- ¿Cuánto falta? - Le pregunté a Marcus, impaciente.
- Mmm...
- ¿Mmm...? - Imite su acción esperando una respuesta coherente.
- Llegamos.
- Pero esto no es un hotel.
- No. - Me contestó obvio. - ¿Cuándo dije eso?
- Bueno, vienen de vacaciones y... me dieron a entender eso.
- Oh, como lo siento. En realidad, aquí vivimos con nuestro squad.
- Oh... ¿y cuantos son?
- Mmm 4, 5... No lo sé. - Yo solo reí por su respuesta. - Vamos, entra. - Lo primero que vi fueron unos millones de dibujos pegados al lado de una escalera de madera. - Déjame que te haga un tour por la casa. - A lo que yo asentí.
Por la izquierda, nos dirigimos a la cocina. Era grande, moderna y decorada con colores oscuros. La mesada era de mármol y en ella se encontraban alguna que otra cosa, como papel de cocina, detergente y un microondas. En frente, había una mesa enorme de color negro y al lado, había una especie de armario. - Hola, hola Camiluchis. - Llegó Lucas, cantando el saludo. - Que bueno, que hayas venido ¿Te trajo Marcus?
- Si, de hecho... - Marcus cubrió mi boca con su mano.
- Si bro, lo que pasa es que me dijo que no la habían dejado y fui a insistirle a la mamá. Pero no te preocupes, ya lo solucionamos todo. - Me guiñó un ojo.
- Me alegro de que te hayan dejado. - Me sonrió. - Ven que te mostraremos el resto de la casa.
- Gracias y una pregunta, eso de ahi ¿Es un armario?
- Oh no. Es una heladera. - Me lo confirmó abriéndola. - Ven, te quiero mostrar el patio. - Me jaló Lucas. Si, ya podía diferenciarlos. Son bastante distintos, tanto de personalidad, como en físico. Aunque si los veo de lejos no los distingo. - Y he aquí nuestro jardín. - Era enorme. Había una piscina con aro de básquet y todo, sillones, árboles, arbustos y creo que un jacuzzi, no estoy segura de lo que era eso. - ¿Alguna vez has jugado Basquetbol?
- No.
- ¿Quieres probar? - Me preguntaron ambos.
- Claro. - Marcus me pasó el balón y luego me alentó, mostrándome su hermosa sonrisa y su pulgar levantado. - Okay... Aquí voy. - La primera vez fue un desastre, estábamos muy lejos del aro, ni siquiera había llegado a la pileta. Me avergoncé mucho, ya sentía como mis mejillas comenzaban a arder.
- Oye... no pasa nada. Mira, haremos esto. - Lucas se acercó a mí y me comenzó a explicar como lo hacen ellos. - No es muy difícil, solo tienes que agarrar bien la pelota y hacer esto con la muñeca. - Se ejemplificó.
- ¿Ves? Vamos inténtalo, yo te ayudare. - Marcus le pasó la pelota y la colocó en mis manos. - Mira, sostenla así. - Acomodó mis dedos para sostener mejor el balón. - Ahora agáchate un poco y pega un salto haciendo lo que te mostré con la muñeca. - Soltó mis manos, acariciando mis brazos que, por cierto, estaban cubiertos por una larga y ancha campera azul, mi color favorito. - ¡Bien! La próxima será aún mejor ¿Quieres ir adentro? Hace frio. - Dejaron la pelota en la piscina vacía, y entramos de nuevo a la casa que por suerte estaba calefaccionada. - Ahora sigamos con el tour. Bueno, la sala y la cocina ya te la mostramos, ahora vayamos arriba. - Nos dirigimos a la entrada de nuevo.