Hasta el momento mi vida no tiene mucha importancia, quiero decir, todos los días son iguales al anterior, llevo una rutina muy aburrida, pero no es como si me quejara, a veces me gustaría hacer cosas nuevas, pero al momento de pensar las cosas bien, lanzo la idea por la borda para que se ahogue con mis recuerdos.
Es miércoles, a mi parecer, el peor día de la semana, ya que has sufrido lunes y martes, y estas a mitad de camino para llegar al anhelado sábado. Me levanté rápidamente ya que divagué unos veinte minutos sobre mi vida y ahora no podré desayunar o llegaré tarde y el señor Jenkins de mi clase de ciencias, de seguro me enviará a detención por interrumpirlo en clases.
Me dí una ducha rápida y me vestí con lo primero que encontré. Unos jeans azules rasgados en ambas rodillas, Vans negras, una camiseta de SAW y mi chaqueta de cuero regalona, fue lo que encontré.
Tomé mi bolso y corrí hacia la cocina para encontrarme con Rita preparando el desayuno.
-Hija, ven a comer pan tostado, ya serví tu jugo- me mira de pies a cabeza- te ves como una mujer de la calle, temía que ocurriera esto, pero eres una maldita indigente Leah- no puedo evitar sonreír ante su broma, ésta mujer es mi mundo.
-No ma, no creo alcanzar, o llegaré tarde, aunque...-rápidamente tomo el vaso de jugo y lo ingiero como si fuese un trago- terminé-le digo mientras beso su sien y salgo corriendo antes de que ella pueda regañarme y me obligue a comer el pan.
Rita es una mujer excepcional, pudo enviarme a un orfanato, pero decidió quedarse conmigo a pesar de su edad, (en ese entonces 47años) tiene el cabello blanco, es ondulado y corto, tiene ojos parecidos a los míos, aunque los suyos son un poco más pequeños, su piel es aún más blanca que la mía, es bajita, mide 1.57 y es delgada como un tallarín. Tiene unas pocas arrugas como cualquier abuela, es muy elegante para vestir y tiene la manía de cocinar todo lo que puede, le he comprado muchos libros de cocina y tiene mucho talento la mujer. Es sin dudas la mujer más estupenda de la galaxia, y no es joda.
Tomé las llaves que descansaban en un gancho de la pared a un lado de la puerta y me dirigí a mi humilde Nissan v16, que fue el regalo de mi abuela cuando cumplí 18 años, me dijo que era el auto del abuelo, ése día ambas lloramos como magdalenas y la lleve a comer al KFC en el Nissan.
Subí en el asiento del conductor y me puse en marcha para llegar al instituto.
Al aparcar bloqueé el auto y caminé al interior del edificio, en los pasillos estaban murmurando cada cosa rara, ya no me sorprendía que dijeran que estuve en la cárcel, que era una drogadicta, que he tenido tres abortos, la mejor de todas es que estuve en un hospital psiquiátrico y me acosté con el doctor a cargo para obtener mi libertad...no puedo creer las idioteces que se dicen de mí.
Sin tomar en cuenta las miradas y susurros me encaminé al salón de ciencias, al entrar casi todos dejaron de hacer sus deberes solo para mirar cada uno de mis movimientos, como si fuese a saltarle a alguien o esperaran para que saque un arma y les apunte. Todos me conocían en la clase, sin embargo, nadie se acercaba a hablarme, ya que yo los mandaba lejos, me cansaba mostrar el dedo medio a cada compañero que quería acercarse a charlar o flirtear. Al cabo de un par de meses dejaron de intentar acercarse y solo se limitaban a observarme o seguir la cadena de mentiras que se hablaban a mis espaldas, ahora que lo pienso bien, nadie se atreve a decirme lo que piensa de mí.
Me dirigí a mi asiento habitual, que se ubicaba en el fondo del salón, aunque para mi -no grata- sorpresa, alguien estaba sentado en mi lugar.
-Éste es mi lugar, ahora te pido que te sientes en otra silla si quieres conservar el trasero- Dije al imbécil sentado en mi puesto, él volteó a verme y demoró unos segundos en escanearme, en su rostro se reflejaba confusión, él no me conocía, y puedo jurar que jamás había visto esos ojos grisáceos.
ESTÁS LEYENDO
REMY
Teen Fiction-No me dejes ir; quédate cerca, contigo todo es más soportable, créeme cuando te digo que eres mi vida ahora. -Ya no puedo creer en nadie, quieres aliviar mi dolor, pero debes entender que no puedes cambiar el pasado Rems, ya no volverán a lastimar...