Terminando de empacar lo necesario en su mochila viajera, tachó de la lista las cosas que ya estaban guardadas.
Sus amigos llegarían en una hora a buscarla. Vio a su madre recostada del marco de su puerta. - ¿Qué sucede, mamá? -preguntó al ver su ceño fruncido y que parecía pensativa.
-Cielo, no te vayas a separar del grupo, por favor -le pidió su madre, casi suplicante.
-No vayas a empezar, mamá -se quejó Tamara, molesta, mientras se daba la vuelta para no mirarla.
-Te conozco, Tammy, y sé que tu curiosidad es demasiado grande y no querrás que tus amigos te impidan ver todo -rodó los ojos su madre. Tamara se dio la vuelta y la fulminó.
-Piensas muy mal de mí -resopló, mientras se colocaba otra vez el audífono-. Solo será un fin de semana.
-Tamara... -empezó a decir su madre, pero Tamara no quiso seguir escuchando, volvió a ponerse los audífonos y a reproducir la música, ahogando la voz de su madre.
Su madre se dio la vuelta y se marchó con resignación. Tamara se sentó en la orilla de su cama y respiró hondo, nadie sabía cuál era su motivo oculto para ir a Beltroy. Llevaba oculto los arneses, sogas y todo lo necesario para escalar la montaña cuando sus amigos aun siguieran durmiendo.
Llevaba meses planeando su ascenso, estudiando la montaña y datos, para saber cuántos metros de sogas y materiales necesitaría para ello. Desde que aprendió a escalar con su padre a los 13 años, iba con él o con alguien que supiera, pero jamás había ido sola.
Ya creía tener la suficiente experiencia para escalar por primera vez en 7 años, sola, y se aseguró de tener todo lo necesario para hacerlo. Tamara sabía que estaba rompiendo varias reglas, pero quería escalarla, tomar fotos y después demostrarle a su padre que había podido.
La corneta del auto de sus amigos, la sacó de sus pensamientos. Se apresuró a luchar para colgarse su mochila de montañismo y para llevarse en la mano el otro bolso. Se apuró a salir de su habitación y dirigirse a la puerta principal.
-Adiós, mamá -gritó su despedida, podía estar molesta con ella, pero no se iría sin despedirse.
Su madre se asomó desde la cocina y le regaló una pequeña sonrisa. -Adiós, cariño, cuídate ¿Sí? -le suplicó y Tamara asintió.
-Nos vemos el domingo -le sonrió de vuelta y se acercó al jeep de William. Este la esperaba junto al auto para ayudarla a subir sus cosas. Después de asegurarlas, se subió. Saludó a Loren, su mejor amiga y la novia de William, también estaba Portia, su amiga y su mejor amigo Alexander.
-Hola Lo -le guiñó un ojo-. Portia ¿Te has cortado el cabello? -preguntó sorprendida, su amiga asintió y se tocó su melena.
-Necesitaba un cambio antes de comenzar el próximo semestre -explicó Portia sonriendo.
-Te queda genial -la elogió, luego miró a Alex, este la miraba con diversión-. Ni una palabra sobre mi cabello.
-Está bien, está bien -levantó las manos en defensa-. Tu cabello es lindo.
Tamara rodó los ojos, sabía perfectamente lo difícil que era domar su salvaje cabello rizado. Lo llevaba recogido en un moño, para evitar que el viento lo enredara más.
En el otro auto iba Silvia, Robert y Franco, quienes le tocaron la corneta para que se movieran. El viaje hasta Beltroy fue divertido, todos iban cantando las canciones que sonaban en la radio, sin importar que solo Loren tuviera buena voz para cantar.
Sonaban como una banda de desafinados, pero eso no les impidió cantar. Cuando llegaron, comenzaron a bajar las cosas y a los 10 minutos comenzaron a adentrarse en la montaña, tardaron varias horas en encontrar el lugar perfecto para acampar. Se dividieron las cosas para armar el campamento, solo tardaron un par de horas en montarlo.
En la noche estaban sentados alrededor del fogón que había encendido Tamara, estaba mirando el cielo repleto de estrellas y pensaba en las noches que pasó con su padre, esperando el amanecer para escalar.
- ¿Estás bien, Tammy? -le preguntó Alex, sentándose a su lado.
-Sí ¿Por qué? -se volvió para mirarlo.
-Estás muy distraída -contestó, haciendo una mueca.
-Pienso en mi padre -respondió con un nudo en su garganta-. Extraño nuestras acampadas y escaladas.
-Lo siento -Alex pasó un brazo por los hombros de ella y la atrajo hacía él-. Sé cuan duro fue para ti que tus padres se separarán, pero aún más que tu padre se haya marchado tan lejos.
-Era mi mejor amigo -musitó Tamara con tristeza-. Era como hablar contigo o Loren.
-Lo sé, nena -le besó la sien, ella apoyó la cabeza en el hombro de él-. Él no te ha dejado de querer. ¿Lo sabes?
-Sí, lo sé, pero eso no hace menos doloroso su partida -hizo una mueca y miró a los ojos de Alex.
Todos se fueron a dormir temprano, antes de las 5 am Tamara se despertó y alistó todo para marcharse, cuando se encontró con Alex apoyado en un árbol, de brazos cruzados y mirándola con desaprobación.
-Uh, hola Alex ¿Qué haces allí? -intentó disimular los nervios.
-Esperándote -respondió él, claramente estaba molesto-. No me sorprende, Tamara.
Ella se estremeció al escuchar su nombre completo, Alex solo lo decía cuando estaba muy molesto.
-Yo solo voy a dar un paseo -pero la mirada que le dio Alex, la hizo soltar el aire y darse por vencida con las excusas-. Está bien, voy a explorar.
-¿Y? -la incitó a seguir hablando.
-Y a escalar -murmuró con amargura.
-Te conozco -se rio Alex-. Por ello, me vine preparado por si esto pasaba, podría estar equipado y acompañarte.
Sin más palabras, se encaminaron hacía la profundidad de la montaña, cuando llegaron al pie de la montaña, se prepararon con todo lo necesario y antes del mediodía empezaron a escalar.
-Estoy agotado -escuchó a Alex resoplar y beber de su agua.
Descansaron un momento y luego siguieron con la escalada, duraron varias horas antes de pasar la mitad de la montaña. Ya eran las seis de la tarde cuando faltaban cuatro metros para llegar a la cima, cuando se encontraron con una cueva muy grande.
Tamara se adentró en ella.
-Tamara, sal de ahí -gritó Alex, siguiéndola-. Puede haber cualquier tipo de animal.
Se acercó a una pared que parecía de cristal y a la vez de agua, brillaba. Alex la agarró de una mano para detenerla, pero en el momento que tocó esa pared que parecía hecha de gelatina, algo la arrastró dentro de ella.
¡Saludos! Este es el primer capítulo de la historia. Espero que les haya gustado <3 gracias por leer, por votar o comentar .
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Perdidos en Gargantuan
Short StorySu sentido aventurero la hizo internarse en una montaña poco explorada. Tamara Echenique convenció a sus amigos de ir a acampar a la montaña Beltroy, para luego separarse del grupo, siendo descubierta por su mejor amigo, Alexander Villegas, quien...