Viejo Mundo

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Abrí los ojos lentamente, estaba en seguida de una puerta de una cabaña, me incorporé lentamente, observé todo a mi alrededor, a mi izquierda, había una cocina que tenía varios gabinetes de madera, una estufa de leña y un lavabo sencillo para los trastes sucios. A mi derecha, había una mesita con una vela encendida, un cofre medio abierto y otra puerta. Enfrente de mí había una chimenea, un pequeño montoncito de leña, dos sillas acolchonadas, una mesita en medio con un libro, a la derecha de la chimenea, unos estantes llenos de libros y a la izquierda otra puerta. Entré en la puerta que estaba junto a la chimenea, había una enorme cama de sábanas blancas, patas y cabecera de madera, una mesita de noche a cada lado de la cama, otro cofre y un ropero, había una puerta en la pared izquierda, esta daba al baño improvisado que constaba de una tina de mármol y llaves doradas, otro lavabo pequeño como el de la cocina, sobre el un espejo en la pared y sorpresivamente un sanitario. Sacudí la cabeza, en el Viejo Mundo habían varias cosas que salían de trabajo duro con algo de magia, todo esto se fue perdiendo cuando la gente se fue retirando de esas cosas e importaban más el dinero y la posición social. Un recuerdo me sacó de mis reflexiones, ¿dónde se había metido Jerome?, recordé que lo último que escuché de él, era como me gritaba. Salí rápidamente de la cabaña, afuera hacía un clima hermoso, había árboles por todos lados, se escuchaban las aves, miré la fuente, estaba en perfectas condiciones y funcionando. Me percaté de que había más cabañas como en la que estaba alrededor de la fuente, era como una privada, ya que enfrente de la fuente había una reja negra enorme y del otro lado se veía un puente de piedra enorme. Me giré a buscar a Jerome cuando lo vi tirado en seguida de un arbusto que estaba al lado de la cabaña, miré a todos lados para cerciorarme de que nadie nos estuviera viendo, lo levanté y lo llevé dentro, lo recosté en la cama que me había encontrado

-Jerome, despierta-le decía mientras lo agitaba de su brazo derecho, reaccionó lentamente, abrió sus ojos verdes y sacudió la cabeza

-Maldición-susurró-No puedo creer que no lo lográramos-me miró detenidamente-¿Te encuentras bien?

-Sí, yo estoy bien

-Me alegro-me dedicó una sonrisa torcida-Veo que no nos fue tan mal, ya hasta tenemos casa-se rió

-Pues sí, sólo que no hay comida y digámos que nuestra ropa no va con la época-me miré y aún llevaba mis jeans y mi blusa

-Eso tiene arreglo, ya regreso-se levantó, quebró el seguro del cofre que estaba en la habitación y para mi sorpresa, había bastantes bolsas de cuero con monedas de oro y más de ellas regadas en el cofre

-¿Cómo sabías que estaba eso ahí?

-Instinto-me guiñó un ojo y salió de la cabaña con dos bolsas de cuero llenas de monedas. Sacudí la cabeza, regresé al baño y me mojé la cara, me sentía fatal, como si tuviera un enorme vacío en el pecho, me miré en el espejo, mi cabello corto arriba de los hombros se veía aún más cobrizo, mi cara más pálida y parecía que mis ojos estaban sumidos en mi cara. Me fijé más en mis ojos, estaban oscureciéndose, el azul cristalino desaparecía, suspiré, comer comida humana no sería suficiente, ya me las arreglaría para salir a cazar.

Pasó una hora, yo estaba sentada enfrente de la chimenea encendida, tratando de asimilar todo lo que había ocurrido, en eso, escucho a Jerome cerrando la puerta, me levanté lentamente de la silla, cuando lo vi, no podía creerlo, estaba cargado con bolsas y canastas de todo, me acerqué a ayudarlo, las canastas con fruta, verdura y pan las dejé en la mesa de la cocina, Jerome dejó lo demás, regresó a la puerta y metió lo que parecía ser otro cofre, lo abrió y dentro estaba cubierto de una especie de papel grueso blanco, cuando lo toqué, para mi sorpresa estaba frío, como un refrigerador

-¿De dónde sacaste esto?

-El alquimista me lo vendió, me aseguró que se conservaba bien la carne en esta cosa-me sonrió orgulloso de su compra, lo ayudé a desempacar la carne y meterla en el "refrigerador", desempaqué el resto de las bolsas y había muchos vestidos, pantalones y camisas para hombre de varios colores y de muy buena tela. Un vestido azul pastel me llamó la atención, lo tomé con el resto de los vestidos y los guardé en el ropero de la habitación. Terminé de guardar toda la ropa, dejando fuera el vestido azul y me metí al baño. Llené la bañera y me sumergí en ella, dejando que me relajara, respiré profundo, ahora sería un poco más difícil encontrar a los de la Órden y adelantar el tiempo, necesitaría la ayuda de una bruja, si es que aún existían, ella me diría lo que necesitara saber. Salí de la bañera y me vestí, el vestido se ceñía a mi cuerpo, era de mangas tres cuartos, cepillé mi cabello y lo dejé suelto. Ya me estaba ardiendo la garganta, respiraba con dificultad. Jerome entró al baño en cuanto salí yo, tenía que respirar, fui a la fuente que estaba en el centro y me senté en la orilla, esto ayudaba muy poco, me llegaba el olor a sangre del pueblo, y de las otras cabañas, gemí de dolor y regresé a la cabaña, saldría en la noche a cazar, sin importar nada más. Tomé una hogaza de pan y comenzé a darle pequeños mordiscos, Jerome salió del baño con unos pantalones negros y una camisa blanca pegada a su cuerpo, desvié la vista a la puerta, escuché a alguien acercarse. "No puede ser" pensé, lo único que me faltaba era que la misma tentación entrara a la cabaña. Jerome me miró detenidamente y abrió la puerta, contuve el aliento como pude y él dejó pasar a un señor, con varias canas en su cabello y barba, muchas arrugas y sus ojos cafés se veían cansados

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⏰ Última actualización: Feb 05, 2012 ⏰

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