Otoño.

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Comenzaron a verse más seguido. En el almuerzo, durante los discursos a primera hora, en las reuniones de delegados, en la salida y en el tren camino a casa.
Pero solo hacían eso: verse. No se decían ni una palabra.
Luego comenzaron los saludos. Una sonrisa. Una leve inclinación de cabeza. Agitar la mano levemente.
Pero seguían sin hablarse cuando el otoño llegaba a su final.

Amor en estaciones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora