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Entonces se enfadó, se sintió utilizada. Estaba caliente hasta lo indecible pero la otra ya había tenido lo suyo. Discutieron, le insultó, estaba decidida a irse y la otra no le dejaba. Al final volvieron a las andadas y por fin consumó el acto, en el sofá, de forma incómoda, totalmente vestida.
No fue la mejor manera de empezar. No se puede decir que fuera una cita como había imaginado. No entraba para nada dentro de todo lo que había soñado, pero, ahora, ocho meses después, podía afirmar que sentía un amor de los más puros hacia ella y que también se sentía correspondida. Notaba la delicadeza de sus caricias y la pasión en la mirada. Notaba que crecía a su lado y que se hacía fuerte. Notaba que todo en su entorno se había vuelto más fácil y más iluminado. Por fin, gracias a esa relación, su vida se había vuelto idílica.

AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora