Puppets

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Ella recordaba claramente el día en el que una niebla verdosa se apareció en la cueva de los cristales para darle una noticia que cambiaría todos sus planes para poder vengarse de ese tirano rey que todos los mortales respetaban. Recordó cómo los Observantes, fantasmas que vigilaban como el tiempo se tornaría en el futuro, le contaron sobre su media hermana. Aparentemente, luego de la muerte sus padres, Uther decidió hacerse cargo de su hija ilegítima para criarla él mismo junto con su pequeño monstruo.

La misión otorgada a Morgause era de proteger y guiar a Morgana por el buen camino para que sea la hechizera más poderosa junto con Emrys quien sería el consejero principal de Athur. Si ella tomaba otro camino, su destino sería solo la muerte y el fracaso de todos sus planes. ¡Cómo si a ella le importara eso! Su única meta era la liberación de las criaturas mágicas ante las masacres que Uther Pendragon causaba por su ciego odio hacia la magia, su muerte causaría revuelta y los mortales se darían cuenta que los hechiceros era superiores y deberían ser respetados.

- Fueron muy tontos en revelarme una noticia tan emocionante -se empezó a reir mientras alistaba el polvo para hacer dormir a Morgana y el libro con el hechizo para asesinar a todo en Camelot

Morgause sonreía pensando en que decirle a su… querida hermana, esa persona que por sus venas corría sangre de ese tirano. Sin embargo, era tan fácil de controlar, manipular y usar que casi, casi, sentía pena por la estúpida de Morgana. Esta noche ella haría que su hermanita vea que no todos estaban con ella, que Uther debería desaparecer o más pobres criaturas indefensas -¡ja! ¡indefensas!- morirían a causa de su reinado y por su deseo de poder. Ella se preocupaba tanto por todos que con unas simples palabras que su media hermana mayor dijera, su punto de vista cambiaría en un abrir y cerrar de ojos. Claro que seguiría protegiendo a quienes Morgana quiera, aunque después esas personas la dejarían y así sola e indefensa, Mourgause estaría allí para ella.

Muy lejos de allí, en reino de Camelot, Guinevere salía de los aposentos de la joven Le Fay. Había sido un largo, tantas personas que ella quería y amaba llendo hacia el peligro y casi muriendo... su mejor amiga debía descansar. Suspira, era tan difícil actuar como una verdadera amiga de Morgana, Gwen conocía su lugar y sin importar cuanto la quería debía de verla solo como la princesa que ella era. Nunca iba a dejarla pero no podía darse el lujo de llamarla su amiga.

Desde la habitación, se escucharon como los pasos de la joven iban desapareciendo poco a poco por los pasillos hasta dejar ecos. Entonces era el momento, Morgana abría los ojos para levantarse y ponerse la capa más cercana que tenía pues su emoción de ver a Morgause era tanta que no le importaba salir en una ropa tan ligera. Su hermana si la quería y la entendía como ninguna persona lo había hecho antes. Claro que en el castillo tenía a Merlín, pero últimamente la veía raro y aunque la aconsejara se notaba cierta distancia entre ellos.

Suspira. Como deseaba que él tuviera magia para así lo dos poder escaparse y- sacude su cabeza, Merlín solo la veía como una hermana y el desaparecer con él solo los pondría en peligro. Escucho un murmuro pero lo ignoro.

Unos ruidos empezaron a escucharse por lo bajo, lo ignoro nuevamente, quizás era un insecto o un ave en el exterior. Cuando empezaron a hacerse más fuerte. Morgana volteó alarmada pero no había nada, miro a su costado y no había nadie.

Fue al borde de su cama con una vela en mano, allí podía ver mejor su cuarto y encontrar al intruso. ¿Acaso se estaba volviendo loca? ¡Su hermana la esperaba! ¿Qué-

- Morgana…

My Ghostly AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora