Te extraño

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Él se encuentra acostado en el sofá, es de tres plazas pala la longitud de su cuerpo, pero a pesar de ello se encuentra en posición fetal, temblando, gimiendo, abraza sus piernas fuertemente; en su rostro se refleja el cansancio, bajo sus ojos las ojeras son tan profundas que parecen moretones por tantas noches en vela, su cuerpo ha adelgazado por la falta de alimento, pero prefiere quedarse en su lugar antes de separarse nuevamente. Sus manos estropeadas muestran costras en los dedos y los nudillos. No come, no tiene hambre, el miedo lo mantiene paralizado ante lo que pudiese pasar.

—Roberto-. Se escucha decir a una delicada voz llena de amor.
Roberto aprieta los ojos al escuchar esa voz, intenta esconder el rostro entre los cojines.

—Roberto, mi amor-. Un poco más insistente, pero sin dejar la calidez en su tono. Posa una mano sobre la pierna de su esposo, para sentirse más cerca de él, del hombre que ama.

Abre los ojos como platos al sentir ese tacto, su respiración entrecortada se acelera, aprieta sus agrietados labios hasta hacerlos sangrar un poco, desea mirar y saber si es cierto o sólo una alucinación creada por la falta de sueño, una broma que su imaginación le regala, pero no se atreve.

Un escalofrío recorre su espina sacudiendo convulsivamente su cuerpo y sus ojos dejan escapar una helada lágrima.

—Se que no me vas a olvidar-. Susurra a su oído, dejando resbalar su frío aliento por el cuello y rostro de su amado.
Al sentir esto, Roberto se levanta de un salto de su lugar, soltando un fuerte alarido, mirando al vacío, a la nada de su apartamento, gira sobre su eje y observa la luz entrando por las ventanas, la suave brisa que mueve sus cortinas, ropa y basura rodando por el suelo y la mesa pero no hay ningún otro sonido. Grita una vez más, envuelto en su llanto y descargando su miedo mientras se deja caer en el sillón, hipando y temblando. Se talla el rostro con las manos mientras observa su reflejo en el televisor que tiene frente a sí, se mira flaco, demacrado, tras de él observa una figura que lo observa fijamente, una figura antes conocida. Gira rápidamente, mirando de un lado a otro pero ella no está.

Regresa la vista al frente y se encuentra con ella, su piel seca y amoratada, los labios rotos cubiertos de sangre seca, el cabello enmarañado y opaco enmarca una mueca terrible. Su maltrecho y roto cuerpo trepa por su amado hasta llegar a su rostro, sus manos ensangrentadas y sucias toman el rostro de Roberto y levantan la cabeza hasta desencajarla de su lugar. A él no le da tiempo de gritar, en sus ojos queda todo el terror que sintió en ese momento, ahogando un grito desesperado

Te ExtrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora