su respiración había paralizado cada uno de mis músculos.
Dejé caer el vestido mirándome al espejo. Mis dedos recorrieron cada rincón que su respiración habia marcado.
"Noah ¿que haces? ¡Es Sim!" Me gritó mi consciencia. Pero ya era tarde para escucharla.
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Siluetas de Papel
RomanceUn anillo, una promesa de amor, cuatro amigos desde la infancia... Desde que ese objeto se posó en el dedo de Noah Marquez, la hija del señor Marquez, uno de los capos de la drogas mas importantes, todo su mundo se dio la vuelta. Todo pendía de un...