Luke miró el techo de su habitación. Ya estaba acostumbrado a la estúpida idea de tener que vivir sin Valeria, su Vale. Está más que claro que nada volverá a lo que era antes, Valeria lo odia y es por su culpa. Todo era tan frío y gris sin ella. ¿Porque tuvo que ser tan idiota como para acostarse con la hermana de la persona que verdaderamente ama?
El rubio se levantó de su cama y entró al baño para darse una pequeña ducha. ¿Hace cuánto no se bañaba? ¿Hace cuánto no comía? ¿Hace cuánto no salía de su casa con sus amigos? No recordaba o no le interesaba. Se veía patético y lo sabía, pero no tenía muchos ánimos como para intentar sentirse mejor consigo mismo. No sólo había arruinado alguna posibilidad con Valeria, si no que también le había roto el corazón y eso era lo más que le dolía.
Después de haberse dado una pequeña ducha y haber reflexionado toda su patética vida, envolvió su cuerpo mojado con una toalla y entró nuevamente a su habitación donde una luz roja prendía y apagaba. Frunció el ceño. Le había dejado muy claro a sus amigos que no quería hablar con nadie, incluso había borrado todas sus redes sociales de su celular. Camino hacia donde se encontraba el artefacto electrónico cuando vio ese nombre en la pantalla. No lo podía creer.
Era Valeria
