Capítulo cuatro: "Francisco Wolf"

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Cuando tenía diez años de edad iba a visitar a mi hermana que vivía en Santiago centro, iba en el auto con mis padres y hermanos, como una familia feliz y común. Era un largo tramo en ese entonces para un baby como yo, creía que el viaje era eterno.

Había una parte del camino en el cual siempre pasábamos por un parque, no podría recordar que parque es actualmente, sólo recuerdo lo que veía, y la reacción de mis padres ante tal imagen.

Eran las típicas y gloriosas tribus urbanas, pokemones, pelolais, emo, punk y todas esas manos. Yo entendía, con 10 años de edad, que a mis padres les daba lo mismo como se vestían, de qué color tenían el pelito, o en que parte de su cuerpo tenían el piercing. A ellos le molestaba más lo que hacían. Tomaban alcohol en el parquesito, fumaban cigarro y hierba, y se comían hombres con hombres, y mujeres con mujeres. Mis padres se sentían horrorizados a que yo viera tal tipo de "vida". Yo cachaba que algo de lo que hacían estaba mal, pero ¿lo estaba?...

Encuentro estúpido que gente heterosexual, y homosexual, odie que los niños vean a parejas del mismo sexo besándose o tomando en un lugar público por creer a que se volverán iguales a ellos. La enseñanza de que hay personas diferentes viene desde el hogar, y si no lo hacen, están cumpliendo un rol de padres COMO EL HOYO.

Que tiene si querís vestirte de mujer, que tiene si querís vender tu cuerpo, que tiene si querís comerte a alguien, que tiene si querís chupar pico. El sexo está tan reprimido por la sociedad que ahora nos creemos civilizados, cuando a puertas cerradas, a todos nos gusta el pico/choro.

Principios así formaban parte de mi vida por ahí por noviembre del 2014. Comencé a ir a parques que en mis tiempos de jovencito estaban de moda. Salvador, O' Higgins, Bustamante y Almagro son algunos ejemplos. Las juntas consistían en llegar tipo tres de la tarde, los viernes y sábados. Tomar de todo el cóctel de tragos que había. Fumar como chino en todas sus variaciones. Comerse con gente que veías por primera vez, e incluso, culear.

En aquellos tiempos, Salvador era el parque más demandado por la juventud, por supuesto que los homos superábamos en exceso a los heteros jjj. Yo iba, y podía divisar a la mayoría de huequitos que tenía ( y aún tengo) en facebook.

El huebeo empezaba con sus traguitos piola de chelita, o vino blanco, y también vodka y tequila (cuando andábamos sanitos jj) entretanto tambén habían cigarros de por medio, y hierba. Ya cuando estábamos más curaitos, nos juntábamos con otros grupos (alrededor de 10 personas por grupo) y ahí nos conocíamos entre todos, con nombres, edades, orientaciones sexuales y demás. Comenzaba todo con un coqueteo.... él me miraba desde el otro extremo del círculo que hacíamos en el grupo. Yo lo miraba. Me cerraba un ojo. Le cerraba un ojo. Nos acercábamos cada vez más. Uno que otro trago. Beso. Más trago. Beso (esta vez con lengua y más caliente). Una que otra risa. Beso. Trago. El de al lado me agarraba. Beso con él. Beso con el otro. Beso con ambos. Trago. Risas. Huebeo. Beso con uno. Beso con otro.

Así consistían mis sábados en 2014. No me comprometía. En el grupo, todos nos comíamos con todos. Sentía sabores de diferentes besos. Aveces era un beso con uno. Terminaba, y empezaba con el otro. Era tan libre sentir que sólo nos comíamos por gusto, por ganas. No por enamorarnos, sino por "pelarnos". Pase por el deseo de muchos minos, muchos a los que luego de comernos, quedaron enganchadísimos de mi, y yo, simplemente les rompí el corazón.

Conocí a gente de mierda, que me trató como la tula y nunca estuvo ahí para mi. Conocí a gente linda que aún valoro. Pero sobretodo, experimenté tanto sintiendo la libertad de poder mirar a un mino, comérmelo, tocarnos un poquito, y nada más.

Quizás la mayoría de la gente que lee o piensa esto dice " que asco", pero eso es, hoy en día, la libertad es confundida con el asco. Lo libre es reprimido. Nos sumimos en que cosas así están mal. Y no es así.

Jovencito y MariconcitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora