Capitulo 3

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Sentía dolores en mi cuerpo, la jaqueca era insoportable. Sudaba, era como me pasó anoche, ¿Qué Demonios es esto? Mi cuerpo se siente incomodo, un escalofrió recorre toda mi espalda. Y mi reparación es agitada. No logro controlarme.  ¿Por qué me tiene que pasar esto a mí? ¿Pero qué cojones? Luego de un rato logro controlarme, es como si mi cuerpo estuviera intentando rechazar algo. Pero... ¿Qué? ¿Qué puede ser lo que desata inconscientemente a mí ser?

Logro escuchar unas voces a mi alrededor, ¿Qué es esto? Y me despierto de golpe, y cuando logro divisar bien, veo a mis padres a cada lado de una camilla, esperen. Sabanas blancas, techo blanco, hasta las paredes de un blanco profundo. Esto es, ¿Un hospital? ¿Qué hago en un hospital? No puede ser.

-         Hijo – Escucho la dulce vos de mi madre – hijo, Kitsu... ¿Estás bien? – Pestañeo varias veces, por el blanco puro de las pareces y la intensa luz. Hasta que logro ver bien.

-         Ma... - ¿Tal débil me siento? – Eh... Si... creo que... si – Afirmo, pero... ¿Por qué estoy tal débil? ¡Por favor que alguien me explique!

-         Yo creo que es todo lo contrario - dice mi padre. Luego de eso veo que alguien entraba al cuarto, con una bata blanca por encima de su ropa. El doctor Ayato Mitsude, siempre atendió a mi familia, es un amigo de mi padre. 

-         Pero veo que ya despertó joven Kitsume – sonríe, con sus perfectos dientes blancos, ya que su esposa es odontóloga, y muy buena. A veces me pregunto, ¿Cómo es que puede ser doctor? Puede tener una perfecta carrera de modelo, es joven, incluso un poco más que mi papa. Y tiene buena pinta – Lo estuvimos examinando – le dice a mi papa – y creo que no es nada grave, pero...

Todos nos quedamos atentos  a lo que iba a decir, tanto que luego, el comenzó a reírse a carcajadas. Y lo miramos muy confundidos, ¿Siempre tiene que hacer eso?

-         Vamos Ayato, ¡dilo! – le exigió a mi padre algo divertido.

-         Disculpen, ha ha – trato de decir sosteniendo las carcajadas – es que siempre resulta muy graciosos cuando hago algo como eso, ha ha –

-         Tu nunca cambias – dijo mi madre.

-         Bien, bien. Si tanto tiene que reírse ¿Por qué no me dicen de una buena vez lo que tengo? Hola... soy yo quien está en una camilla ahora – digo molesto, y me cruzo de brazos.

-         Está bien Kitsu -  dice Ayato – ya te lo diré, En realidad no tienes nada grave solo una leve decaída por cansancio, nada mas – dijo otra vez sonriente.

-         Ah... menos mal – dicen mis padre.

-         Ustedes son unos exagerados – les digo bajando de la camilla, ya me sentía mejor ¿Qué rayos? ¿Cómo? Si hace un momento me sentía que estaba en un estado agonizante. Como sea, me encojo de hombros, y aun siguen hablando mis padres con su amigo del doctor.

Luego de un momento, salimos del cuarto en donde estaba. Y le quite mi celular a mi madre, y me encontré con una mensaje

Inu XD :

 " Hey, que paso? Estas bien? Tu "desmayo fue poco común, estabas sudando!! :O No se que parecías. Yo llame al profesor y luego a la preceptora, y llamaron a tus papas. VINIERON MAS RÁPIDO DE LO QUE IMAGINE! Si que están loco por ti – rio al leer esto, aunque es verdad, son unos exagerados -  bueno, avísame cualquier cosa. Ah y el lunes tenemos prueba. Así que, ya sabes xD"

Deje mi celular en el bolsillo de mi uniforme, aun lo llevaba puesto ya que no me había cambiado. Y si ¿Quién se cambia dormido? Creo que solo los sonámbulos, pero... ¡Yo no soy sonámbulo!

Aun caminando por los pasillos, odio los hospitales, en verdad lo aborrezco. Siempre los odie, la verdad no seque pude ser. ¡Ah! Ya sé, su horrible a olor a no sé qué rayos, el sonido constante de las personas caminando, o de gemidos agonizantes de personas. O el trote de los doctores y enfermeras, en algún momento por alguna emergencia. O por el simple motivo de pensar que un día en el futuro, estarás dentro de unos de estos cuartos en el momento menos esperado, como me acaba de pasar. Pero aun peor.

Nos fuimos a casa, luego de aquel escalofriante momento dentro del palacio blanco. Y cuando entramos, lo primero que hice fue dirigirme a mi cuarto y tirar hacia una equina de mi cuarto a mi mochila. Y lanzarme pesadamente sobre mi cómoda y dulce cama. 



Yo... ¿Lobizón? ¡NO PUEDE SER!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora