Vigésima quinta carta

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Querida Amy:

¿Por qué?

Es la única pregunta que se fórmula por mi cabeza después de enterarme de aquello.

De tu dolorosa partida.

¿Por qué jamás me enteré de aquello? De tu enfermedad.

Tal vez si hubiera sabido algo antes, tal vez, solo tal vez, hubiera podido hacer más ameno tu dolor.

Me hubiera armado de valor para hablarte y así poder hacerte feliz durante tu tiempo.

Pero el hubiera no existe y no sabes cuánto me lamento por ello.

Querida AmyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora