8 Años.

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Esto en serio me paso a los 8 años, bien como el titulo lo dice. Siempre fui muy miedosa, y mi papá me decía que el miedo era de débiles, y me dejaba sola en habitaciones con poca luz o cosas así esperando a que se me pasara. Eso obviamente lo empeoraba todo, pero justificaban que era la edad y cosas así. Yo vivo en un pequeño pueblo en la frontera entre dos provincias sureñas, y prácticamente hay 15 Km de una ciudad pequeña y un pueblo que los habitantes (grupo en el que yo mi familia pertenecemos) transitan de uno a otro diariamente. Mi papá tenia una casa en la ciudad, que se ubicaba en la provincia mas al norte del pueblo, y mis abuelos en el pueblo. Un día fuimos a la casa de mi papá con mi hermana mayor que debía tener 10, 11 años en ese entonces, y nos quedamos allí a dormir, va, yo me quede, porque mi hermana no se a donde había ido, con amigos o algo, que paso solo la tarde allí. La casa no era muy grande, tenia una habitación arriba y el living-comedor abajo junto al baño y la puerta de salida delantera, y la trasera, junto al lavadero. Yo me había tenido que quedar en la habitación superior sentada en la cama leyendo mientras mi papá se duchaba. Recuerda que a mis 8 años yo era extremadamente miedosa y cobarde, no digo que haya dejado de serlo de todos modos, pero bueno. El punto es que estaba sola, en una habitación un poco tenebrosa, sin mucha iluminación disponible, y en caso de hablar o decirle algo a mi papá, el no me escucharía por el ruido del agua, estaba aterrorizada. En el momento de mas terror en el que mi cerebro es como si activara un filtro para pensar todas las cosas que dan miedo y descartar las demás, vi algo, algo que me traumatizo, pero no seria la ultima vez que lo vea.

 Primero unas manos de color negro se aferraron lentamente a la puerta abierta, dedo por dedo, sin ninguna prisa. Luego se asomo una cara. Horrorosa, de color negro azabache, con ojos rojos y facciones blancas, sonriendo, con una sonrisa diabólica y horrible. No quería gritar, no grite, mi papá me retaría, me diría que no tengo que tener miedo y me daría un sermón inútilmente. Ese rostro, si se le puede decir así, me miraba, fijo, divertido, con esa felicidad de hacerme sufrir, se quedo ahí por la media hora que paso antes de que mi papá salga de bañarse, y nos fuimos a dormir.

Pero todos sabemos que, una niña de 8 años, en esa situación, no dormiría de ninguna manera.

Se que no es mi menteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora