Capítulo 20: Todo con helado

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Durante todo el camino, desde el bar hasta la casa de Tetsu, Aomine estuvo pensando cómo iba a disculparse con Kise. Sabía de sobra que la mayor parte de culpa había sido de Kise, le había mentido, traicionado y ahora le ocultaba su embarazo, aun así... él también se sentía en cierta medida culpable. Se enamoró de ese chico y le había dejado embarazado.

Por una parte la noticia le hacía feliz. ¡Iba a ser padre! ¿Cómo no alegrarse de aquello? Pero por otro lado... el amor de su vida le había traicionado. Aún pensaba en una forma de perdonar algo así, porque estaba dispuesto a hacerlo, aunque todavía tuviera que pensar una forma en la que ambos volvieran a sentirse cómodos. Hablar iba a ser complicado después de lo ocurrido entre ambos, así que pensó en suavizar el momento pasando por una tienda abierta las veinticuatro horas y comprar helado.

Tras comprar las cosas, volvió a caminar. La casa de Tetsu estaba muy cerca, en pocos minutos llegaría allí. Tenía ganas de ver a Kise y sobre todo... ver a su hijo, saber de él. Aquel pensamiento le hizo sonreír. Una vez en la puerta iba a tocar el timbre, pero lo pensó mejor y prefirió tocar a la puerta para no asustar a Kise ni molestar a los vecinos. Estuvo varios minutos allí, hasta que escuchó la voz de aquel chico comentándole que ya iba hacia la puerta.

- ¿Podemos hablar? Por favor – le suplicó Aomine.

- No creo que sea buena idea, Aomine – susurró Kise con un extremo dolor en su pecho al verle allí. Seguía amándole y le dolía demasiado volver a cruzar sus ojos con ese chico sabiendo el dolor que le había causado.

- He traído helado – sonrió Aomine enseñándole la bolsa de un supermercado.

- Entra – accedió al final Kise dejándole pasar.

El rubio no tuvo más remedio que apartarse de la puerta para dejarle entrar. Ni siquiera sabía cómo Aomine podía haberse enterado de todo, pero en aquel preciso momento, no era capaz de alzar sus ojos para mirar al hombre del que se enamoró, mucho menos para ver en ellos la decepción o la sorpresa por su barriga.

Kise se sentó en el sofá entrelazando sus dedos de la mano nervioso por aquella inesperada visita. Jamás habría esperado a Aomine a esa hora. Toda la angustia se marchó al ver que sacaba una tarrina de helado y se la dejaba encima de la mesa.

- No me gusta la nata – explicó Kise ruborizado sin mirar a Aomine, tan sólo mirando la tarrina de nata.

- Lo suponía, por eso no es el único que he traído – aclaró Aomine sacando uno de vainilla, otro de chocolate y como otros diez más de diferentes sabores, entre ellos hasta de fruta. Kise empezó a reírse sin poder parar.

- ¿Vas en serio?

- Lo siento, nunca hablamos de qué helado te gustaba. Un compañero de trabajo dijo que a su mujer le daba por comer helados durante su embarazo, un antojo. Tampoco sé cuál es el tuyo.

- No son los helados – aclaró Kise – pero me apetecía uno – dijo relajando al chico que por lo menos, había intentado complacerle aunque sin mucho éxito.

Aomine sonrió perdiendo sus ojos en aquella barriga que poco dejaba entrever. Estaba muy claro que no le faltaría mucho para dar a luz. Habían sido unos meses complicados entre su compañero, su ex novio, Kise y toda su traición... pero por primera vez, al ver a Kise una vez más frente a él, creyó que encontraría una forma de perdonarle, porque le amaba.

- ¿Puedo...? – preguntó Aomine señalando a su barriga.

- Sí. Al fin y al cabo, es tuyo.

Con tretas te engañé y en tu cama me colé (Kuroko no basuke, Aokise, Kagakuro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora