Hola soy el elevador del edificio... de uno de tantos en la ciudad de Chicago. Nosotros somos testigos de mil y un historias, pero hoy les compartiré una que me es particular, porque precisamente está sucediendo hoy, me acabo de atorar entre el piso 10 y el 11, yo ya he trabajado mucho y es frecuente que de vez en cuando me atore, pero a veces los elevadores, somos cómplices del destino... mírenla ahí está, Candy de nuevo, atrapada por ... enésima vez...
Se sentó del dolor, ya no puede más, no sabe si su dolor físico es mayor o igual que el de su corazón. Las piernas le indicaron que debía sentarse, esto iba para rato, ya se cansó de presionar el botón de ayuda y de gritar esa misma palabra. Llora, llora no como las veces anteriores en que a entrado a mi triste sino que esta vez es diferente... pero para que me entiendan empecemos por el principio esta historia comienza hace un poco mas o menos de 2 años... perdón por no ser exacto pero así somos los elevadores.
Como decía, aproximadamente dos años atrás, Candy y Annie subieron a mí con algunas cajas, las acompañaba su hermano Tom, que regresaría esa misma tarde a Lakewood, donde ayudaba a su tía Pony a mantener el rancho que daba hospicio a una buena cantidad de niños sin hogar. Actividad que inició cuando se mudó con sus sobrinos cuando su hermana y su cuñado murieron. Las chicas estudiaron para venir a la ciudad, pero Tom amaba el campo y ya había por ahí una chica llamada Patty que le aceleraba el corazón; así que solo vino a cerciorarse de dejar bien instaladas, bueno dentro de lo cabía.
Candy es rubia, de ojos verdes, delgada y con una facilidad para llorar que si trabajara en la telenovelas latinas sería la diosa del medio, pero no, su vocación era la enfermera, consiguió trabajo en el Memorial General Hospital y su hermana Annie es un poco más robusta, de cabello castaño y hermosos ojos marrón y solo era un año menor que su rubia hermana. Ella consiguió trabajo en uno de los bancos más importantes de Chicago que pertenecía a la familia Andley, así como ese edificio donde le daban facilidades a sus empleados para pagar el alquiler.
Hubieran visto la emoción y la carita que ambas traían al subirse, platicaban con Tom y le hacían bromas. Llegaron a su piso, el 13; cosa que no le agradó mucho a Annie porque creyó de mala suerte.
10 meses después, Candy subió con Anthony, un chico rubio, al parecer de buenos ingresos porque vestía con ropa de buena calidad, de buen parecer, atlético y de ojos azules, de esos de cara de niño bueno ah pero eso si con unas manos que parecían de un pulpo, ya tenían como un mes saliendo pero esa ocasión que recuerdo, Candy traía un vestido rojo sin espalda, cosa que hasta a mi me quitó la respiración , venían de una cena romántica al parecer y Anthony era muy efusivo,o recuerdo bien porque fue una de esas ocasiones en que me atoré. Pero creo que ellos lo tomaron muy bien porque se decían cosas al oído y después reían nerviosos. Claro sin dejar abrazarse. Con el movimiento de mi "estacionamiento" a Candy se le cayó la cartera y todas sus pertenencias, que no eran, muchas, se desparramaron en mi recién pulido piso. Anthony, como todo un caballero rápidamente se inclinó para recoger todo y sin dejar pasar la oportunidad de ver de cerca el escote de Candy que también se agachó a lo mismo. Entre las cosas estaba una tarjeta de esas en la que los humanos donan sus partes...digo, sus órganos a alguien que lo necesite, cuando ellos ya no lo usen...creo que los mandan a una especie de yonke para humanos o algo así. Lo que pude entender era que ellos de conocieron en ese trámite, Candy estaba en el modulo de campaña de donación instalado en urgencias y Anthony acompañaba a un amigo que había sufrido un accidente en un carro de carreras. Para él no pasó desapercibida la chica del móulo y fue a preguntar, sin decir nada firmó la solicitud embelesado por los ojos verdes de Candy, por el brillo de su ensortijado y rubio cabello.
-¿Recuerdas? Fue el mejor día de mi vida... el día que te conocí- dijo con una sonrisa.
-Pero no quiero que lo hayas hecho por mí, sino estás seguro...puedes cancelarlo- contestó Candy colgada del cuello del joven alto.
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Memorias de un Elevador
RomanceMuchas historias pueden nacer en un elevador, de vida o muerte, de amor y pasión, engaño y desilusión o en su caso de un amor más allá de los límites de la muerte.