Capitulo 8

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Lo único que podía hacer era sonreír en ese momento, acariciando el suave y delicado pelaje de mi nueva mascota, un gato mau egipcio con sus pintorescas rayas, se encuentra sobre mí regazo ronroneando. Se siente el olor a arroz con pollo en la cocina luego de debatir como adultos de quien iba a cocinar. Le gane a mi hermano con la piedra y a que él eligió tijera, ven "como adultos". E Inu decidió ayudarlo. En cuanto a la famosa nota que había dejado mama decía:

Queridos hijos: Me fui a visitar a su tía ya que la abuela regreso del campo, así que iré a saludarlas y a pasar tiempo con ellas. Papa llegara tarde, preparen su almuerzo son grandes, yo me quedare a almorzar con ellas y sus primos. Los ama, mama.

PDT: Hay una sorpresita en el patio trasero. Espero que les guste.

Y cuando terminamos de leer la nota, fuimos corriendo al patio. No había nada. Buscamos hasta que escuchamos un maullido, que no pareció extraño. No tenemos mascotas, ni siquiera un gato. Y así fue como lo encontramos, un pequeño gatito gris con rayitas y ojos color verde esmeralda. Parecíamos nenitas en la manera que nos abalanzamos hacia el pequeño animal, no morimos de ternura. Era hermoso. Nos pelábamos un rato para tocarlo y acariciarlo. Y  luego lo llevamos a adentro y le dimos una lata de sardinas que teníamos guardada en  la nevera. Y luego fue la discusión de "adultos". Luego de eso tome al pequeño animal delicadamente, y lo lleve hacia el sillón y lo seguí acariciando y lo deje sobre mi regazo donde permaneció ronroneando. Solo me quede pesando, ¿Qué pasa con toda la familia?, se están comenzando a reunir. ¿Motivo?, no tengo idea.

-         ¡Hey! ¿Qué tanto pensas? Vamos a comer perezoso – Dijo Aaju desde la cocina.

-         Ya voy, mama -  digo para luego reírme.

Deje al animalito en el sillón, lo acaricie por última vez antes de irme hacia la cocina. Al pasar por la puerta, Aaju estaba sirviendo e Inu estaba ordenando la mesa, demasiado rápido, creo que tenía hambre en cerio. Yo solo me quede observando con los ojos bien abiertos la comida, ya me rugía el estomago, y mas con el esquicito olor. Aaju se le es bien destacado que heredó las habilidades culinarias de mi madre. Eso no lo discuto para nada, yo en cambio soy totalmente diferente a él, soy mas como mi padre, trato de ser mas responsable en lo que hago y me esfuerzo en cumplir con todo lo que hago y no dejar nada para después.

Cuando menos me di cuenta Inu había terminado de ordenar la mesa para servir tranquilamente, Inu se sentó inmediatamente ya preparado en cada mano con cuchillo y tenedor, para picotear todo lo que le pongan en frente. Yo hice lo mismo y me senté frente a él, así que en la punta quedo para Aaju.

-         ¡Hay si! ¡Me muero de hambre! – Exclamo Inu, ya parecía que se le caían dos litros de baba.

-         ¡Yo también! ¿Por qué te tardas hermanote? – Grito desde mi asiento.

Aaju lo que hace es gruñir, no era necesario gritar, el estaba al lado nuestro. Como estábamos comiendo en la cocina y no en el comedor, ya saben.

-         ¡¿Qué mierda les pasa glotones de mierda?! – Se dio vuelta con unas manoplas para no quemarse y con la pequeña olla en sus mano - ¡¿No se dan cuenta que ya les sirvo?! ¿No querrán quedarse sin comer? ¿O sí? – dice divertido mientras agita la olla frente a nuestras narices- Esto hule delicioso. Mhhh... Sería una pena no compartirlo –

-         ¡DANOS POR FAVOR QUE NOS DESNUTRIMOS! – gritamos Inu y yo ya muertos de hambre.

-         Saben que, creo que sería un placer comerme esta delicia yo solito – Dice mientras esconde la olla a sus espaldas, y mostrando su sonrisa de malicioso.

-         ¡HIJO DE MIL! NO ME HAGAS ENOJAR CUANDO TENGO EL ESTOMAGO VACÍO –Le grito mientras me pongo de pie y con un cuchillo, un total acecino. Nadie se mete conmigo cuando tengo hambre.

-         Hay no... MALDITO DALE DE COMER A TU HERMANO – dice Inu casi escondiéndose debajo de la mesa.

-         Ah, ¿Y si no quiero?

-         Ah... Ya verás – le digo como un desquiciado.

Estuvimos con una pela verbal vario tiempo, y hasta que Inu rogo por comida, nosotros ni casi le hicimos. Seguimos con lo nuestro, hasta que rompió la atmósfera un tierno maullido del pequeñito animal que entraba por la puerta de la cocina. Nosotros giramos nuestros rostros observando al animalito, que se encontraba sentadito observando la locura de nutra pobre raza humana. Eso hizo que dejáramos toda esa estúpida escena de niños chiquitos y almorcemos de una buena vez.


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⏰ Última actualización: Nov 23, 2015 ⏰

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